La crisis que padecemos, cuyo origen son sin dudas las frivolidades capitalistas del gobierno, le ha producido a éste una debilidad tal que el punto central de la política hoy es la salida del Presidente Maduro, se estudia con desparpajo el método para guillotinarlo. La derecha externa con la mayor impunidad discute la manera de salir de Maduro, y se escuda en que buscan una salida constitucional. Se comporta como si ese paso no tuviese consecuencias, como si el chavismo no existiera, piensan que lo tiene castrado con la legalidad burguesa, que no tiene capacidad de reaccionar en terreno distinto al leguleyo, que el capitán, quien decide las acciones, es el saltimbanqui de escarrá.
Se oye en las filas de la derecha externa referéndum, enmienda, renuncia voluntaria. Dan por sentado que el Presidente Maduro no tiene otra opción que aceptar lo que le conviene al capitalismo. Juegan con fuego, se olvidan que hay otros actores en la escena, otras ideas.
A la derecha interna la crisis capitalista le ha servido de excusa para proponer retroceder al puntofijismo que presenta con el disfraz de diálogo, es la forma para restaurar la expresión política del capitalismo. Se publicita la especie de una situación caótica, una crisis humanitaria de la que surge una sola solución: diálogo. Sueñan con restaurar al pacto de punto fijo, al capitalismo.
En esta situación aparecen los operadores de la derecha internacional; los españoles vienen en apoyo del lado puntofijista de la ecuación, los franceses reman hacia el diálogo, los chinos, más cautos, buscan la seguridad de sus inversiones. Ahora regresa dieterich con su aroma de analista imparcial, viene a instalar una opción golpista de salida a la crisis, trae esa carta bajo la manga. Primero desacredita cualquier salida militar o civil distinta a su salvador. Dice dieterich:
Pese a que la política de Miraflores y de la MUD empujan el país cada vez más hacia un estallido social y la instalación de un régimen militar abierto, no realizan negociaciones serias para evitar tal catástrofe.
Descalifica al sector civil como solución a la crisis. Y le niega cualquier posibilidad al sector militar. Agrega dieterich:
(El sector militar) no ha intervenido decididamente en el catastrófico curso del Titanic; excepto el bloqueo del desconocimiento oficialista del resultado electoral. Está entre la espada y la pared. Si acepta el desenlace del proceso actual se le aplicará la receta de Macri, la destitución de toda la cúpula castrense actual. (En Argentina, 25 generale.) Si toma el poder formalmente, fracasará y se vuelve insignificante.
Total que no hay salida ni civil ni militar. Al final el oportunista Dieterich asoma su carta:
Para la transición necesaria hacia una economía autosustentable, Venezuela requiere de una especie de Deng Hsiao Ping tropical. ¿Habrá alguien en el país que pueda asumir ese formidable papel, crear un colectivo y salvar al país? Si no, el caos, la oligarquía y el FMI se lo van a tragar vivo.
¿Quién es el Deng Hsiao Ping de Dieterich? No es difícil imaginar a quiénes están calentando la oreja, en todo caso es una opción más del capitalismo.
Se olvidan Dieterich, su Deng Hsiao Ping y las derechas (la interna y la externa) de la existencia de un profundo espíritu chavista en la población, es decir, un profundo espíritu socialista. Y no entienden que la política revolucionaria no se decide como un negocio capitalista, un asunto de contabilidad material. En la Revolución juega papel fundamental la conciencia, no los números, no lo material. Siendo así, un grito, un gesto digno de militares, de civiles puede detener las intenciones golpistas y reformistas y devolvernos el asombro del 4 de Febrero; puede despertar la fe, elevar la pasión y derrumbar los pronósticos de analistas, de juristas y oportunistas.