Cuando apenas faltan tres días para dar el salto hacia el 2016, quiero escribir este último artículo del año con el ímpetu, la energía y la fe revolucionaria, porque la fuerza propulsora del legado y el proyecto chavista no deben agotarse en los lamentos de una derrota. Estimados compatriotas y camaradas, estamos destinados a continuar las líneas infinitas del ascenso político, hasta llegar a la meta del destino que soñamos todos. No debemos olvidar que la historia política de los pueblos no es sino la crónica de la lucha entre el bien y el mal, entre esa sociedad capitalista sobrecargada de lujos y el socialismo, que tarde o temprano tendrá que imponerse como forma de vida. El capitalismo es el mal.
Nunca perdamos de vista el propósito general de nuestra lucha política. Hay que mirar hacia adelante y no quedarnos atrapados en esta trampa que nos han tendido. El discurso opositor y de toda la MUD es una farsa, ya que no pueden hablar de cambio y reconstrucción, sin cambiar ni reconstruirse ellos mismos; en tanto dejémonos nosotros de pendejadas y no sigamos en esa práctica perversa de la autoflagelación. Compatriotas y camaradas, es este el momento del despertar de la conciencia, de un verdadero renacimiento de la consciencia política, espiritual y revolucionaria. El socialismo es la verdad del sol resplandeciente.
La fe y la convicción de la personalidad revolucionaria tienen que estar blindadas ante los miedos que nos quieren imponer. Aprendamos a nadar, inclusive, en las mareas de la adversidad política. Hay que abrir los ojos de la mente para mirar profundo en el alma de la propia revolución, pero por dios, no tendamos puentes sobre los abismos, donde nos quieren enviar los enemigos sanguinarios de la derecha. El evento electoral del 6 de diciembre fue bastante duro para el chavismo y eso hay que reconocerlo en toda su dimensión. Pero tenemos que seguir batallando con fuerza, con inteligencia, con táctica y estrategia política. Nada de miedo.
Los enemigos políticos de la revolución utilizaron todas sus armas de guerra, donde no hubo discursos ni rostros políticos, sino el susurro del odio. La oposición y sus aliados perversos se jodieron en este pueblo y lograron el cometido de que toda la culpa se la achacaran al gobierno. Utilizaron la comida como arma de guerra y los comerciantes y empresarios acapararon los productos y luego, dieron el zarpazo final al elevar todos los productos a más del mil por ciento. Y todo esto afectó a chavistas y opositores, a hombres y mujeres, a toda Venezuela. Ahora si se logra entender la miseria humana de esos sectores empresariales que para nada les importa la vida de nuestra gente. Por ese lado la guerra fue implacable, ahora estamos destinados a vivir todos esos efectos colaterales de esas acciones emprendidas por seres humanos perversos. Miserables.
Y a pesar de todo eso, se sigue insistiendo que la revolución se equivocó. Lamentablemente, muchos sucumbieron y terminaron apoyando a sus verdugos opositores. Pero esos casi seis millones de venezolanos no traicionamos a Chávez ni a su proyecto y con voz firme decimos: aquí estamos, con la consciencia tranquila y blindada para la lucha que viene. Solo me resta decir que los horizontes constitucionales, son horizontes de expansión y ampliación, que en medio de la feroz confrontación van a permitir acelerar los cambios revolucionarios. A toda mi familia, a mis amigos y amigas, feliz año 2016. Nos volvemos a leer el lunes 4 de Enero.