Aunque usted no lo crea y menos lo considere hay una íntima relación entre revolución, reformismo y capitalismo para nada desdeñable. No es un nueva discusión en mesa, lo contrario, es de vieja data por aquellos tiempos, interesantemente históricos, del siglo XIX y siguientes años, ellos, también históricos.
El común, es decir, los ilustres letrados, duchos en teorías políticas, han venido, unas veces discutiendo, otras conversando, sobre las diferencias entre revolución y reformismo quizás dejando a un lado la realidad significativa de lo real-conceptual de los significados paradigmáticos del capitalismo. Es, también, cierto que, en ocasiones, tendemos a expresar con cierta simpleza que todo lo que se ha desarrollado y ha sucedido desde hace algunos siglos es, sencillamente, capitalismo sustentado nuestros pareceres en rigideces de interpretación conceptual de famosos, muy famosos, escritos de, fundamentalmente, filósofos cuando tratan de comprender las realidades de sus tiempos históricos. Ello es de fundamental cuidado porque el capitalismo, es decir, los fundamentos sobre los cuales se define el sistema capitalista es un monstruo de siete cabezas que tiene vida propia, que evoluciona en permanentes contradicciones, en permanente perfectibilidad produciendo interpretaciones, por demás, inteligentes en los cultos con sus lides en profundos análisis sobre las evoluciones históricas del propio sistema capitalista mientras, pareciera, que las denominadas izquierdas en sus más amplias interpretaciones se mantienen rígidas en las bases fundamentales del sistema capitalista para concluir su "próxima desaparición" como así lo conocemos gracias a los estudios históricos desde que se impusiera la revolución en acto de facto en aquel mes de octubre, bien noviembre, en aquel imposible país zarista denominado como la Rusia zarista.
Pero aquel hecho histórico en su realidad bolchevique se expresaría en su antesala en aquel febrero con un gobierno de los mencheviques que fuera considerado como un gobierno reformista por aquel acercamiento a los factores sociales que se adscribías a los paradigmas del capitalismo, es decir, del progreso, la acumulación y los beneficios no solo en dinero (acumulación capitalista) sino en conciencia alienada. Cabe preguntarnos sí en aquellos momentos de transición estructural en Rusia se presentaban ya consolidados el sistema capitalista o bien era "la imagen" a alcanzar el referente de la "imagen británica", bien la aburguesada "imagen afrancesada" de una revolución pero con apellido, es decir, una revolución capitalista cual, en última instancia, era, en definitiva, una propuesta de desarrollo reformista cual, según el programa menchevique, buscaría alcanzar la "reforma agraria", fundamentalmente. Por cierto, ejemplo histórico bien copiado por y durante el Gobierno de don Rómulo Betancourt pero no sobre la base en propuesta del gobierno de la "Revolución de Octubre" sino sobre el trabajo intelectual de aquel ministro de agricultura de corte cristiano-católico quien, el mismo, nos comentara, años posteriores, había fracasado por diferentes realidades ideológico-políticas.
Cuando nos encontrábamos en Taibei (Taiwan), nos invitaron a visitar al ministro de agricultura del Gobierno de la República de China en Taiwan. El susodicho nos comentaría la importancia de la reforma agraria que se realizara durante el Gobierno de Chiang Kaishek, posterior a la derrota continental en 1949, cual permitiera la realización de un proceso de acumulación importante cual, a su vez, permitiría poder sentar las bases para el tránsito hacia el sector tecnológico y de servicios, claro, también con la aportación de la inversión proveniente del exterior en el marco de las bases sobre las cuales se sustenta el desarrollo lógico del sistema capitalista y dependiente globalizado.
Pero, para los puros de corazón revolucionario, el mismo proceso se había venido dando en la República Popular China, prácticamente, desde su propia fundación como república en su caminar hacia el socialismo lo que le ha permitido tanto al Partido Comunista Chino (PCCh) como a las fuerzas armadas chinas (EPL) capear ese proceso dialéctico en contradicción por los cuales ha caminado la Revolución china en el denominado como "Imperio del Centro": el "Salto Adelante", el "Movimiento de las 100 flores", la "Revolución Cultural" y, fundamentalmente, el proceso de "reforma y apertura" que propusiera Deng Xiaoping y aprobara el PCCh en aquel diciembre histórico de transición política, económica, social, ideológica en el marco de la interpretación del concepto "revolución socialista" e, inclusive, revolución profunda en el estamento militar modernizándole.
¿Por qué es tan fundamental la agricultura tanto para un gobierno netamente capitalista como el de Taiwan como para un gobierno de transición hacia el socialismo con "características chinas" tal como se ha conocido en China desde aquel año triunfal de mes de octubre de 1949?
La revolución "toca" las estructuras del Estado, el reformismo busca edulcorarlas, ambas propuestas en el marco de las bases fundamentales del sistema capitalista y ello es fundamental para poder conocer las profundas diferencias. Una revolución acepta la existencia del capitalismo en su fase histórico-nacional-temporal según cada país para poder comprender, en serio y objetivo análisis, cuál sería el programa obligante a desarrollar que vaya, en su evolución, desmontando los paradigmas capitalistas para, al tiempo, ir incorporando las obligantes políticas socialistas.
Nos referimos a la estructura económica en sus tiempos reales. Ahora bien cabe la pregunta: ¿cuál modelo de cambios profundos deberíamos impulsar para poder, paulatinamente, ir incorporando esas necesarias políticas de beneficios horizontales sociales? Es decir, cabría preguntarnos sobre si es un proceso dialéctico entre la estructura y la super-estructura al unísono en sus praxis o sí bien debemos imponer lo super-estructural primeramente para incorporarlos a los cambios estructurales necesarios que vayan definiendo al propio sistema de cambios profundos hacia la implementación de políticas social-socialistas o bien debemos ir desarrollando el modelo económico de carácter nacional-histórico al tiempo que sobre esa praxis ir abstrayendo los paradigmas obligantes que vayan consolidando el poder legal, ideológico y cultural del proceso hacia lo social-socialista.
Es evidente que los cambios estructurales nos pueden llevar, paulatinamente, hacia el camino del reformismo sino imponemos las bases legales, ideológicas adscritas al Poder Ejecutivo que permitan evitar esa tentación burguesa de mantener las realidades nacionales en los esquemas paradigmáticos del capitalismo imponiendo políticas sociales de carácter del diálogo tripartita. Es decir, que los cambios estructurales económicos conllevan, obligantemente, la necesidad de educar a los sectores del trabajo a conocer y asumir sus responsabilidades en no solo diferencias el carácter reformista (solicitud permanente de aumento de sueldos y salarios y de expansión de los beneficios socio-económicos adscritos a la clase trabajadora: obreros, campesinos, personal administrativo, e, inclusive, ejecutivos) sino su vital importancia en la acumulación, la distribución y el ahorro para, en última instancia, que la sociedad pueda adscribirse al proceso revolucionario-nacional socialista.
Lo inmediato anterior nos lleva a tener que aceptar y asumir que, actualmente, los procesos revolucionarios están inmersos en los paradigmas del sistema capitalista, que están en permanente confrontación como en permanentes contradicciones entre las propuestas social-socialistas que propone la revolución y los significados paradigmas del sistema capitalista.
Es decir, no hay socialismo, por ejemplo, aunque no es el único factor importante, cuando aún están presentes esos fundamentos que definen al sistema capitalista aunque si es evidente que las políticas social-socialistas se van imponiendo desplazando a esos correspondientes fundamentos capitalista en un Estado-nacional en análisis.
Es decir, el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción no son "letra muerta" por lo cual en un proceso revolucionario tanto el Gobierno como el factor cultural-educativo e ideológico que desarrolla el conocimiento conceptual del significado de los paradigmas revolucionarios conjuntamente con los accionares obligante-constitucionales que se desarrollarán desde y sobre las obligaciones del Ejecutivo cuales son de "tarea diaria" aun en el marco de la confrontación permanente, en el marco de las lógicas e inevitables contradicciones, no solo en la estructura económica sino, al tiempo, en las profundas contradicciones de clases cuando captamos, históricamente, como sectores revolucionarios van transitando desde la revolución hacia el reformismo por aquello de las delicias del consumo y las ignorancias impactantes en los significados de la alienación capitalista.
Como decía Chávez Frías: estudio, estudio y más estudio.