Contra casi todos los pronósticos y a la incertidumbre que existió durante varios días sobre la posibilidad de que se produjeran hechos de violencia en el acto de instalación de la Asamblea Nacional electa el domingo 6, los acontecimientos se desarrollaron con enorme tranquilidad en las inmediaciones del Capitolio.
Muchos temían, con razón, que la presencia de numerosos grupos de partidarios de uno y otro sector que acompañaban a sus diputados, haría inevitable una confrontación que generaría en hechos violentos.
Como hemos visto, no fue así. Con la retirada de la fracción parlamentaria del GPP en protesta por lo que denunciaran como violación del Reglamento Interno y de Debates de la Asamblea al permitir la intervención de Julio Borges, y el comedido discurso de Ramos Allup, estrenándose como Presidente, terminó la sesión, como para registrarle en acta.
Por supuesto, ese final feliz no significa que no hubiese habido choques, pero todos fueron verbales, en el seno del hemiciclo, ante diversas materias controversiales y previsibles.
Fue mucho mejor para el ambiente político, y en general, en armonía con lo que son los deseos de la mayoría de los venezolanos, que quieren un poco de paz, de mayor tranquilidad que tal conflicto ocurriera en ese escenario para el debate, y no en la calle, donde habrían sido impronosticables los resultados