La Historia de China ha sido para la Historia de Occidente la negación de la Historia por aquello de la imposición de la Historia judeo-cristiana más cuando se desconocía la Historia de la Ruta de la Seda en sus diferentes rutas y las importancias como bases sustantiva sobre el conocimiento de aquellas historias de la interpretación intelectual-militar de Grecia y, por supuesto, la muy interpretativa historia del Imperio Romano, además de considerar aquellos tiempos cuando los sistemas socio-económicos europeos irrumpen en su más alta expresión político-ideológica cuando la Revolución Industrial se expresa y se traslada, por obviedad evolutiva del propio sistema capitalista, hacia tierras asiáticas y, fundamentalmente, al territorio-histórico de China, el auto-denominado como el Imperio del Centro (zhong guo: el país del centro).
Ello no significa que nos estemos olvidando, sería un craso error histórico, de las realidades que significaron las migraciones de sefarditas desde las tierras castellano-leonesas y extremeñas hacia los denominados países bajos, Holanda, concretamente, en palabras actuales. Ellos, los sefarditas, rescataron el ambiente comercial del Mediterráneo para actuar, directamente, desde los puertos holandeses hasta aquellas lejanas tierras de la India, la llamada Indonesia y las zonas sureñas malayas para traer aquellas necesarias especias, sedas chinas y otros condumios a los mercados emergentes del norte del continente europeo y las islas británicas; ello no significó, excepto por Marco Polo, ninguna importancia histórica de aquellas lejanas tierras para aquellas sociedades denominadas, posteriormente, como europeas que entraban hacia el Renacimiento, bien sí lo desean, saliendo de los tiempos medievales.
Aquellas realidades consecuenciales de la Revolución Industrial impactó, primeramente, a la India y su producción del opio e Indonesia y sus especias para navegar hacia aguas de Cantón hasta establecerse en el sur de China y en la isla de Hongkong e imponerle a la dinastía extranjera de los manchúes los denominados como "Tratados desiguales" que formaron las bases del Derecho Internacional Público a nivel internacional en el mundo de las relaciones inter-gubernamentales y de Estado.
Pero es de necesidad mencionar que aquella dinastía manchú desde su primer día de establecerse en Beijing sufrirían las conspiraciones de la población china autóctona conocida como "han", es decir, los chinos nacionalistas quienes habían perdido el poder de la dinastía que representaba la más profunda identidad cultural china de todas las dinastías pretéritas aquella denominada como la dinastía Ming, cuyas expresiones culturales, probablemente, solo son comparables, en el marco de la Historia de la Cultura china, con aquellas expresiones culturales de aquella dinastía abierta a aquel mundo conocido de los Tang cuando, curiosamente, el cristianismo nestoriano sería aceptado como una más de las expresiones teológicas del Creador.
La presencia, fundamentalmente, británico-escocesa en China y las consecuencias económico-militar-religiosas en lo social chino conllevó hacia una confrontación con la auténtica cultura china, lo relacionado con las normas sociales que influyeron en el Poder real en la Ciudad Prohibida del filósofo de la provincia de Shandong, Kung Fuxi (Confucio), con el taoísmo, el budismo chino con sus variables del budismo de la India y del Tibet y lo fundamental como era el establecimiento histórico y significativo de la cotidianidad del ejercicio de gobierno y del Poder histórico a través de los escolares mandarines.
Aquella confrontación, nacional versus extranjera, se concluyó con el derrocamiento de aquella extranjera dinastía manchú con la consecuencia de la fundación de la primera república al mejor estilo judeo-cristiano-occidental. Aquella imposición lógica tendría sus consecuencias lógicas con la división territorial-militar de tan extensa geografía china; consecuencias que se manifestaron con la constitución y conformación de "caudillos", en lenguaje histórico latinoamericano, pero denominado tanto para la historia china como la historia occidental como los "señores de la guerra" (warlords).
Ellos, los señores de la guerra, no solo controlaban extensas zonas geográficas a lo largo y ancho del territorio chino sino, por la lógica de su poder, controlaban extensas y numerosas expresiones de la sociología china, sociología telúrica, localista y profundamente iletrada, stricto sensu.
Es decir, curiosamente, gracias a "lo extranjero en presencia real, jurídica y militar-religiosa", en aquellos tiempos históricos, se expresaban en China, fundamentalmente, dos poderes asimétricos; por un lado, el gobierno oficial reconocido por las "Potencias Extranjeras" en Beijing bajo la denominación de República de China y en la acera de enfrente se encontraban aquilatados los diferentes "señores de la guerra" quienes, realmente, eran los controladores de las realidades políticas cuando, permanentemente, alcanzaban acuerdos de créditos, instalación de industria con mano de obra, prácticamente, esclava, desarrollos en la infraestructura regional, controles aduanales, zonas exclusivas residenciales, entre otras realidades socio-económicas y religiosas en sus relaciones con las presencias de las potencias occidentales y del Japón. Eran, objetivamente, quienes gobernaban en aquel escenario chino de "caos y anarquía" nacional.
Pero, curiosamente, el sector nacionalista de la sociedad china en profunda preocupación comenzaría a "mirar a Occidente" tratando de conocer, comprender y adaptar soluciones, reiteramos, nacionalistas a aquel descrito escenario. Ellos, aquellos nacionalistas, en diferentes provincias, se acercarían a los análisis y propuestas para China de, por ejemplo, Bertrand Russel, Rabindranath Tagore, M.N. Roy, Vladimir Ilich Lenin, Karl Marx, del propio Rockefeller, del modelo republicano estadounidense, del modelo japonés de tesitura Meiji, la expresión curiosa y radical del anarquismo chino, alcanzándose a proponer, los líderes locales nacionalistas, sus propios modelos provinciales como, a título de muestra, las tres propuestas de Mao Zedong para su provincia natal, Hunan.
Es tiempo de proponer una herejía para sus interpretaciones intelectuales. Mao Zedong conjugaba su nacionalismo y regionalismo provincial con sus pensamientos anarquistas y de revolución permanente cuales se expresarían en tiempos futuros, sí ustedes así nos lo permiten, en aquella trágica pero muy interesante en sus propuestas primigenias salidas de la propia Cancillería china, de la Revolución Cultural.
Mao Zedong conjuntamente con un señor de la guerra, el fundador del Ejército del Partido Comunista Chino (PCCh), Zhu De, conformarían una línea revolucionaria tanto para derrotar a los "señores de la guerra" como para poder desarrollar en profundidad el proceso político-social-militar de la Revolución China en sus diferentes etapas revolucionarias.
Es de obligación exponer, grosso modo, las diferentes etapas de aquel proceso revolucionario a título de reflexión. El primer congreso del PCCh, aquel celebrado en la ciudad de Shanghai, nació en contradicción cuando la influencia de la doctrina del Comintern y los particulares intereses de Joseph "el padrecito" Stalín buscaban imponer la tesis de la "revolución democrático-burguesa". Aquel ambiente logró imponer la tesis del "Frente Único Nacional" en conjunción con el partido nacionalista del Guomindang. Ello lo podemos considerar como la primera etapa del proceso revolucionario chino cual alcanzaría su derrota en aquella "Masacre de Shanghai" (abril, 1927), cuando el ejército del Guomindang junto con la "mafia verde" asesinaran más de 10 mil cuadros y obreros adscritos y seguidores del PCCh en aquella ciudad costera oriental, la llamada Nueva York de Asia.
La segunda etapa se expresaría entre aquella derrota de Shanghai y el proceso de la "Larga Marcha" hasta la provincia de Shanxi pasando por la provincia de Shaanxi. Curiosamente, la invasión de los ejércitos del Japón bajo la excusa del "Incidente del puente de Marco Polo" sería motivo de un nuevo acuerdo entre el Guomindang y el PCCh hasta la derrota del Japón en la 2da. Guerra Mundial en el Pacífico con lo cual, de nuevo, se confrontarían ambos líderes, Chiang Kaishek y Mao Zedong, en consecuencia, se rompería aquel acuerdo y comenzaría la denominada como "Guerra Civil" que concluiría con el triunfo del PCCh en octubre de 1949.
Es evidente que la invasión de las tropas japonesas posterior a aquella realidad de Manchukuo permitió una dialéctica entre el poder japonés y algunos "señores de la guerra" del norte de China. Pero la Historia que marca sus propios destinos a consecuencia de aquel segundo frente referido y acordado en la ciudad de Xi´an (Shaanxi), entre los partidos en mención, produjo "un reacomodo" de la realidad interna de China obligando, ese reacomodo, a definiciones obligantes temporales en aquel proceso más de carácter nacionalista que propiamente revolucionario-socialista cual supo leer muy bien no solo Mao Zedong y Zhu De junto con Zhou Enlai sino que sería respaldado por todo el PCCh en considerando la necesidad de las "contradicciones en contrario".
Aquel acuerdo temporal obligado por la presencia de las tropas invasoras del Japón le permitiría al PCCh, a todos sus cuadros y militantes a profundizar en el trabajo partidista revolucionario tanto en el campo como en las ciudades, particularmente, en los sectores estudiantiles y obreros.
Aquel espacio de tiempo histórico tendría sus beneficios durante la "Guerra Civil" cuando los ejércitos del PCCh bajo los mandos de Zhu De, Ling Biao, Deng Xiaoping, Ye JIeying, entre otros, en perfecta división territorial, alcanzar el paulatino triunfo sobre los ejércitos del Guomindang comandados por generales corruptos y entreguistas a los paradigmas propuestos por el general Joseph Warren Stilwel Jr., el general Douglas MacArthur y del propio Presidente estadounidense, Presidente Franklin D. Roosevelt, desde sus lares en la Casa Blanca en Washington.
Pero aquello sería posible gracias a las decisiones alcanzadas por el PCCh como, por ejemplo, aquella del 13 de marzo de 1949 bajo el título del escrito expuesto de Mao Zedong durante la Segunda Sección Plenaria del Séptimo Comité Central del PCCh: "Methods of work of party committees" ("Métodos de trabajo de los comités del partido"), por cierto, de cercana referencia en propuesta del actual Presidente chino, Xi JInping dirigida a todos los cuadros del PCCh.
Es evidente que Mao Zedong supo leer sus tiempos históricos.