Mal

El mayor triunfo del mal es seducirnos para el mal. El sábado pasado quisieron inyectarnos en Venezuela las riñas del Black Friday ‘viernes negro’, en que gente gringa enloquece por comprar lo que sea solo por la ganga y se entra a puñadas por unos cachivaches abaratados que no necesita.

Ese sábado anunciaron Mega Mercales inexistentes para que la frustración nos incubase lo más sórdido. Fracasaron como siempre. Intentan sacarnos lo Pérez Venta, lo Lorent Saleh, lo Leopoldo López, lo general Guaya Vivas. No es imposible; con ellos lo consiguieron. Esa dirigencia depravada quiere volverte como ella. ¿Alguna de sus gobernaciones o alcaldías ha intentado siquiera una solita obra provechosa? ¿Verdad que no? Haz memoria. Y recursos han tenido. No, lo único que emprenden es violencia, barbarie y contumelia. Míralas. En Venezuela solo funcionan las cosas del gobierno. No todas, solo las más. La burguesía venezolana no sirve ni para lo que sirven las burguesías.

El mal y la muerte producen una atávica fascinación. Θάνατος, Tánato, ‘muerte’, así lo dijo Freud. Causar mal y muerte me pone por encima de ti, soy el Superhombre, Der Übermensch de Nietzsche. Y si el daño es colectivo, más señorío. No importa que me dañe a mí y a mi gente, pues ese daño me asocia con las clases caras, aun sin sus privilegios. Aunque se rían de mí, porque la cosa es esperpéntica, ¿verdad, Malula, Conde del Guácharo? El chavismo se desespera tratando de convencer a pelabolas que dañan sus intereses trabajando para la oposición. Hay un punto humano, demasiado humano, en que esa actitud destructiva y autodestructiva es irreversible. Peor: afecta al propio chavismo cuando alguien se arma con una camionetota y favorece solo a su clan y se defiende de camarillas rivales. Matan votos por doquier y alimentan la ideología capitalista: «¿Viste? El chavismo también es una mugre. La humanidad lleva el neoliberalismo en el ADN. El ser humano es un asco».

Hay un placer morboso en condenar la corrupción mientras se raspan cupos. Se arma una competencia de picaresca.

No tengo autoridad para estipular cómo debe ser la felicidad de nadie. Cada quien se la forja como le parece. Pero tengo derecho a no entender cómo se puede ser feliz haciendo daño si hacer el bien es tan sabroso.



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Roberto Hernández Montoya

Licenciado en Letras y presunto humorista. Actual presidente del CELARG y moderador del programa "Los Robertos" denominado "Comos Ustedes Pueden Ver" por sus moderadores, el cual se transmite por RNV y VTV.

 roberto.hernandez.montoya@gmail.com      @rhm1947

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