La costumbre viene y se va como el día anterior. Como están tus ojos? No me has dicho la verdad, he venido combinando mi lectura teórica con la tecnología práctica, busco romper el silencio y ya los ejercicios no me bastan. Me acuesto y tenso hacia el pasado, mis pensamientos no logran comunicarse contigo.
Mi corazón, se está convirtiendo tan frio como la nieve del Himalaya, he danzado sobre un corazón lleno de crueldad, nunca olvidaré tu daño a mi espiritualidad. Son veinte y siete años solo, sin ninguna satisfacción. Me recosté sobre la silla y vi mi salario y ya no queda para el café, la expansión capitalista nos ha atrapado y el salario se ha convertido inadecuado.
No estoy seguro de mí, ayer camine varias cuadras por tu residencia y no saliste. Mi amiga Aura, tampoco me invita a su residencia en la ciudad de los crepúsculos para conversar con sus hermanos, todos me dicen adiós. Acabo de tomarme medio frasco de leche condensada por la ansiedad y tan cara que esta, es una locura.
Mis padres adoptivos, quienes me criaron, ya partieron y no pude ver sus cuerpos en esa caja, donde lo colocan a uno para verse en la eternidad, todo corre de prisa. Bueno, uno nació para recibir golpes, hasta de los propios hermanos y camaradas.
No sé sí aprenderé a tiempo o no, no me encuentro bien. Hay mucho que decir, resisto a las impericias de éste gobierno. El materialismo dialectico es mi acompañante, pero de pronto me agrada el fascismo, por las personas indolentes que existen por allí. El amor es como un trabajo. Contigo lo que existe es afinidad y un estilo de vida. No te puedo fallar. Deseo releer todos mis libros, todo. Quiero liberarme pronto y confiar, la gente se hace menos sensible.
El agua es de libre consumo y está fundada en la codicia, la venden muy cara. Todo es manipulación mediática de ambas partes, se debe trabajar mucho para adquirir un kilo de caraotas, necesitamos contraloría social.
Debo levantarme a las tres de la mañana e ir a una cola, no lo olvido. Ya es la madrugada del martes 13, me reuniré contigo en la Aldea Bolivariana, a los chavistas nos tratan como a esclavos, está bien. Pero trabajamos de sol a sol y ni siquiera a una entrada a un mercal, Bicentenario o Pedeval está garantizado, por eso no rendimos en el trabajo, llegamos cansados y con mucho sueño.
Bueno, veamos que nos depara el mañana