En numerosas ocasiones se refirió el Comandante eterno a este el filòsofo Federico Nietzsche, iluminado, libertario y nihilista, bien fundamentado, para relacionarlo con ese “fuego sagrado” jamás extinguido que representaba la “lucha continua” que aún emprendería y que con éxito lego: desde una Constitución única en el planeta y la historia de Occidente; grupo de Leyes Habilitantes de transición al Socialismo; Misiones Sociales; y una transformación cultural premisa y base de una mutaciòn social pronda de reafirmación de la identidad de los pueblos en pleno siglo XXI. Ese fuego cual Zaratrusta, anunciado aquellas mañanas y en otras contiendas por Chávez revela en su llamarada lo que fueron desde el punto de vista de la participaciòn, la distribuciòn igualitaria de los recursos económicos, la salvaguarda de los derechos y garantías inalienables –educaciòn, salud, alimentación, vivienda.
Los resultados adversos, indudabelmente revelan el avance de la contrarrevolución. No hay que caer en tautologías, que sin embargo, nos llevan a ver la apariencia del fenòmeno.
Parto de la premisa que la clave del avance y retorno de la Revoluciòn, radica,en lo esencial,una reflexión-acciòn, en el estudio de las zonas donde prevalecieron en su generalidad líneas fuertes las bases de la revolución bolivariana: unión cívico-militar; liderazgo comunal; gestión eficaz; respuestas rápidas a contingencias como fue la guerra económica y la afirmación de la identidad y el respeto a la mitología e historia local. En los Estados más desfavorecidos y vulnerables: Apure, Cojedes, Yaracuy, Guárico, Delta Amacuro, Trujillo y Portuguesa. Alli está la clave del retorno revolucionario.