Un futuro que nunca llegará

En mi época de mocedad, cuando los adultos discutían sobre el futuro yo pensaba en los tiempos verbales: pasado, lo ya sucedido; presente, lo acontecido en ese instante y futuro, lo que ocurriría en un tiempo próximo o lejano. Con la edad este criterio fue superado y cavilaba el futuro de acuerdo con lo que ciertos adultos mayores comentaban, asociándolo con el progreso de la humanidad. Imaginaba, como un imberbe ilusorio, que en el futuro yo viviría en mundo casi sobrenatural, escuchando música órfica interpretada por un grupo de serafines aparejados con laúdes y violines, conviviendo al lado de personas despreocupadas y muy estudiadas, libres de toda impaciencia de guerra, viviendo en un estado de felicidad sempiterna, placentera y sencilla. Así mismo, desenvolviéndome en una sociedad compasiva ideal, lejos de las complejidades y de nocivos conflictos. Esto representaba el progreso, esto sería mi futuro.

Junto a mis coetáneos, a mediados del siglo XX, apreciábamos el siglo XXI como una era muy distante, un futuro muy lejano, un tiempo inimaginable dado que el siglo XIX también se había alejado dejando en su haber una secuela de desgracias e iniquidades (guerras, epidemias, esclavitud, hambre, colonización, invasiones, etc.). Por fortuna, mi madre, una lectora fanática de la prensa y de libros, me aproximó al pasado a través de vetustos y amarillentos periódicos que afortunadamente atesoró para que sus hijos (entre ellos quien suscribe) conocieran aquel aciago pretérito.

¡Fin de la guerra! ¡El mundo vivirá en paz! ¡Hitler se suicidó! ¡Más de 150 mil muertos al explotar una bomba atómica en Hiroshima! "Otra bomba atómica fue lanzada contra la ciudad de Nagasaki". Esto fueron algunos de los titulares que se destacaron por allá en 1945, cuando aún yo no había nacido. Algo paradójico, el mundo pensaba en la paz mientras EEUU deseaba comprobar la efectividad de las bombas de uranio y de plutonio. Secuela de esta atrocidad, más de 250 mil personas que no vieron el futuro. Tampoco conocerían el futuro unas cien millones de desdichados víctimas de la Segunda Guerra Mundial.

"Se redactó la carta de las Naciones Unidas", "Se fundó la Organización de la "Naciones Unidas (la ONU o NN.UU)". Leí en la prensa del 1945 que 51 países refrendaron la creación de tal organización universal con la finalidad de facilitar la cooperación en asuntos como el derecho internacional, la paz y la seguridad internacional. Mi madre, después de yo haber leído el periódico de la época, me comentó: "si hubieses escuchado el tono profesoral de los delegados internacionales. Todos hablaban del amor, de la paz, de la justicia y la amistad internacional de la humanidad. Pura paparruchadas." De esa época hasta hoy han pasado muchos años y estoy seguro que mi progenitora tenía razón. Hoy reflexiono sobre los problemas del planeta como el tráfico de drogas, la eliminación de las enfermedades y el hambre, la erradicación de las guerras, la eliminación de las armas nucleares, entre otros males y tal como se desenvuelve la ONU, concibo que esta fuera creada para que la mayoría de los países se doblegaran ante las grandes potencias industriales. Se me ocurrió pensar en un planeta sin futuro o un futuro sin el planeta.

Muchos de aquellos periódicos que celosamente guardó mi madre fueron a parar en los estómagos de los roedores, pareciera que a tales bichos les importó un carajo el pasado de la humidad. En el 1953, yo viví el presente y pude leer: "Fin de la guerra de Corea". Los gobiernos en pugna, EEUU (como siempre) y Corea del Norte, acordaron la firma de un armisticio que puso fin a un conflicto que duró casi tres años. Secuela de esta conflagración: un fracaso de la ONU, un país dividido por un paralelo invisible (Corea del Norte y Corea del Sur), más de un millón de muertos entre soldados y civiles y ciudades destruidas, Al igual que siempre, millones de personas perdieron el futuro.

"Funcionarios civiles y militares de EEUU abandonan Saigón". Este titular de 1975 daba por finalizada15 años de lucha de un pueblo. Una de las guerras más cruentas libradas en Asia, una sanguinaria manera de USA de impedir la reunificación del norte Vietnam con el sur, una vez que Francia abandonó el país asiático. Secuela de esta conflagración: más de tres millones de personas fallecidas (soldados y civiles), ciudades desoladas, tierras antes cultivables convertidas en suelos yermos producto del uso de las bombas de napalm por parte del gobierno de USA y miles soldados norteamericanos adictos a las drogas. Como vemos siempre está presente en tales sucesos la destrucción del futuro de millones de inocentes. Más gente sin futuro.

Me faltaría espacio para destacar los titulares de prensa donde se enfatiza el inicio y el final de conflictos armados acaecidos en siglo XX y a comienzo del XXI. Ayer, lo que era un futuro ignorado hoy se me convierte en un pavoroso presente. Cuando leo la prensa y reparo en los noticieros de la tv, advierto que aquel futuro que vislumbré en mi época de mozo no era más que una quimera. Para los jóvenes de Irak, Libia, Siria, Afganistán, Ucrania, Colombia, México, Sudán del Sur, República Democrática del Congo, Somalia, Yemen, Palestina, Pakistán, República Centroafricana, entre tantos de los que sufren los embates de la guerra, sus niños (as) y jóvenes tampoco tendrán futuro. Es el empeño de unos grupos de apoderarse de los bienes de una mayoría sin importar el daño causado a toda una población.

Pero no solo las guerras cercenan el futuro de poblaciones completas, también el modelo político-económico cumple con este nefasto cometido. Mediante la globalización las naciones del norte como las del sur del planeta se están empobreciendo cada vez más, siendo los responsables de tal aberración una caterva de políticos supeditadas a las cicateras corporaciones financieras, cuya única preocupación fundamental no es resolver las dificultades de las personas sino enriquecerse a si mismos. En un mundo donde existen más de dos mil millones de desdichados (más del 30 % de la población del planeta) "viviendo" en la pobreza más absoluta (con menos de 2 dólares diarios) no creo que se pueda hablar de futuro. Tampoco podrán pensar en el futuro los 40 millones de pobres de EEUU, los 50 millones de la CE, los 100 millones de la Europa del Este, agregados a estos los 400 millones de África, los 775 millones de Asia y los 160 millones de América del Sur (PNUD-2014). Tal pobreza está repartida entre nómadas sin casas fijas; emigrantes del Tercer Mundo, de África y Asia; enfermos mentales desatendidos; mendigos y refugiados abandonados a su propia suerte… Según la estadística de la FAO (2014), cada año, ante el absoluto silencio de los medios de comunicación (periodismo cipayo), en el Sur mueren entre 13 y 18 millones de personas y cada día casi mil millones se acuestan sin haber comido lo suficiente. Estos desamparados tampoco tendrán futuro. Es innegable que este estado de pobreza está vinculado estrechamente con la justicia de un nefasto modelo político-económico: el capitalismo

Innegablemente, en el mundo habrá gente sin porvenir mientras las clases ricas extraigan sus riquezas de las clases pobres. Así mismo, mientras las empresas avaras descarguen los fardos de la producción en la espalda de las débiles. En un mundo donde se hace evidente el robo de las tierras fértiles; la explotación desenfrenada de los recursos de naturales como bosques, prados, océanos, ríos y lagos; la usura; la explotación desmedida de energía no renovable; el desempleo; los salarios insuficientes y el comportamiento financiero de ciertos gobiernos, la humanidad no tendrá destino. Un planeta sin futuro o un futuro sin el planeta.

Hugo Chávez le otorgó los recién nacidos una esperanza de vida. Así mismo, a los venezolanos les permitió acceso a los servicios hospitalarios, educativos y casas dignas; la disminución de la tasa de pobreza; la rebaja de la tasa de desempleo; acceso a la tecnología a los antiguos excluidos; la erradicación del analfabetismo; a pesar de la guerra económica; cierta seguridad alimenticia; disponibilidad de agua potable; una constitución ejemplarizante; igualdad entre los sexos; participación de las comunidades indígenas, afrodescendientes y sexo diverso en todo tipo de actividad pública y privada, gracias a las leyes revolucionarias; una red moderna de comunicación (metro, metrobuses, cables, trolebuses, cable tren, modernos trenes…) entre tantos aspectos que nadie imaginaba en su futuro. Lamentablemente hoy, el adeco HRA, el gamonal de los diputados de la MUD, intenta arrebatarles a los venezolanos tales logros a través de leyes impopulares e institucionales. De nosotros depende que no nos dejemos arrebatar el futuro.



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Enoc Sánchez


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