El libre albedrío

La frase anterior, aparentemente muy sencilla, ha sido y es objeto de estudio de teólogos, filósofos, abogados, entre tantos sin oficio que hacen enciclopedias completas para definir una palabra, que al final lo que hacen es confundir. Yo, como doctor en ignorancia, también le dedicaré algunos párrafos para precisar ciertos conceptos.

Según La Biblia, Dios le entregó a los seres humanos la facultad para obrar según desee, independientemente de si sus decisiones sean buenas o malas. Esto lo entiendo como una justificación de la mala praxis divina de un Ser Perfecto. Es decir Dios, como ser superior, le hubiese sido más loable crear un ser perfecto (a su imagen y semejanza) y no esta imperfección llamada ser humano, de esta manera se hubiese evitado los sinnúmeros de faltas que cometemos los mortales.

Algunos filósofos consideran que el libre albedrío supone la posibilidad del hombre de elegir entre el bien o el mal. En este sentido el libre albedrío le concede a los individuos(as) la libertad que tiene el ser humano para elegir entre el bien o el mal. Otros, los llamados deterministas, contemplan que todas nuestras decisiones tiene su raíz en una causa preexistente, quiere decir que no hay elección posible, lo cual conlleva a que el libre albedrio no existe. A manera de ejemplo: si a un tigre se le coloca frente a un tierno venado y una bandeja de acelgas, evidentemente se lanzará sobre el apetitoso cuadrúpedo. Su elección está determinada por la genética del felino.

Según el Derecho Penal, un individuo que comete un delito tiene la libertad de decidir entre hacer el bien o hacer el mal, por lo tanto acepta las consecuencias, la pena o el castigo, que de esta conducta se deriva. Es decir, de ser tratado como un delincuente.

Como ve, estimado lector, las tres palabras que encabeza mi artículo ha generado discusiones de todo tipo y yo, sin pretensiones de erudito, las utilizaré para motivar a mis lectores para que acudan a las urnas en la próxima justa electoral que se avecina.

A mi entender el libre albedrío es la capacidad de los seres humanos en diferenciar o el de elegir entre la luz o la oscuridad; el conocimiento o la ignorancia; de caminar por el buen sendero o el mal camino; la justicia o la injusticia; el buen gusto o el disgusto; entre el bien o el mal o como dirían los asiáticos, entre el ying y el yang.

Ciertamente, debo resaltar que toda escogencia supone una información previa y para que esta cumpla su objetivo, esta (la información) se debe transformar en conocimiento. Finalmente, el conocimiento positivo debe convertirse en una praxis. A manera de ejemplo: una madre debe tener noción de lo que es la buena nutrición para poder seleccionar el tipo de alimento que le debe suministrar a su retoño. Es decir, la escogencia (el libre albedrío) está determinada por la información previa y una vez que la haya asimilado y convertido la información en conocimiento, procederá a preparar los alimentos (praxis) que deberá ingerir la familia.

Estamos a menos de una semana para que los venezolanos votemos por los representantes que ocuparán las curules en la próxima AN. Votar es escoger, seleccionar, es decir, debemos apelar al libre albedrío para elegir entre el bien o el mal. Los electores deben estar claros en la escogencia del postulante, entre el candidato que representa el bien y quien encarna el mal. Como en toda escogencia es indispensable partir de una premisa (información), estoy obligado a facilitarles el asunto a los lectores. Veamos quienes representan el bien y quienes el mal.

El mal: los candidatos que propiciaron o apoyaron la huelga petrolera, las guarimbas, la guerra económica, el bachaqueo, el golpe de estado, la violación de los derechos humanos durante los secuestros de miles de venezolanos durante el desarrollo de las guarimabas, el sabotaje eléctrico y financiero, la complicidad con el sicariato…

El bien: los aspirantes a la AN que siempre han defendido la democracia representativa y protagónica, quienes han luchado al lado del pueblo en la búsqueda del poder popular para el beneficio de los excluidos de siempre y de todo el pueblo venezolano.

El mal: los candidatos que se reúnen con el FMI para entregarle las riquezas del país a los consorcios financieros y a las empresas transnacionales que tienen sed de crudo barato.

El bien: los candidatos que respaldaron a mi comandante Chávez y hoy, al presidente obrero y chavista MM, quienes en las instancias internacionales han denunciado y denuncian los abusos del FMI de los inhumanos programas de ajustes financieros.

El mal: los candidatos que apoyan las medidas agresoras del presidente de los EEUU contra Venezuela.

El bien: los aspirantes que defienden a capa y espada a Venezuela y denuncian, ante las instancias nacionales e internacionales, las agresiones contra nuestra patria.

El mal: los candidatos que reciben financiamiento del Departamento de Estado de USA y de las organizaciones de la derecha europea.

El bien: los candidatos que rechazan la inherencia de agentes extranjeros en la política venezolana.

El mal: los candidatos que representan los empresarios que solo defienden los intereses pecuniarios particulares y los de sus empresas.

El bien: los postulantes que representan al pueblo y que solo defienden los intereses de las comunidades.

El mal: los candidatos identificados con los partidos que votan en la AN en contra de las esperanzas del pueblo que les asegure una buena calidad de vida.

El bien: lo candidatos que se enfrentan denodadamente en la AN a los diputados de la derecha que entorpecen toda posibilidad de mejorar las condiciones de vida del pueblo venezolano.

El mal: los candidatos que aspiran implantar un gobierno de corte neoliberal, en el supuesto negado de ganar una elecciones presidenciales.

El bien: los candidatos que intentan que Venezuela se regocije de un gobierno socialista, donde el poder popular sea el eje de acción de la gestión de gobierno.

El mal: los candidatos que realizan viajes hacia el exterior (financiado por sus amos del norte) para denigrar de Venezuela ante las instancias internacionales.

El bien: los candidatos que trabajan en Venezuela al lado de sus comunidades para avanzar en la conformación del socialismo y la consolidación del poder popular.

El mal: los candidatos que representa a los partidos responsables o cómplices de las atrocidades cometidas contra el pueblo venezolano durante la cuarta república.

El bien: los postulantes del PP que enfrentan día a día las agresiones, los insultos, la mentiras, las infamias, los ataques…contra los defensores del poder popular y quienes protegen los derechos de los campesinos, pescadores, los negros(as), los homosexuales, los obreros, los estudiantes, las amas de casas y los(as) pensionados(as).

El mal: los ediles de la MUD que actúan en la AN, quienes no votan para que los pensionados del seguro reciban un aumento; no aprueban créditos adicionales para que a las estudiantes se les entreguen canaimitas, tabletas, becas, entre tantos beneficios que merecen el pueblo venezolano.

El bien: los congregantes del polo patriótico salvaguardas de los intereses de pueblo y que votan en la AN a favor de las propuestas que favorecen a la mayoría de los venezolanos.

El mal: algunos de los candidatos que promueven acciones violentas contra los venezolanos, enlutando, en muchos casos a cientos de familias venezolanas.

El bien: los candidatos del PP, quienes promueven la paz y la convivencia entre los venezolanos.

El resumen anterior debe servir para que los electores, en el momento de la privacidad del voto, utilicen el libre albedrío para escoger el candidato que representará el bien en la AN.



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Enoc Sánchez


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