Los resultados de las elecciones del 6D reflejan una serie de indicadores, que ni siquiera la mayoría de los ganadores intuyeron su proporción y mucho menos quienes dirigieron el proceso electoral desde el comando Bolívar Chávez. Es tal la magnitud de los resultados que la oposición nunca quiso aceptar firmar el compromiso de aceptación de los resultados, por temor a que el árbitro no les reconociera el triunfo y trampeara los resultados como ellos lo hacían con impunidad en la 4ta República.
Publicidad basada en el viejo slogan de Cambio; rechazo popular al desabastecimiento, inculcando la culpabilidad al gobierno; encarecimiento de la vida sin precisar culpables, o mejor dicho, sin encarcelarlos; desorden en entrega de viviendas, taxis, carros, etc. al punto de menospreciarse y señalarse como un acto proselitista electoral, por mas explicado que fue, no pudimos superar la matriz negativa de opinión, sobre todo en esa voluble clase media; concentración de la imagen presidencial en unas elecciones circuitales, donde los actores debieron ser el pueblo, los movilizadores, candidatos y candidatas; no exponiendo la figura presidencial, lo que a lo largo se constituyó en una especie de plebiscito. No bastó la buena organización estructurada; no bastaron las movilizaciones, ni el desgate visual del presidente, quien trabajó sin descanso pero agotando y cansando a la audiencia nacional. Ahora es fácil, el culpable es él.
Los facilistas de siempre será enemigos inmediatos, que permitirán el descargo en la responsabilidad colectiva y la falta de criterios justos para evaluarnos, abrirá críticas hacia los demás. Debemos estar pendientes de no permitir a los revisionistas del proceso; que darán lecturas para replantearnos escenarios y tácticas diferentes al camino revolucionario, muchos de ellos le sacarán el cuerpo a la autocritica. Se puede propiciar la cacería de brujas para expiar culpas, sobre todo por quienes evitarán asumir responsabilidades propias, cosa que admiró el mundo cuando Chávez asumió con responsabilidad su derrota y enmarco en la historia su frase del "por ahora". No será fácil para el movimiento revolucionario, el golpe nos atontó, pero debemos levantarnos y emprender el camino, "quien dijo que la revolución sería fácil", "quien se encuentre fuera de culpa, que lance la primera piedra". Este evento servirá para la depuración, muchos se irán, muchos, sobre todo quienes se sirvieron en lo particular, se apartarán, no darán mas la cara, se irán a sus cuarteles de invierno; pero siempre quedará ese pueblo que aun cuando haya votado por sus enemigos naturales, habrá que protegerles, hacerles ver que cometieron un error por nuestra culpa, porque no nos sumergimos en sus necesidades, en sus reclamos y en su desarrollo. No fuimos revolucionarios.
El presidente Maduro solicitó la renuncia colectiva de sus ministros, buena acción inmediata, que deberá estar acompañada con nuevos planteamientos, nuevas ideas y acciones en la gestión pública que posibiliten el fortalecimiento de la economía; el empoderamiento de ese pueblo a quien nos debemos; fortalecer a los concejos comunales, comunas, blanco y objetivo inicial de los contrarrevolucionarios. De eso no tenemos dudas y la guinda para quienes financiaron desde el exterior a los grupos radicales y partidos políticos de la derecha… nuestra PDVSA, si, no dudemos ni por un instante que sobre ella recaerán toda suerte de maleficios, "habrá que compartirla con la empresa privada" será el planteamiento central de quienes aceptaron ser financiados por estos poderes extraterritoriales. Será una dura batalla, el país sufrirá el escarnio de los todopoderosos de siempre, que no perdonarán a quienes estuvieron en contra de ellos, o sea el pueblo llano, el pueblo mayoritario, que en muchos casos votó por ese espejismo del CAMBIO, un cambio que vendrá, pero para mal de esos pobres de siempre.