Aprender con la derrota y avanzar…

De las mieles del triunfo al amargo de la derrota

El chavismo, como corriente política, estaba acostumbrado, desde diciembre de 1998, primera oportunidad en que el Comandante Chávez accedió a la Presidencia de la República, a saborear las mieles del triunfo en los lances electorales; salvo el interregno del revés recibido, en el 2006, con el referéndum de la Reforma Constitucional, había acumulado 18 éxitos continuos hasta llegar al 6D próximo pasado en el que sufrió la más aplastante de las derrotas en las elecciones para la conformación de la Asamblea Nacional; ahora conoció el sabor amargo de la derrota.

Elección esta, en la que la derecha opositora aglutinada en la MUD, obtuvo 7.726.066 votos, equivalentes al 58% de los sufragios, resultado que le concede 109 parlamentarios más los tres representantes indígenas que tienden a alinearse con la oposición para un total de 112 diputados y la fuerza chavista del GPP (PSUV y Aliados) obtuvo 5.578.834 votos, equivalentes al 41% del total de votos, con lo cual alcanzó una representación de 55 diputados.

Con esta configuración la derecha se garantiza las dos terceras partes de la Asamblea Nacional, lo que implica el control absoluto del Poder Legislativo, y, con ello, se dota de acuerdo con la normativa de la CRBV, de un conjunto de facultades que le permiten ejercer un estricto control del Ejecutivo Nacional o lo que es lo mismo de obstaculizar la acción gubernamental; es decir, estos resultados generan, objetivamente, una nueva compleja y comprometida situación política en el país.

Acentuar la desestabilización

Esta oposición venezolana, monitoreada y supeditada a círculos del poder imperialista estadounidense, no está en condiciones ni tiene disposición de desarrollar una política autónoma, de manera que siendo de interés estratégico para el imperialismo el derrocamiento de la Revolución Bolivariana, objetivo que han pretendido-desde sus inicios- por distintos medios, por lo que ella implica tanto en el orden geopolítico, al ser vanguardia de la integración latinoamericana, como en el orden geoestratégico, por ser nuestro país el depositario del 28% de las reservas petrolíferas probadas del mundo, tan vitales para la prevalencia de su hegemonía imperialista, está más que claro el lineamiento que va a regir la actuación opositora desde esta posición que acaba de conquistar: propender a acentuar la desestabilización del país con miras a acelerar el desplazamiento, lo más pronto posible, del gobierno bolivariano.

Si este objetivo lo han pretendido, con ansias y desesperación, desde los inicios del proceso bolivariano, sin contar con el extraordinario dispositivo que le confiere la fuerza electoral que hoy ostentan y el clave control del Poder Legislativo, con más razón, en estas circunstancias, para no tener dudas en cuanto a la orientación que le van a imprimir a su ejecutoria desde el Parlamento.

Anillo de contención tiende a debilitarse

Por otra parte, el contexto internacional, progresivamente, se le ha tornado favorable al imperialismo, a nivel de América del Sur, el triunfo de Mauricio Macri en Argentina y la situación, por demás, comprometida del gobierno de Dilma Rouseff en Brasil, son indicadores concretos del repunte conservador que se cierne sobre la región, ya apuntalado con la existencia de gobiernos pro-imperialistas en varios países (Colombia, Perú, Paraguay, Guyana); de manera que el anillo de resistencia y contención que se había logrado conformar, en buena medida, auspiciado por la visión estratégica de Hugo Chávez, en los años precedentes, tiende a debilitarse.

Es evidente que el imperialismo se ha venido aprestando para reponer el control tradicional que ha ejercido sobre esta parte del mundo, su patio trasero, (propósito que pasa por deponer la posición altiva que ha mantenido la Venezuela bolivariana en los últimos lustros): ha fortalecido su presencia militar, ya lleva alrededor de 30 bases militares instaladas en la región, muchas de ellas, como tenazas, alrededor de Venezuela, activó su VI flota, para el Atlántico Sur, que mantuvo enlentecida por varias décadas; distiende las relaciones con Cuba, aliado estratégico nuestro y neutraliza, de alguna forma, las fuerzas guerrilleras de Colombia y estimula, abruptamente, relaciones controversiales de Guyana para con nuestro país. Para cualquier observador resulta despejado que todos estos movimientos no son ajenos a la pretensión injerencista del imperialismo hacia la Patria de Bolívar, máxime, si se tiene presente que este, históricamente, "no da puntada sin dedal".

Análisis de la derrota

Luego del impacto que causó la derrota del 6D en la militancia chavista, se impone sobreponerse para afrontar con entereza y eficiencia la dura etapa política que se abre a partir del próximo 5 de enero, cuando se instale la nueva Asamblea Nacional, bajo el dominio de la derecha opositora, hay que empinarse sobre las dificultades, como buenos discípulos de Bolívar y Chávez, y, como tales, evitar que la derrota política-electoral coyuntural del 6D se convierta en una derrota política estratégica. En función del análisis planteado apelamos, metodológicamente, a darles respuesta a varios preguntas que lucen pertinentes.

Quién nos derrotó

En primer término, aún cuando es harto conocido que nuestro enemigo principal, como pueblo y como nación, así como de todos los pueblos del mundo, es el imperialismo estadounidense, es necesario preguntarnos quién o quiénes nos derrotaron, en términos concretos, en el terreno de juego, quiénes fueron los brazos ejecutores o agentes del monitoreo imperialista.

Pues bien, en primer lugar el brazo económico de la burguesía local parasitaria y compañías transnacionales que se confabularon para orquestar una guerra económica, desde el momento mismo en que se produjo la ausencia física del comandante Chávez y que se fue acentuando progresivamente hasta alcanzar los niveles exasperantes de las últimas semanas previas al 6D. Estos agentes económicos sistemáticamente boicotearon la producción, obstaculizaron la importación de bienes elaborados y de insumos y alteraron consciente y perversamente las cadenas de distribución; además de la apropiación y del uso indebido de las divisas en dólares que les otorgaba el Estado para las transacciones económicas; contando, ciertamente, muchos de ellos con la complicidad de funcionarios gubernamentales llamados a garantizar la cabal realización de estas actividades. A todo lo cual hay que agregarle el contrabando de extracción hacia las zonas fronterizas y el bachaqueo en las ciudades del país auspiciado taimadamente por gerentes de las empresas privadas pero también por desaprensivos funcionarios de entes estatales que se prestaron para tan deleznables prácticas.

Ciertos economistas, incluso, algunos de ellos, adscritos al campo bolivariano, señalan que no hubo y no hay guerra económica, sino que la aguda situación económica planteada por la escasez de productos y el alza desmedida de precios es consecuencia de la ausencia de oportunas medidas económicas, cambiarias, financieras y monetarias gubernamentales y a la baja productividad del deficiente aparato productivo nacional tanto estadal como privado que no está en condiciones de satisfacer la creciente demanda de bienes y servicios de la sociedad que vendría a ser el factor causal del desabastecimiento.

A nuestro juicio, sin desconocer la validez de algunos de estos señalamientos que necesariamente hay que precisar para solventarlos, lo más significativo en la crisis económica del país, con su aguda repercusión social es la determinación imperialista de utilizar sus agentes económicos para obstruir el normal desenvolvimiento de la vida social y económica de los venezolanos con miras a propiciar el ambiente favorable a sus planes desestabilizadores; basta con analizar situaciones que se han producido en otros contextos históricos y espaciales (Guatemala 1954, Brasil 1964, Chile 1973, Nicaragua en los años 80), para apreciar con toda certeza la actuación preconcebida y diabólica de los círculos imperialistas estadounidenses.

Y junto, con este brazo económico que, a nuestro entender, fue el factor determinante en el que se apoyó el enemigo para propinarle esta contundente derrota al pueblo venezolano, tanto al chavista como al no chavista; está el brazo político operativo conformado en la MUD, donde convergen alrededor de 28 organizaciones políticas y diversas ONGes, financiados todos por agencias injerencistas estadounidenses e instituciones de la derecha internacional; es un heterogéneo frente político, cuajado de contradicciones internas, con dirigentes impregnados de ambiciones personales y grupales que en los hechos se contraponen pero identificados en la idea aglutinadora de acabar con el legado chavista y derrumbar el Proyecto Político bolivariano.

La MUD, vendría a ser la manifestación política de una alianza social conformada por la burguesía local parasitaria, sectores de la pequeña burguesía, en especial de medianos y pequeños empresarios y comerciantes apuntaladores de la más descarada especulación, capas de las clases medias, profesionales libres, profesores y estudiantes universitarios, sectores del clero e intelectuales orgánicos de derecha y, por supuesto, sectores del pueblo trabajador confundidos y manipulados por la ideología burguesa expresada en una etérea e imprecisa consigna de cambio, convertida en una especie de espejismo, cuidándose siempre de no darle contenido programático, sencillamente, porque su programa real, de corte neoliberal, excluyente y expoliador, es un atentado contra los intereses de la Patria soberana y del pueblo trabajador en su conjunto.

Cómo nos derrotaron

Con una campaña desabrida, con una ausencia total de calle, con unos candidatos prácticamente desconocidos para los electores, con muchas cuñas en los medios de comunicación afectos a la oposición y con una intensa actividad en las redes sociales haciendo uso del rumor y de medias verdades, tergiversando la realidad y descalificando, sobre la base de la mentira, la acción del gobierno.

Todo ello porque la campaña real, no la desarrolló el brazo político sino el económico el cual fomentó las colas, el desabastecimiento, el bachaqueo, el contrabando de extracción, la inflación inducida y la especulación cambiaria con el dólar paralelo y todas aquellas medidas que contribuían a crear angustia, zozobra y desesperación en el seno del pueblo y a estimular los antivalores del capitalismo depredador.

Además, por supuesto, del saboteo a los servicios públicos, el estímulo a la inseguridad personal a través de la acción criminal de paramilitares, pranes, bandas criminales, el micro tráfico de drogas y de todo aquello que pudiese incidir negativamente en la psiquis colectiva, incidencia que era proyectada y ampliamente difundida por el aparato mediático que tienen a su disposición.

En esta maniobra política jugó un papel estelar todo el despliegue que realizaron desde el exterior utilizando a figuras de la derecha internacional y de la farándula cuyas declaraciones y acciones destempladas eran proyectadas y reproducidas profusamente por la industria cultural e informativa imperialista. Igualmente, en ese mismo orden, apelaron hasta a la intromisión del propio presidente yanqui, Barack Obama, del secretario de estado, Jhon Kerry y de otros altos funcionarios políticos y militares estadounidenses con declaraciones altisonantes e injerencistas sobre Venezuela que tenían y tienen el propósito de crearle al país un expediente como estado forajido y descalificar a connotados dirigentes políticos y gubernamentales bolivarianos, de manera de ir montando un ambiente propicio justificador de cualquier despropósito intervencionista. Todavía resuena en los oídos de los venezolanos el destemplado decreto que lanzara Obama, el 9 de marzo de 2015, que catalogaba a Venezuela como una amenaza para la seguridad y la política exterior estadounidense y que la dirigencia de la MUD fue incapaz, siquiera moderadamente, de rechazar.

Hemos sido objeto como nación y como pueblo de una orquestada maniobra que abarca desde la guerra psicológica pasando por un cerco financiero internacional, una desmedida presión político-militar y diplomática y la baja inducida de los precios petroleros hasta la guerra económica con el boicot programado y premeditado del sector privado local.

De manera que visto todo este panorama, si todavía hay personas sensatas y con sentido crítico que mantienen dudas acerca de quién monitoreo, orquestó, dirigió y financió, con muchos millones de dólares, la campaña que recién acaba de terminar en Venezuela y con qué propósito, ya es hora que vaya entendiendo que nuestro país desde hace 17 años ha estado sometido al acoso más implacable por parte del mayor centro de poder diabólico del mundo, instrumentado a través de sus think tank o tanques de pensamiento, y que este acoso ha arreciado desde el momento en que Nicolás Maduro le correspondió asumir la conducción de la Revolución Bolivariana, a raíz de la siembra del Comandante Chávez.

Por qué fuimos derrotados

Pero la causa de la derrota, hay que ubicarla, también, en el ámbito interno del chavismo, en nuestras propias falencias, fallas, errores, debilidades e inconsecuencias que se hace imperativo detectar para poder superarlas y hacer posible la reconstitución de nuestras fuerzas tanto política como socialmente, preservar la Revolución Chavista y Bolivariana y retomar el camino de la victoria en esta dura etapa que le corresponde transitar al país y a la sociedad venezolana.

Con toda humildad asumimos que nuestras fallas están enmarcadas en el orden teórico-conceptual y en el orden político-práctico, algunas que vienen de lejos y otras de más reciente data; por supuesto, en esta oportunidad, sólo haremos un somero señalamiento y recuento de las mismas, ya habrá tiempo y espacio para profundizar en este necesario análisis.

En el orden conceptual apuntamos que:

º Ha sido un error partir de la premisa de que el socialismo se construye desde el Estado.

º Considerar que hay que ir hacia la construcción del Estado Comunal en vez de forjar la sociedad comunal.

º Mantener consecuencialmente un tutelaje, por demás, paralizador del movimiento social y del poder popular.

º Hubo y hay inconsistencia en el diseño y construcción del modelo económico alternativo al avasallante sistema capitalista inhumano y depredador.

En cuanto a la práctica política:

º No se acompañó debidamente al pueblo en la agónica situación en que lo colocó la guerra económica desatada por la burguesía. Los mecanismos de control y fiscalización fallaron estruendosamente, comenzando que no se incentivó que fuese el pueblo organizado quien rindiera esa pelea, siempre se le mantuvo y se le mantiene a la zaga del Estado corrupto, ineficiente e incompetente para el desarrollo de esta vital pelea.

º No se concibió una Gran Misión Social, con el pueblo en el papel protagónico, para enfrentar la guerra económica; los canales de distribución de los alimentos y productos destinados para satisfacer las necesidades populares permanecieron y permanecen bajo el control de una burocracia, en buena medida, corrompida y manida y poco dispuesta a asumir con espíritu altruista y solidario tan importante tarea.

º El necesario y urgente combate a la corrupción y al burocratismo, males que se han aposentado en todo el tejido social, no ha pasado de ser un mero saludo a la bandera; y mientras tanto los agentes de la burguesía, por definición la clase social más corrupta y embaucadora en toda la historia del país, desarrollando una campaña mediática y por las redes sociales denunciando la corrupción de la cual ellos son los más grandes propiciadores.

º La soberbia y la negligencia se ha extendido por el cuerpo dirigencial del gobierno y del partido, especialmente, en los niveles medios, lo cual los lleva a no cumplir la correspondiente función de mediación entre los centros de decisión y el militante y ciudadano de a pie.

º Se insistió en una política asistencialista, paternalista, dispendiosa, de la dádiva por el voto, que para nada incentiva la participación activa, consciente y creadora del pueblo.

º La política comunicacional no pudo ser más desacertada, se concibió y desarrolló una campaña de carácter épico, basada en los éxitos de cuando Chávez y en el "no volverán", dejando a un lado las vivencias del presente y las expectativas del futuro; no se plantearon esperanzas económicas positivas y, en consecuencia, no se supo ni se pudo generar expectativas económicas en la población, más bien lucíamos como incompetentes para atender la avasallante emergencia económica; en cambio, la campaña opositora si bien se cuidó de no vislumbrar el futuro que pretende, indudablemente, por lo sombrío que es, si insistió en relievar la incapacidad del gobierno para superar el presente económico.

º Y, por último, por lo pronto, habría que destacar que en el chavismo concebimos la campaña dirigida hacia el sector propiamente chavista de la población obviando al conjunto social, se puede decir que nos regodeamos en nosotros mismos, omitiendo, por ejemplo, de nuestro mensaje y acción a las capas medias, dejándolas, una vez más, y al parecer, por siempre, a merced de los hábiles agentes manipuladores de la burguesía.

Con todo, a pesar de estas fallas y errores se logró aglutinar una significativa fuerza electoral y política, un importante 41% del universo de votantes, cuyo núcleo duro debe reponerse, fortalecer la moral lo más inmediatamente posible para hacer frente a las ingentes tareas que la nueva situación nos plantea. Empinarse sobre las dificultades y prepararse para el combate.

Los meses por venir

Contra todo pronóstico, el discurso de la dirigencia de la derecha, apenas se oficializó el triunfo en las elecciones del 6D, cambió, salvo Ramos Allup, provocador de oficio, el resto bajó el nivel de la confrontación, asumiendo un mensaje contemporizador como dejando sentir que es el chavismo el que está enfrascado en una conducta beligerante, poco propicia para el diálogo que reclama y necesita la sociedad venezolana para su sosiego; por ello pensamos que en las primeras de cambio no va a forzar la barra intentando derogar las leyes más sensibles para la población aún cuando Fedecámras y Consecomercio lo esgriman como parte de su programa clasista. Pero posturas aparte, la orientación definitiva que tendrá la oposición a partir del 5 de enero estará determinada por lo que signe el imperio norteño, quien ha dado muestras más que fehaciente de ansiar la destrucción de la Revolución Bolivariana y lo que ella implica para los pueblos nuestroamericanos y del mundo.

De allí, que no debemos tener dudas en cuanto el carácter confrontacional que tendrán los meses por venir, en los que el gobierno bolivariano y la fuerza patriótica chavista tendrán que estar a la altura de los acontecimientos y adelantarse incluso a los mismos. Se impone, en consecuencia, atender mejor que como ha sido hasta ahora la guerra económica, que, seguramente la burguesía va a profundizar, en aras de acentuar el debilitamiento del gobierno y la desestabilización de la revolución, y hacerle frente al mismo tiempo a la guerra política constitucional y de calle que se va a desencadenar.

Lo que no pudieron lograr por la guarimba y la vía insurreccional pretenderán alcanzarlo en una combinación de diferentes formas de lucha en la que ahora la acción política para ellos adquiere mayor relevancia sin obviar la consabida acción insurreccional. La ley de amnistía que se proponen aprobar en las primeras de cambio será el primer detonante de la nueva etapa política y pretender forzar la renuncia del Presidente Maduro con la presión de masas y una decisión del Tribunal Supremo de Justicia por ellos renovado o activar el Referéndum Revocatorio serán los gruesos pasos subsiguientes. Está claro que vienen vientos fuertes ante los cuales hay que mantenerse firmes, fortaleciendo la unión cívico-militar y buscando reconstituir el amplio frente social que en su momento supo estructurar Hugo Chávez Frías. Ahora más que nuca tiene vigencia la proclama de Chávez: UNIDAD-LUCHA-BATALLA y VICTORIA.



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Miguel Ugas

Miembro de la coordinación nacional del MoMAC

 miguelugas@gmail.com

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