Mientras las fuerzas del mal, agrupadas en la retorcida derecha venezolana, se esfuerzan por seguir maquinando e inventando mil formas de atacar y acabar con la Revolución Bolivariana, un pueblo consciente y organizado se prepara para dar la batalla ante los nuevos retos para superar las dificultades económicas, productivas y hasta climáticas. Este es el gentilicio de la mayoría del pueblo venezolano, gente buena, solidaria, alegre, trabajadora y siempre optimista. Gente que enfrenta con entereza todas las adversidades.
La derecha, por el contrario, es puro negativismo, odio y maldad. Si permutaran esas energías negativas en cosas positivas, sus aportes al país y a sus prójimos, serían significativos y trascendentales. Pero que va, están inoculados de odio, y esto es incurable. Con esta gente ya no hay esperanza. Viven montados en la agenda del caos y la destrucción sin importarles el sufrimiento y angustia de la población. Ellos tienen bien claras sus cuentas, creen que suman y ganan réditos políticos si se mantiene el malestar en la gente. Esto es Agua Bendita para ellos y por eso no se bajarán nunca del autobús de la Salida violenta, la Descarga de Arrechera, la Guerra Económica y otras modalidades violentas y anticonstitucionales de hacer política.
En la acera de enfrente, está un pueblo aguerrido, valiente y trabajador presto para dar la batalla. Esta vez para enfrentar la grave crisis presentada por los bajos precios del petróleo y todas las distorsiones que persisten en nuestro aparato productivo, comercial y de servicios.
Por eso, se ha convocado al pueblo a una nueva cruzada, donde todos debemos aportar y convertirnos en agroproductores para apoyar, con todo el pueblo movilizado, al primer Motor Productivo de la Agenda Económica Bolivariana, el Agroalimentario.
Esta cruzada involucra a todos los venezolanos. Iniciando con los sectores rurales y campesinos que deben aumentar sus capacidades productivas, ampliando sus fronteras agrícolas para incrementar sus aportes habituales de proteínas, hortalizas, frutas y carbohidratos, elementos necesarios para garantizar la alimentación balanceada de nuestra población. Por otro lado, se ha propuesto un novedoso Plan para incorporar a la siembra a los amplísimos sectores urbanos, y así aprovechar cada espacio y cada rincón de nuestras casas y comunidades, creando nuevas áreas productivas, que permitan la producción a escala local de los alimentos que requerimos.
Con la torpeza que la caracteriza (con sus "valerosos" guerreros de twitter a la cabeza), la derecha arrancó desdeñando y despreciando estas iniciativas del pueblo y la Revolución Bolivariana. La ignorancia y la miopía no tienen límites. Por eso solo basta leer la importancia que los organismos internacionales y docenas de países le dan al tema. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señala con especial énfasis que "La agricultura urbana proporciona alimentos frescos, genera empleo, recicla residuos urbanos, crea cinturones verdes, y fortalece la resiliencia de las ciudades frente al cambio climático". Y lo define claramente como "el cultivo de plantas y la cría de animales en el interior y en los alrededores de las ciudades. La agricultura urbana y periurbana proporciona productos alimentarios de distintos tipos de cultivos (granos, raíces, hortalizas, hongos, frutas), animales (aves, conejos, cabras, ovejas, ganado vacuno, cerdos, cobayas, pescado, etc.) así como productos no alimentarios (plantas aromáticas y medicinales, plantas ornamentales, productos de los árboles)". La FAO estima que en la actualidad la "agricultura urbana es practicada por 800 millones de personas en todo el mundo" y "ayuda a los residentes urbanos de bajos ingresos a ahorrar dinero en la compra de alimentos".
Con este enorme precedente, el Gobierno Bolivariano lanzó el Plan de los 100 días (ciclo corto) con el objetivo de "fortalecer y consolidar la agricultura urbana en los procesos de producción, distribución y consumo". Para ello, las personas y comunidades organizadas deben identificar y acondicionar los distintos terrenos y espacios disponibles para convertirlos en canteros, huertos, casas de cultivo y corrales comunales; también se pueden aprovechar los espacios familiares disponibles en casas y apartamentos, sembrando mediante macetas, potes o tobos. La creatividad es la que manda y nuestro pueblo es por demás ingenioso y audaz.
Los especialistas recomiendan crear un banco diversificado de semillas (se inicia con las semillas de los propios productos que consumimos), dando prioridad a los rubros de ciclo corto (hortalizas) como el tomate, cebollín, pimentón, lechuga, cilantro, remolacha, ají dulce, etc.
Todos en la comunidad deben animarse y participar. Los principales centros de activación deben estar entorno a las Comunas y Consejos Comunales, los Nuevos Urbanismos, las fábricas y escuelas. Tenemos una enorme fuerza humana para el trabajo voluntario y solidario con todos los movimientos sociales, estudiantes, obreros y nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Especialmente es necesaria la participación de todo el grupo familiar, en cada casa o apartamento, todos sembrando, cuidando el huerto familiar, recogiendo la cosecha de vida y probando los maravillosos frutos del esfuerzo de nuestro trabajo. Todo el país activo en campaña para desarrollar la Agricultura Urbana. Esta es una Cruzada por nuestra papa.
Estos espacios nos permitirán también establecer y coordinar los centros de acopio, intercambio y distribución de los productos de nuestras cosechas urbanas, con el fin de abaratar los precios, golpeando a la nefasta cadena de intermediación. Nada de especuladores ni intermediarios. Con este Plan lograremos la creciente disponibilidad de los productos agrícolas a precios justos y solidarios.
Si la derecha apátrida pretende arrodillar al pueblo por hambre, como lo hizo durante el Golpe de Estado y el paro patronal de los años 2002 y 2003, el pueblo responderá con más organización, con más producción y con más alimentos.
Ya en el balcón brotan mis matas de tomate.