María Cristina Iglesia ¿Capricho?

Antes de irme al tema, reconozco una cosa y afirmo otra. Reconozco que no fue hasta este sábado 11 de septiembre cuando me enteré que María Cristina Iglesia había sido postulada como candidata por el Estado Anzoátegui. ¡Otra importada! ¡Poder Popular o Nada! No me enteré y los camaradas con los cuales converso todos los días, me dijeron que eso fue público y notorio.

Vamos a la afirmación. Creo que María Cristina Iglesia como ministra del trabajo fue de mala hacia peor. En Anzoátegui los trabajadores de la Mitsubishi  (por citar un caso) no deben tener un buen recuerdo de ellas por los desmanes y violaciones que permitió a la ley orgánica del trabajo.

Lo insólito es que yo no me haya enterado. Esto no tiene absolutamente ninguna consecuencia. Lo torcido de esta situación, es que una decisión como esta, en la circunstancia que sucedió, hablan de dos situaciones muy preocupantes, que nos colocan frente a una total descomposición y falta de respeto por parte del PSUV hacia la militancia,  que nos definimos como pratagónicos, protagónicas y revolucionarias.

Hay en esto dos cosas delicadas. En primer lugar, fue público y notorio que un acto en El Tigre; Diosdado Cabello anunció los candidatos y candidatas que optarían por el PSUV y ahí se anuncio la inscripción de José Rodríguez, quien había realizado un buen desempeño en las denominadas primarias. Salió de segundo y muy pegadito de la persona que “alcanzó” el primer lugar  y se procedió a inscribirlo. Así se hizo.

Días después y en dentro del lapso que establece el CNE para realizar los cambios, sacan a José Rodríguez y postulan a María Cristina Iglesia. ¡Silencio protagónico!  ¡Solidaridad! Andaba yo con una soberana depresión porque no me había enterado, pero nadie se enteró y los que se enteraron –es lo peor- son parte de una señal de esa descomposición. Lamento decir esto, pero es increíble que una cosa como esta haya sucedido y ni siquiera la persona que fue objeto de esa medida (José Rodríguez) haya expreso nada.

¿Eso es señal de disciplina?

Definitivamente no creo que la disciplina alcance para justificar esta situación y el absoluto silencio. Si el cambio hubiese procedido para un cuadro político del estado Anzoátegui que lo hubiese merecido, aun así; la situación era totalmente injustificable y ajena al respeto hacia una persona y hacia la militancia  que decidieron colocar la confianza en este “joven”, que ahora dudo (y me disculpan) de esa condición de joven. Pienso ahora mismo y me pregunto:  ¿Cuál será la suerte  de un partido revolucionario con jóvenes así?

No encuentro otra palabra para calificar esta decisión. La única que se me asoma al entendimiento, es la palabra descomposición y una falta de respeto. No hay otra para calificar una cosa como esta, que da una bófeta a los electores, electoras y al propio “joven” que tal vez cuadró  esta situación con otros fines.

Ahora mismo; María Cristina Iglesia debe estar tomando una clase de geografía del estado Anzoátegui. Le sugiero que busque las publicaciones del cronista Parella y algunos trabajos de Chevigue Guayke sobre Barcelona.

¿Un capricho protagónico? Sé y apuesto a que los lectores de este artículo saben la procedencia del capricho. No hay que inventar mucho para saber quién impuso protagónicamente este capricho. Definitivamente esto se ha vuelto un clan. Son las esposas de los gobernadores quienes tienen las opciones, son la amigas de los gobernadores, son los hermanos. Aceptable sin fueran luchadores, pero son sólo eso, esposas o amgias de una autoridad.



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Amaranta Rojas


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