Las repúblicas mantuanas

La Primera República Venezolana fue una experiencia de gobierno organizada y dirigida por la élite mantuana del país. Por ello veremos ocupando papeles relevantes en el destino de tal república a hombres pertenecientes a familias linajudas, como los Ribas, los Montillas, los Bolívar, Toro, Tovar, Salias, Ponte, Palacios, Uztáriz, Sosa, Anzola, López Méndez, Blanco, Casa León, Arámburu, Machado, Pacheco, Serrano, Nepomuceno, Mendoza, Peñalver, Fajardo, Álamo, Alcalá, Clemente, Peña, Unda, Maya, Alvarado, Maneyro, Bermúdez, Mayz, Briceño, Blandín, Peña, Domínguez, Rodríguez.

Los distintos órganos de poder político y militar que se organizaron en esos convulsionados meses transcurridos entre abril de 1810 y julio de 1812 fueron copados por miembros de tales familias. En el Congreso de esa República, integrado por 42 miembros, por ejemplo, según Parra-Perez, encontramos a "los hombres más notables no sólo de aquel tiempo sino de toda nuestra historia civil. Patricios, letrados, sacerdotes, grandes propietarios, formaron una asamblea llena de luces y patriotismo, insigne cual ninguna en el continente (…) Nunca, en más de un siglo de vida independiente, la nación venezolana ha exhibido una elite superior a aquella" (1992: 262). El poder Ejecutivo, a su vez, lo integraron tres ciudadanos de la misma estirpe, Cristobal Mendoza, Juan de Escalona y Baltazar Padrón; mientras que la jefatura del ejército de esa Primera República recayó en el hombre más acaudalado de Venezuela entonces, uno de los pocos que ostentaba título de nobleza: Francisco Rodríguez del Toro, el marqués del Toro. Más tarde, luego que el marqués mostrara su incapacidad para dirigir ejércitos y fuera derrotado en sus intentos de tomar las ciudades de Coro y Valencia, reductos de los enemigos de la independencia, y cuando todo estaba perdido para el bando independentista, fue designado para comandar estas tropas Francisco de Miranda.

Por haber sido una república de la élite oligárquica fue que la misma no sobrevivió mucho tiempo al embate de sus enemigos. Su tiempo de vida fue muy breve. Una república aérea fue esa experiencia pues sus organizadores y conductores eran la minoría del país, gente que además había acumulado mucho odio en su contra a lo largo de todos los trescientos años de vida colonial. Del otro lado estaba la mayoría, los que odiaban con mucha razón a la élite propietaria mantuana. Esa mayoría la componían los esclavos, los indios, los pardos y los blancos canarios y pobres, los sectores sociales sobre cuyos hombros descansaba la tarea de generar la riqueza económica de la sociedad pero que no disfrutaban del producto de su trabajo. Era una mayoría muy maltratada por los propietarios que ahora gobernaban Venezuela. Por tal razón esa Primera República no fue vista con buenos ojos por estos sectores, que a la hora de comenzar la confrontación bélica no dudaron en lanzarse de forma mayoritaria detrás de los jefes realistas a hacerle la guerra a los blancos propietarios, erigidos ahora en gobernantes de Venezuela. Aquí estuvo la debilidad y la causa de la muerte temprana de ese experimento de gobierno republicano en tierras venezolanas. No gozó de apoyo popular y por lo tanto su vida terminó a poco de iniciar su andar.

La Segunda República por su parte fue más efímera y más endeble aún que la Primera. Ésta fue producto de una gesta militar, la Campaña Admirable, comandada por Simón Bolívar. Su radio de poder se circunscribió a una pequeña porción del territorio de la Provincia de Venezuela, único territorio en manos de los republicanos en ese momento. Sus gobernantes fueron los miembros del ejército que comandó Bolívar desde la ciudad de Cúcuta: Tomás Montilla en la Secretaría de Guerra y Marina, Antonio Muñoz Tébar en la Secretaría de Estado, Rafael Diego Mérida en la Secretaría de Justicia y Policía, Cristóbal Mendoza en la gobernación de Caracas, José Félix Ribas en la Comandancia Militar y Simón Bolívar con poderes ejecutivos absolutos. Esta vez tal República quedó en las manos de los jacobinos miembros de la Sociedad Patriótica. Los mantuanos moderados, los que gobernaron la Primera República, ya no estaban en papeles dirigentes. La guerra los había corrido de los escenarios protagónicos. Ellos no estaban pensando en ninguna guerra cuando destituyeron a Emparan y formaron la Junta de Gobierno caraqueña. Ahora muchos estaban arrepentidos de haber participado en aquellos acontecimientos y haber desatado el monstruo de la guerra que ahora azotaba a Venezuela.

Lo cierto fue que aquella fue una República sin elecciones, sin congreso y sin constitución. Su soporte fue el pequeño ejército traído por Bolívar desde Cartagena, mismo que se fue incrementando en la medida que avanzaba la campaña militar. Las armas del ejército que acompañó a Bolívar en la Campaña Admirable fue el único sustento de aquel gobierno organizado en Venezuela entre agosto de 1813 y julio de 1814. En ese momento el monstruo de la guerra social había irrumpido en Venezuela. Por distintos lugares de la geografía nacional estallaron, a partir de 1812, rebeliones populares. Miles de hombres provenientes de los sectores más oprimidos de la sociedad colonial, integrantes de "las castas" o del "pardaje", esto es, negros esclavos, indios, zambos, mulatos y canarios, conformaron ejércitos conducidos por hombres como José Tomás Boves, Francisco Tomás Morales, Eusebio Antoñanzas, Francisco Rosete, Nicolás Zuazola, Francisco Javier Cerveris, Antonio Tizcar y Sebastián de la Calzada, verdaderos azotes de personas blancas que, sobre todo el año 1814, cometieron la más espantosa carnicería en los pueblos y ciudades donde sus tropas entraron triunfantes. De manera que la Segunda República se estableció en un momento cuando los odios de clase y de raza habían estallado en Venezuela. Las castas, el pardaje, dieron un paso adelante en este conflicto con el ánimo de cobrarse tres siglos de afrentas cometidas en su contra por quienes pretendían ahora gobernar la república. Apenas duró un año esta república caraqueña. Pequeña en tamaño y pequeña en respaldo social no pudo sobrevivir a los embates del aguerrido y numeroso ejército popular conducido por José Tomás Boves. Muy poco podía hacer Bolívar para defender esa creación política suya. Las condiciones socioeconómicas predominantes en el país le impidieron captar el respaldo de las bases sociales para su proyecto de liberación y de república.

Hubo de pasar algún tiempo, luego de 1814, año de la derrota de la segunda República venezolana, para que se intentara establecer otro gobierno republicano en tierras venezolanas. Ese intento comenzará a cristalizar en 1817 en el sur de Venezuela, en la provincia de Guayana, gracias al esfuerzo de hombres como Manuel Piar, Simón Bolívar, Juan Bautista Arismendi, Santiago Mariño, José Francisco Bermúdez, Luis Brión, entre otros. Para este año había cambiado la composición social de los ejércitos en pugna así como también la naturaleza del conflicto. Pablo Morillo, jefe militar al mando de un poderoso ejército español, había invadido el territorio venezolano en abril de 1815 y era ahora contra estas tropas extranjeras que debían luchar los independentistas. A partir de esta invasión las fuerzas enfrentadas estaban claramente perfiladas. Por un lado, las tropas de la independencia conformadas por hombres nacidos en suelo venezolano, y por otro lado, las tropas realistas constituidas por los efectivos del ejército invasor. Por tal circunstancia el discurso patriótico pudo prender con mayor firmeza entre los miembros de la tropa de la república y estimular su voluntad de ganar la guerra. Se luchaba por la patria, por la soberanía y también por la justicia social. De manera que esta nueva república será una república de base social mayoritaria. Será la república de algunos pocos blancos, de los negros, de los pardos y de los indios, integrantes todos del ejército libertador en esta nueva fase de la guerra. Será ésta entonces la república del pueblo en armas, presidida además por Simón Bolívar, el político más lúcido y el más competente jefe militar.

Nacerá en la provincia de Guayana esa Tercera República, hace doscientos años. Su capital será Angostura y su estandarte será la bandera tricolor de ocho estrellas. En 1819, gracias al triunfo obtenido por el ejército libertador en la Batalla de Boyacá, se sumará a la nueva república el extenso territorio de la Nueva Granada, y en 1821 se añadirá el resto de las provincias de Venezuela, para conformar finalmente la República de Colombia, la grande, el nuevo polo de poder latinoamericano ideado por nuestro Libertador. El tiempo de vida de Colombia se extenderá por más de una década, hasta el fatídico año 1830, cuando muere Bolívar, y Colombia se fragmenta en tres irrelevantes republiquetas: Ecuador, Venezuela y Colombia. El resto del siglo XIX será sumamente trágico para estos nuevos estados, con soberanía mediatizada y con gobiernos integrados por miembros de la vieja oligarquía colonial y de la nueva oligarquía territorial. En verdad serán desde entonces estos estados unas neocolonias autodefinidas como repúblicas, unas Republiquetas pues.



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Sigfrido Lanz Delgado


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