Los mirandinos fuimos sorprendidos, el pasado martes 29 de septiembre, cuando nos enteramos por los medios de comunicación que los bomberos estadales estaban en una acción de calle, situados frente a la Casa Amarilla de Los Teques, exigiendo ser atendidos por el gobernador Capriles Radonski para plantearle todo un cúmulo de requerimientos que, por diversas vías, han gestionado ante la administración regional sin obtener respuesta alguna.
Exclamamos ¡mundo al revés! Por la sorpresa que causa que siendo los bomberos abnegados servidores públicos que, por definición, están llamados a brindarle auxilio a las comunidades ante cualquier eventualidad, más bien, tienen que recurrir, para llamar la atención, a la protesta de calle, como solicitando auxilio, a consecuencia de la reiterada y manifiesta ineficiencia de Capriles para darle satisfacción a sus justos reclamos.
Sin sorpresa
Pero lo que si no causa sorpresa es la motivación que indujo a los apagafuegos mirandinos de tener que apelar a acciones de presión para forzar la atención de unas autoridades regionales, que, con Capriles a la cabeza, se han caracterizado por la desidia y la indolencia a la hora de asumir sus responsabilidades con los sectores laborales que prestan servicios en la gobernación del estado Miranda; si no que lo digan los educadores y educadoras que tuvieron que ponerse en pie de lucha, hace apenas unos meses, para lograr que se les cancelara unas deudas acumuladas a consecuencia de la ineptitud de Capriles para honrar los compromisos que venía arrastrando por años con los educadores mirandinos.
Igual situación la han tenido que vivir funcionarios de otras dependencias que han tenido que padecer la irresponsabilidad de una administración regional que, a pesar de contar con recursos suficientes-pues el Gobierno Nacional ha hecho los aportes pertinentes y de manera oportuna- no sabe distribuirlos adecuadamente ni disponer las previsiones presupuestarias que permitan cumplir con los compromisos adquiridos. Aunque cabe la duda si este despelote es por ineficiencia administrativa o por vileza politiquera con la intención de atribuirle al Gobierno Nacional la carga del incumplimiento de los compromisos laborales; también es probable que sea la combinación de ambos factores.
Soberbia e intransigencia
Lo cierto es que los bomberos se vieron impelidos a tomar esas acciones de protesta frente a las posiciones nugatorias adoptadas por Capriles y su gente. Expresaron los dirigentes del movimiento, con rangos de distinguidos y cabos, que desde hace tres meses habían intentado entregar un pliego de peticiones en distintas instancias, comenzando por las del Comando Central de Bomberos y luego ante el gobierno regional, pero no hubo autoridad alguna que se interesara en recibirlo; la soberbia, tozudez e intransigencia fue la respuesta que siempre consiguieron.
Frente a esta típica conducta, clasista, propia de la derecha más rancia a la hora de maltratar a los subalternos, a los valientes bomberos mirandinos, que ya venían de la experiencia vivida en el 2012 cuando un grupo de ellos se lanzaron a una huelga de hambre motivados por razones similares a las que impulsaron las acciones de esta semana, no les quedó otra que organizar la protesta que es objeto de esta reseña, sólo que en esta oportunidad supieron calibrar y preparar con tino y precisión las iniciativas que desarrollaron.
En hora buena, porque en esta oportunidad, además, contaron con la solidaridad del Bloque de Legisladores Socialistas del CLEBM, aunque hay que destacar que, en ningún caso, la acción de los bomberos tuvo una implicación político-partidista; respondió fundamentalmente a reivindicaciones sentidas de estos servidores públicos nunca interpretadas por el anodino desgobierno regional.
Sentidas reivindicaciones que tienen que ver tanto con aspectos de índole económico como con requerimientos relacionados con la prestación de un mejor servicio a la comunidad mirandina, entre la cuales destacan:
º Falta de pago en los tickets de alimentación, por un monto que asciende a 75 mil bolívares por bombero.
º Intereses en fideicomiso de 2014 y 2015, así como incidencias en vacaciones y utilidades de 2012, 2013 y 2014.
º Pago del bono nocturno de 2012 al 2015 cuyo monto oscila por los 40 mil bolívares por bombero.
º Precarias condiciones de las infraestructuras de las 16 estaciones de bomberos del estado.
º De las 63 ambulancias que recibió Capriles cuando inició su mandato solo 8 están operativas.
º Apenas cuentan con 5 vehículos de rescate para asistir las emergencias. No poseen vehículos de supresión de incendios.
º El salario de todo el personal hasta el rango de sargento segundo es el sueldo mínimo.
º Resaltan que en estados como Delta Amacuro, Anzoátegui y el Distrito Capital, los bomberos han obtenido aumento de salarios que oscilan entre el 60 y el 90 %; en cambio, en Miranda sólo han recibido maltratos.
A buen entendedor
Con las acciones de protesta, que consistieron en una rueda de prensa en la Plaza Bolívar de Los Teques, que tuvo un amplia cobertura mediática; la entrega de un pliego reivindicativo, luego de 6 horas de presión activa ante la sede de la gobernación; una marcha por el casco central de la capital mirandina y el encadenamiento de 16 funcionarios bomberiles en las afueras de las oficinas administrativas del Cuartel Central de Bomberos, lograron, al fin, que la gobernación, a través de tres representantes, se sentara en una Mesa de Trabajo para evaluar los requerimientos de los decididos y combativos bomberos.
Con esta experiencia y la de los educadores mirandinos queda evidenciado que este es el lenguaje que entiende Capriles, el de la protesta activa y organizada de los trabajadores. Mientras, él sigue ocupado en sus jaquetonerías de la paraoposición, en ese sentido habrá que enseñarle el otro lenguaje, que es el que ha de conducirlo a hacerle compañía al otro felón, al que está recluido en Ramo Verde.