El será la derrota política de la guerra económica de la contrarrevolución

La coyuntura política-electoral

Las elecciones de diputados a la Asamblea Nacional de este próximo 6 de diciembre de 2015, tienen una gran importancia estratégica. Se trata de uno de los cinco (5) Poderes Públicos de la nación, que tiene entre sus múltiples funciones aprobar o no las nuevas leyes, decretos o medidas constitucionales del Poder Ejecutivo; el presupuesto anual de la nación; los presupuestos o financiamientos de nuevos proyectos sociales, económicos, científicos, deportivos, culturales, militares, para el desarrollo de nuestro pueblo y del país; desaprobar y remover ministros; crear o reformar leyes a favor o en contra del presidente de la República. En fin, la Asamblea Nacional es un poder que tiene la facultad de colaborar, ayudar y trabajar con el Presidente y su tren ministerial; o por el contrario, sabotear, conspirar y destruir al gobierno nacional. La fuerza política que tenga la mayoría absoluta, podrá hacer una de estas dos labores, construir o destruir, dependiendo si están a favor o en contra del actual presidente legítimo y constitucional Nicolás Maduro Moros.

En tal sentido, es necesario que los y las chavistas estemos claros frente a la actual coyuntura política y sepamos mantener nuestra unidad inquebrantable y victoriosa. Hoy, asistimos a una nueva batalla electoral en el marco de una situación política general caracterizada fundamentalmente por el más feroz ataque combinado en lo económico, lo social, lo político, lo institucional y lo informativo-comunicacional, que ha puesto en marcha el imperialismo norteamericano a través de la guerra económica, la guerra mediática, la guerra fronteriza, la guerra para-militar y la guerra diplomática internacional, con el apoyo de la oligarquía apátrida, los partidos políticos de la oposición perversa y fascista agrupada en la Mesa de la Unidad Democrática, MUD, y los agentes contrarrevolucionarios y corruptos infiltrados en la burocracia del gobierno, para confundir, desmoralizar, dividir y destruir las fuerzas populares, civiles y militares de la revolución, con el propósito final de derrocar al presidente Maduro y acabar totalmente con el proceso bolivariano.

Debemos reconocer la cruel y difícil situación que han logrado imponernos; en primer lugar, por las condiciones económicas ventajosas que ellos poseen como propietarios de la producción económica capitalista y como amos y manipuladores del mercado capitalista e imperialista de los alimentos y bienes de consumo masivo; y en segundo lugar, por las limitaciones, debilidades, fallas y errores que ha tenido nuestro proceso revolucionario, específicamente en lo económico productivo, pues seguimos siendo parásitos de la renta petrolera. Pero, lo más importante es reconocer la profunda debilidad de la estructura económica productiva de nuestro país como tal. Debilidad que no es del nuevo proyecto socialista; sino del viejo sistema capitalista dependiente, rentista y atrofiado que se impuso en nuestro país hace cien (100) años con la dictadura de Gómez, se mantuvo y retroalimentaba con el reparto de la renta petrolera que enriqueció más a la vieja burguesía y empobreció hasta la miseria a las grandes mayorías. Por esa razón, lo correcto es denunciar la guerra económica impuesta por la burguesía y prepararnos para derrotarla y, sobre sus ruinas, construir la nueva estructura económica productiva del pueblo y para el pueblo. Es el único camino para consolidar y seguir construyendo la revolución. En tal sentido, es necesario fortalecer nuestra conciencia política y tener bien claro de dónde venimos, qué somos y hacia dónde vamos.

¿De dónde venimos?

Si algo nuevo y extraordinariamente valioso ha demostrado tener nuestro pueblo, en esta nueva historia patria que comenzó a protagonizar con su propia rebelión civil del 27 de febrero de 1989, es precisamente la batalla por sus derechos y su dignidad. A partir de esa ruptura profunda con el viejo modelo de la democracia burguesa-representativa, los acontecimientos han demostrado que no hay vuelta atrás. Con el alzamiento militar encabezado por Hugo Chávez el 4 de febrero de 1992, la ruptura y el vacío se convierten en luz y esperanza. Luego, seis años después, la indignación se convirtió en emoción con Chávez como candidato presidencial y a partir de esa victoria electoral de 1998, nuestro pueblo aprendió a apoderarse de la vía electoral para el combate por la revolución en el nuevo contexto constitucional de la democracia participativa y protagónica.

Entre el 11 y el 13 de abril de 2002, nuestro pueblo supo poner en las calles su propia y legítima voluntad política, históricamente irreversible, a través de la unidad cívico-militar, para avanzar en su nuevo destino bajo un liderazgo de nuevo tipo encarnado totalmente en la figura del gigante Hugo Chávez. En las elecciones del 2006, ya nuestro pueblo hizo suya la propuesta de ir hacia el socialismo, sin miedos y con la certeza de que el nuevo socialismo bolivariano del siglo XXI, es la única alternativa válida para superar definitivamente la pobreza, la injusticia, la explotación, la miseria, la violencia y avanzar hacia una vida de trabajo productivo, de justicia y de paz verdadera. Todo ese recorrido, junto al comandante Chávez, nos llevó felizmente a la concreción histórica del proyecto definitivo de refundación de la patria y construcción del nuevo país, contemplado en el Plan de la patria. Por primera vez, desde la Declaración de la Independencia de 1810, tenemos un proyecto propio de país independiente, soberano y socialista.

Y es eso precisamente, lo que el enemigo apátrida y contrarrevolucionario, ha querido derrotar y liquidar, desde el mismo momento en que nuestro comandante invicto tuvo que despedirse de este mundo terrenal. Pero, lo que la contrarrevolución no ha sabido entender es el fenómeno político, psíquico, emocional, amoroso, históricamente inédito, de la nueva relación pueblo-liderazgo, puesta en marcha durante esos profundos y prolíficos 20 años de estrecha, intuitiva y rápida sintonía de la muchedumbre del pueblo combativo y revolucionario con su líder supremo. De allí emergen dos hechos que marcan irreductiblemente nuestro presente y orientan nuestro futuro: primero, tener un legado político-filosófico, ético-moral, práctico-organizativo, sustentado en nuestra doctrina bolivariana, en la fe auténticamente cristiana y el pensamiento revolucionario dialéctico, crítico y complejo, abierto a la rosa de los vientos. Segundo, el compromiso del no retorno, sellado y jurado ante el comandante Chávez, que nuestro pueblo ha asumido como una auto-obligación, un deber ético y moral de honrar su sacrificio y su entrega, siguiendo su ejemplo de lucha, de perseverancia y capacidad para el amor, la hermandad y la solidaridad compartidas en la práctica del buen vivir, viviendo lo que somos y lo que queremos ser.

¿Qué somos hoy?

Somos millones y una sola voz. Somos los hijos de Guaicaipuro, de José Leonardo Chirino, de Simón Bolívar y del único comandante invicto de nuestra historia, el gigante Hugo Chávez. Somos la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Somos la nueva democracia participativa y protagónica. Somos el Poder Popular, desplegado en una pluralidad de voces, una diversidad de formas, una múltiple, compleja y abigarrada multitud de calle, en acción, en movimiento, en alegría, en canto y ritmos ancestrales y renovados con las miradas intercambiadas y orientadas hacia un futuro de trabajo liberado en y para la justicia, el amor y la paz. Somos una unidad cívico-militar, patriótica, popular y revolucionaria, preparada para la guerra integral por la soberanía y la independencia de nuestra patria; pero, apostamos siempre por la paz, la autodeterminación, la convivencia, el respeto y la solidaridad internacionales. Somos electores permanentes. Somos Consejo Nacional Electoral. Somos Plan de la Patria. Somos un pueblo de misiones para la educación, la salud, la vivienda, las pensionadas y los pensionados, la alimentación, la seguridad fronteriza y muchas otras más. Somos PETROCARIBE. Somos ALBA. Somos UNASUR. Somos MERCOSUR. Somos CELAC. Somos un ejemplo y un modelo para toda la América y el mundo. Somos Chávez. Somos un pueblo maduro y valiente. Somos los guardianes y las guardianas del legado de Chávez. Somos los defensores del hijo elegido de Chávez, del primer presidente obrero y chavista de nuestra historia. Somos defensores del presidente de nuestra patria más atacado y asediado por el imperio y la burguesía. Somos un pueblo valiente con una sola voz que sigue el camino de Chávez. Somos Nicolás Maduro.

¿Hacia dónde vamos?

Vamos hacia donde iba siempre Chávez en unidad, batalla, lucha y victoria. Vamos con él, con su voz y su fuerza. Vamos hacia la realización del Plan de la Patria con la Constitución y con nuestro propio poder, Vamos hacia la derrota de la guerra económica y la construcción del socialismo. Vamos a la victoria electoral porque vamos hacia el reencuentro de la patria que nos quieren arrebatar. Vamos todos y todas, bajo el mismo modelo de liderazgo que construyó y encarnó el comandante eterno y que hoy sigue fielmente nuestro presidente Nicolás Maduro. Vamos a votar el 6 de diciembre por los candidatos y candidatas de la unidad chavista representada en el Gran Polo Patriótico.

chfariasa@hotmail.com


Valencia, Carabobo, 10 de noviembre de 2015



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Christian Farias

Licenciado en Educación. Docente universitario.

 chfariasa@hotmail.com

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