El país parece no haber despertado todavía de una pesadilla electoral, donde los resultados victoriosos son contrarios al interés general de las mayorías. Fuerzas perversas, capitaneadas por el imperialismo, y donde actúan los partidos agrupados en la MUD, mantienen una campaña electoral que convenció a los votantes para votar por el sufrimiento, la precarización del empleo, la cancelación de la libertad de expresión, la imposibilidad de tener una vivienda propia, salud, educación, seguridad social gratuita, y cualquier otra expresión de derecho humano.
Esta inusual y sorprendente campaña electoral tuvo y tiene como escenario las colas para comprar comida, donde las víctimas intentamos obtener y prorratear cualquier servicio público y privado; allí no se exhibe ninguna pancarta, ningún afiche con el rostro de los candidatos; el súper candidato invisible, es el capitalismo más salvaje, que pone a sufrir por igual a bachaqueros, amas de casa, ancianas y discapacitados, en un despliegue del horror que el Dante concibiera, y que después se lo robaran, los mismos hijos de su fustigado Constantino.
El capitalismo, contrario a los intereses de clase de más del 80% de la población venezolana, ha ganado sin duda la Asamblea Nacional, obteniendo la mayoría calificada. Se suponía que tras su victoria, el imperialismo desmontaría su campaña electoral encaramada en centenares de miles de colas que ha propiciado en todo el País; pero no, la campaña electoral se intensifica en cada cola, en cada nueva subida de precios, en cada nuevo sufrimiento del Pueblo trabajador; es una campaña sádica, criminal y repugnante, pero muy efectiva, al fin y al cabo; campaña montada sobre la falsa conciencia que la Máss Media ha montado sobre una masa trabajadora, sin identidad y sin conciencia de clase.
Cuando Marx define a "la ideología como falsa conciencia" se refiere a la ideología del capitalismo, cuando es asumida como propia por el proletariado explotado, martirizado y empobrecido por el modo de producción capitalista.
El candidato invisible, escondido detrás de la manito, no tiene un programa para ampliar y consolidar los derechos humanos del proletariado; no ha prometido, ni promete nada, más allá de la privatización de todos los bienes públicos; la misma pobreza y la misma miseria de más de 4.000 millones de seres humanos en el mundo, desprevenidos ante el capitalismo; es el mismo candidato invisible, que en cada contienda electoral, vuelve a solicitarle el voto por la conservación de sus sufrimientos; la falsa conciencia que las grandes empresas de la comunicación y el entretenimiento han construido, convierte a sus víctimas, en fantasmas felices, en medio de los rigores de la historia, y del pensamiento único capitalista.
La falsa conciencia de los funcionarios públicos, expertos ahora en el manejo de todas las colas, donde se desarrolla la campaña electoral permanente de la MUD, también los hace felices colaborando con los mercachifles para hacer sufrir al Pueblo trabajador venezolano, sin reparar que ellos también son de la clase obrera; el ladrón al cual le permiten aumentar los precios cómo le plazca, a veces recompensa a sus colaboradores con una bolsa de alimentos: el discurso de la dádiva que multiplica los panes de su festín.
La consolidación de la falsa conciencia en Venezuela, es decir, la conciencia capitalista, que las mayorías del proletariado, ha tomado como suya, compromete el triunfo electoral de cualquier opción revolucionaria que exprese y contenga la defensa y ampliación de los intereses históricos de la clase obrera, en función de construir su modo de producción socialista.
Si no fuésemos capaces de construir un mundo mejor,entonces nuestra vida sería suceptible de ser revisada por aquellos que estan trabajando en ese noble propósito.