Hoy la gente, más que diagnósticos los problemas, lo que demanda son propuestas y soluciones viables. Sin embargo, dejar de lado el diagnóstico puede conducir a errores garrafales en la presentación de soluciones.
Bastante hemos aportado en el diagnóstico, que podríamos sintetizarlo en: 1.- Una separación radical de la propuesta revolucionaria y socialista planteada por Chávez en el testamento político "Golpe de Timón", por parte del gobierno de Maduro. 2.- Profundización de la crisis ética, la corrupción y la kakistocracia en estos últimos tres años. 3.- Negación de la responsabilidad de la burocracia y la cúpula política sobre la crisis. 4.- Negación del modelo comunal en coexistencia con el pequeño y mediano empresario para la reactivación y diversificación económica. 5.- Ausencia de desburocratización de los procesos democráticos y productivos. 6.- Represión a la crítica y la autocrítica. 7.- Castración a las iniciativas productivas, privilegiando las importaciones como negocio fundamental de una neoburguesía financiera y especuladora absolutamente parasitaria en nombre de la "soberanía". 8.- Negación de una Auditoría Pública y ciudadana, apoyando así a la impunidad. 9.- Cooptación de los poderes públicos no electos. 10.- Traición a todo un pueblo que confió en la continuidad de un gobierno con sed permanente de legitimidad y conciencia de clase.
Es por todo lo anterior que seguimos insistiendo en proponer cosas, ya no a un gobierno sordo y ciego como consecuencia de la acumulación mafiosa de capital que tapusa sus vías de contacto con la realidad de un pueblo que hoy muere de mengua por no conseguir los medicamentos necesarios para atender un porcentaje importante de enfermedades crónicas, sino, de cara al pueblo que vive de su trabajo, y de aquel que hoy vuelve a ser excluido del sistema.
En este sentido seguimos proponiendo:
1.- La necesidad de crear un modelo propio distinto al neoliberalismo como el factor orientador de los sectores progresistas de nuestro país. 2.- Un cambio de discurso más próximo y realista, que acepte los errores del pasado y asuma con coraje la renovación de ideas. 3.- Plantear un modelo transicional económico que atienda primero la salida estructural a la crisis económica para poder posteriormente discutir el modelo definitivo que queremos. 4.- Unificar todos los esfuerzos para que los cambios necesarios sean de manera transparente, incluyente de todos los sectores y fuerzas políticas y productivas del país. 5.- Generación de confianza a través de un plan concertado que genere estabilidad y seguridad, con la legitimidad de la refrenda ciudadana, sin pactos o acuerdos a media noche y entre gallos. 7.- Superación de la impunidad a través de una Auditoria Pública y Ciudadana. 8.- Repatriación de capitales fugados y cese planificado y acordado del pago de la deuda externa hasta no ser auditada. 9.- Respeto incuestionable a los derechos democráticos contra el autoritarismo. 10.- Freno a la explotación del Arco Minero del Orinoco tal como está planteada en el plano del extractivismo y profundización del rentismo.
Sin embargo, todo esto al final pasa por la salida democrática de este gobierno, pero no para entregarlo a la oposición, cayendo en el juego de la polarización, sino para desarrollar los cambios desde una alternativa despolarizada, incluyente, ciudadana, humanista, democrática, que reconozca a todos los actores, los respete, pero privilegie la decisión popular sobre los intereses de las cúpulas. Una Nueva Referencia Política es no sólo una necesidad, es una urgencia que debemos asumir desde aquellos sectores que hoy nos duele el país, porque las cúpulas ya "¡No nos representa!", y lo nuevo no debe hacerse esperar.