El Presidente Maduro ha afirmado que "nos derrotó la guerra económica". En este artículo refuto esa afirmación y argumento que la razón fundamental de la derrota tiene que ver con el "Síndrome de Inmuno-Deficiencia Social Adquirida" (SIDSA). Aparte, presento algunas propuestas de terapia para superar esa patología social.
El SIDSA es parecido al SIDA. Se trata de un conjunto de enfermedades que tienen su origen en la poca capacidad del organismo para defenderse de infecciones que en condiciones de inmunidad normal no causarían mayor daño. En el caso del SIDA, ese cuadro es causado por la presencia de un virus llamado Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) y en el caso del SIDSA ese virus se llama corrupción moral.
En el terreno social, tenemos buenos ejemplos de países y experiencias que nos muestran robustez. Miremos para empezar el caso del paro patronal o petrolero que tuvimos en Venezuela al comienzo de este siglo. Ese tipo de paros tiene normalmente un efecto contundente para tumbar gobiernos, sin embargo, la Venezuela de entonces contaba con las defensas necesarias para confrontar tan feroz ataque. Otro ejemplo interesante lo encontramos con el paro de camioneros en Chile durante la gestión de Allende. En aquel entonces, utilizando una tecnología basada en Telex, se configuró una plataforma de contraataque a aquella agresión económica que perseguía desestabilizar al gobierno. Esa plataforma, llamada Sinergia Cibernética, contenía tres elementos fundamentales: (1) Organización popular, (2) Tecnologías de Información y Comunicación (Con todo lo incipientes que éstas podían ser) y (3) Análisis de Datos y Situacional. El resultado fue que el paro de camioneros fue derrotado gracias a las altas defensas morales, populares y tecnológicas implementadas por un gobierno que asumió la agresión con decisión y criterios.
Mientras tanto, en el caso de la Venezuela de los últimos años hemos visto crecer la hierba con absurdo desdén. Nótese que no utilizo la expresión "guerra económica" porque no puede haber guerra si no hay dos partes enfrentadas. Aquí lo que ha habido es una agresión económica, psicosocial y moral dirigida de manera muy certera a generar el cuadro de SIDSA que estamos sufriendo en el país.
Cuando nos medio-percatamos de que las cosas con las colas, el contrabando, el desabastecimiento y la delincuencia se estaban poniendo feas, comenzamos como país y como gobierno a preocuparnos por el asunto. Pero poco pasamos de la pre—ocupación y pocas medidas concretas se implementaron. Fuimos muchos los que le dijimos al gobierno nacional en distintas instancias de poder que era necesario tomar medidas urgentes para evitar un colapso social que ya ha mostrado terribles síntomas, dentro de los cuales se encuentra los resultados electorales del 6D.
Dentro de las medidas a tomar estaba claro que había que atacar con urgencia los síntomas febriles. Había que buscar la forma de reducir las colas y hacer que se volvieran a ver los productos en los anaqueles. Había que buscar un contraataque al impacto nefasto del dólar paralelo en la especulación y había que superar las ambiciones de ingresos fáciles de muchísimos venezolanos. Como gran ironía observamos que un país que en teoría apunta hacia un modelo socialista, se encuentra sumergida en una asquerosa versión de capitalismo salvaje.
Pero en definitiva los problemas no se habrán de resolver si no se atacan de raíz. Nótese que si no hubiese corrupción aquí no habría contrabando en pasos fronterizos y en aduanas; no habría sobreprecios ni abusos con los diferenciales de cambio; no habría tanto delito impune ni tanto inocente preso; no habría bachaqueo ni raspado de tarjetas. Si establecemos una red causal de todos los problemas del país llegaríamos a encontrar que en el centro de la misma estaría la corrupción moral, misma que abarca a la administrativa, y que nos ha llevado al extremo de la indolencia y el individualismo de tener al pueblo robándole al pueblo.
Como se ve, muy distinta sería la situación del país en relación con las problemáticas sociales y en relación con la consolidación de un proceso revolucionario si la sociedad nacional no presentara tan terribles vulnerabilidades. Creo que ya basta de que le echemos la culpa a los demás de lo que son nuestras falencias. Si no asumimos a la corrupción moral nacional como nuestra causa raíz fundamental, jamás podremos resolver nuestros problemas sociales palpables.
Ahora bien, el problema de la corrupción trasciende a los actores que tengan protagonismo social dentro del Estado y esto no es un asunto de cambiar gobernantes, hay que cambiar el sistema. El sistema social venezolano se corresponde a un capitalismo libertino en el cual se conforma una relación de conchupancia entre un Gobierno poderoso y corruptible y un aparato económico parasitario. Este es el sistema que ha prevalecido en Venezuela desde Gómez para acá, pasando por supuesto por los últimos años de gobierno chavista.
Durante el Gobierno chavista ha habido un cambio de oligarquías, pero no la superación de las mismas. Asimismo hubo un cambio parcial de compinches en el sector económico, el cual generó una formulación de estrategias imperiales para recuperar la hegemonía política y económica del país. El proceso revolucionario bolivariano, con todas sus virtudes, tuvo dos defectos de carácter estructurales significativos: el primero fue el de no formular estrategias para superar al capitalismo libertino donde el propio Estado tiene un rol protagónico; y el segundo es consecuente, la falta de estrategias para superar la corrupción.
Ya argumentado el diagnóstico en relación con el SIDSA en nuestro país, se procede a presentar propuestas para superarlo. En este sentido el único remedio verdadero que se puede aplicar es la Vitamina M, con M de Moral. Es obvio, si el problema es la corrupción o descomposición moral, la solución no puede ser otra que la recomposición moral. Cuando hablo de moral lo hago siempre considerando sus dos acepciones fundamentales, la que se refiere a lo correcto, así como la que se refiere a la energía para afrontar un cometido, una misión.
Para recomponer la moral social es necesario que nos percatemos de que no es por la vía de instituciones corruptas que vamos a lograr el cambio. No son las oligarquías, estén estas ubicadas a nivel de gobierno o del sector económico, las que habrán de protagonizar los cambios. Para eso se hace necesario que el pueblo desarrolle el poder necesario para someter a los gobiernos y la economía a su voluntad soberana. Aparte, se hace necesario que el pueblo se organice con el firme y único propósito de acumular poder para tener al resto de la sociedad bajo su control.
Pareciera que el cometido es difícil, pero pienso que es posible obtener éxitos tempranos para ir ganando la moral necesaria (en el sentido de energía) para impulsar la definitiva revolución. De manera muy concreta propongo lo siguiente:
-
Conformación de una Gran Organización Nacional que tenga el fin antes planteado y que se apoye en las Tecnologías de Empoderamiento y Participación (TEP). Esta organización funcionará en torno a una gran red social y se denominará como el pueblo venezolano decida. Sugiero los nombres: "Gran Comuna Nacional" y "Control Popular Total".
-
Presionar al gobierno nacional para que abra datos relacionados con asuntos de interés popular. Con la apertura de datos se busca maximizar la transparencia y el desarrollo de la capacidad de control popular sobre toda la sociedad. Dentro de los asuntos de más interés destaco:
-
Programas sociales:
-
Adjudicación de Viviendas.
-
Adjudicación de vehículos, línea blanca, celulares y computadores.
-
Dotación de hospitales, ambulatorios y CDIs.
-
Mercal, PDVAL y AGRO
-
-
Política cambiaria:
-
Adjudicación de divisas preferenciales.
-
-
Monitoreo de la economía:
-
Supermercados, abastos y sus cadenas de distribución.
-
Farmacias y distribuidoras de insumos médicos.
-
-
-
Presionar al gobierno para que financie el desarrollo de Plataformas Tecnológicas para el Pode Popular. Así se tendrán las posibilidades de contar con aplicaciones que nos permitan tener mejor acceso a los programas sociales, mayor satisfacción de las necesidades fundamentales y lo que a la larga será más importante: mayor control popular sobre la sociedad.
Nótese que se parte del criterio de que el pueblo en su totalidad es incorruptible y que a través del control que el mismo pueblo pueda ejercer sobre la sociedad, se podrá superar el cruel y corrupto capitalismo, especialmente en su peor versión, la libertina.
En próximos artículos daré más detalles de esta propuesta. Estoy completamente a la orden para darle forma a esta iniciativa y comenzar a integrar la organización antes mencionada.