Después del 6-D: aprender a gobernar

En las pasadas elecciones parlamentarias, el triunfalismo oficialista impidió una lectura correcta de las advertencias subyacentes en aquel resultado electoral. En la mayoría de los circuitos, los candidatos del PSUV se impusieron por un pequeño margen y se celebró su victoria sin valorar las implicaciones futuras del rechazo de un creciente número de electores. Ésta cerrada diferencia en los circuitos de mayor densidad de electores explica por qué la oposición, si bien totalizó un mayor número de votos a nivel nacional, terminó sacando menos diputados que el PSUV. Muchos de sus candidatos, aunque sacaron una alta votación, fueron derrotados por una pequeña diferencia. Pero en las elecciones de 2015, el desgaste acumulado después de 16 años de gobierno, agravado por los crecientes problemas de escasez, acaparamiento, especulación e inflación, potencia la opción de los candidatos de la oposición.

El descenso del apoyo popular a los candidatos del gobierno en las parlamentarias del 2010 dejó muchas preguntas que de cara a las parlamentarias del 2015 es necesario replantear:

¿Acaso los ministros transmutados en candidatos a diputados tienen un verdadero arraigo popular o serán vistos por los liderazgos locales que resultaron desplazados como paracaidistas a los cuales no van a respaldar?

¿Estamos en presencia de un electorado que comparte la narrativa de la guerra económica o todavía hay mucho clientelismo político que superar?

¿Se repetirá la historia de movilizar a los funcionarios públicos para llenar las concentraciones de los candidatos del oficialismo que tanto malestar y abstención provocaron en las pasadas elecciones?

Tal como ocurrió con el capitalismo rentístico, el neo-rentismo socialista funcionó mientras el gobierno pudo disponer de una creciente y cuantiosa renta. Pero al colapsar los precios del petróleo, el castillo de naipes se vino abajo. Al depender exageradamente del comportamiento errático de los precios del petróleo y no de la construcción de un nuevo modelo productivo, la mejora en los indicadores sociales quedó sujeta con alfileres. Una vez más quedó demostrado que una revolución social sin una verdadera revolución económica, es una revolución insostenible e inviable.

El gobierno perdió la oportunidad que le ofreció el auge rentístico más grande de toda la historia para asegurar el carácter irreversible de los progresos en el campo social. Confundió estatizar con socializar y buena parte de la renta se le fue en pagar indemnizaciones de las empresas expropiadas. El capitalismo no se supera estatizándolo, sino demostrando que la empresa socialista es superior. Para asumir este reto había que invertir productivamente la renta en la creación de nuevas empresas bajo el control de los trabajadores directos, en función de asegurar que la mayor parte de las ganancias se destinara a financiar la inversión social. Pero las empresas estatizadas terminaron secuestradas y quebradas por el burocratismo, el pseudosindicalismo y la corrupción y hoy compiten con las misiones sociales para que el gobierno les transfiera recursos.

El malestar en el chavismo

Es innegable el creciente descontento que hay en las bases chavistas. Los candidatos del oficialismo sufren al cargar con el peso de una gestión gubernamental que luce paralizada, incapaz de atinar las medidas necesarias para superar la crisis. El gobierno no ha sido todo lo eficiente que el pueblo exige y no ha podido encarar con éxito los flagelos de la escasez, acaparamiento, especulación, inflación, desempleo e inseguridad que atormentan al ciudadano de a pie.

Muchos de los que antes votaban por los candidatos del gobierno esta vez se abstendrán para no sentir que cometieron un acto de traición. ¿Cómo interpretará el Gobierno un resultado desfavorable en las próximas elecciones de la Asamblea Nacional? ¿Lo considerará como una manifestación de deslealtad y traición o como una advertencia de lo que puede ocurrir en las próximas elecciones de gobernadores y alcaldes si no termina se superar la inercia y romper la inacción para mejorar lo que hay que mejorar?

La correlación de fuerzas en la nueva AN

Evitar que se reedite el modelo basado en la propiedad estatal total y absoluta sobre los medos de producción pasa por crear un nuevo marco legal que promueva e impulse nuevas formas de propiedad social. Esto implica delimitar los sectores económicos que el Estado se reserva por razones estratégicas, tales como petróleo, gas, industrias básicas, electricidad, telecomunicaciones, ferrocarriles, metros, etc.; e identificar los sectores en los que se estimulará y protegerá la economía social, particularmente los relacionados con las canastas alimentaria y básica. Asimismo, se requiere un marco legal claro y estable sobre los sectores en los que se promoverá la inversión privada nacional y extranjera comprometida con la construcción de un nuevo modelo productivo que genere una abundante oferta de bienes y servicios de buena calidad y precios solidarios para superar los actuales problemas de escasez, acaparamiento y especulación que azotan a la población.

Con este fin, la nueva AN tendrá que legislar para aprovechar de mejor manera la amplia gama de incentivos arancelarios, fiscales, financieros, cambiarios, compras gubernamentales, suministro de materias primas, capacitación de la fuerza de trabajo, asistencia técnica, etc. que el actual gobierno no ha sabido aprovechar en función de impulsar la transformación de la economía rentística e importadora en una nueva economía productiva y exportadora.

En las parlamentarias del 6-D gobierno y oposición intentarán arrasar para lograr la mayoría calificada de 2/3 para aprobar leyes orgánicas o 3/5 para leyes habilitantes. Aunque después del desgaste que significan 16 años en el gobierno, para el PSUV-GPP el solo hecho de lograr la mayoría absoluta de la mitad más uno de los diputados sería una gran victoria. Y en caso de necesitar la mayoría calificada, la diversidad de fuerzas contradictorias que componen la MUD, le abren a la bancada oficialista un importante compás de negociaciones y potenciales alianzas, inaugurando así una nueva etapa en la que será necesario dejar de mandar para aprender a gobernar. Un escenario con una correlación de fuerzas donde nadie pueda imponer su aplanadora, emplazará al oficialismo a desarrollar nuevas habilidades para aprender a gobernar en función de generar consensos y construir los grandes acuerdos que eviten una crisis de gobernabilidad.



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Víctor Álvarez

Economista. Investigador del Centro Internacional Miranda (CIM). Premio Nacional de Ciencia 2013. Ex-ministro de Industrias Básicas y Minería. Autor de Venezuela: ¿Hacia dónde va el Modelo Productivo, Del Estado burocrático al Estado comunal y Claves para la Industrialización Socialista.

 @victoralvarezr

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