Mi palabra

Mi hábito de fumar

"Mi hábito de fumar puede que a ti,

te moleste, pero a mí, me está matando".

Sidonie Gabrielle Colette.

Un señor, a quien he visto muchas veces, pero nunca habíamos intercambiado palabras. El pasado sábado se me acercó, para confesarme su su hábito de fumar; es un empedernido fumador y apenas se encuentran rodando los cuarenta años. El dialogo lo inició, preguntando el nombre; muchas veces me ve haciéndole la "guerra" a los fumadores, incluso sin conocer algunas personas. Después de identificarme, habló de una manera muy pausada: "Siempre lo escucho hablar sobre el cigarro; nunca le había prestado atención. Estuve a punto de darle una mala respuesta, porque me parecía un entrometido; pero ahora no me queda otra: rectificar y poner en práctica la voluntad para dejar de fumar".

Este encuentro con un hombre del pueblo, se fue alargando, al extremo que me pareció una interesante experiencia en medio de la crisis, golpeando a todo el mundo, sobre todo a los de abajo por una serie de factores. El amigo es un obrero de una fábrica, con una familia, formada por cinco personas; el salario mensual, no llega a los veinticinco mil bs; lamentablemente se estaba fumando casi dos cajetillas; cada una cuesta 800 bs, son 1600 bs; devaluados y todo, sirven para algo más provechoso; parece una exageración, pero lo vemos todos los días. Esto me lo confesó con cierta preocupación; cada momento se llevaba la mano derecha al bolsillo de la camisa; respetaba la conversación, cuando le decía: ¡No vayas a fumar, déjalo para después! Proseguía hablando con una sonrisa. Finalmente se me ocurrió preguntarle ¿Cómo haces para subsistir? Esto sirvió para finalizar la conversación; me dejó la tarea para buscar la respuesta.

Esta pregunta se la podemos hacer extensiva a muchas personas, algunos uniformados: policías y guardias nacionales, con un sueldo raquítico, y sin embargo cargan confortables camionetas; solamente para equiparlas de combustible se necesitan parte del salario; pero dejemos las suposiciones de corrupción, para seguir indagando sobre un vicio tan absorbente y escabroso, como es el hábito de fumar, más cuando el pasado martes, 31 de mayo, fue el día de no fumar; lamentablemente pasó, como un simple recordatorio de los medios de comunicación, para los atrapados por este vicio, sin ningún impacto en la opinión pública, porque la crisis económica y la confrontación política lo absorbe todo.

Las consecuencias de este terrible mal, son para alarmar a cualquier pensante. El tabaco mata la mitad de sus consumidores. Cada año mueren casi 6 millones de personas y más de 600.000 mil, son no fumadores expuestos al humo de tabaco ajeno; se habla que estás cifran van a seguir creciendo de no tomarse medidas urgentes, algo que muchas veces se hace sumamente difícil, por la falta de conciencia y esfuerzo de voluntad.

Las campañas para dejar de fumar, parecen no surtir ningún efecto, sin embargo un decreto del gobierno nacional, ha reducido los espacios de los imprudentes fumadores. La adicción es muy grande, motivo por el cual se hace muy difícil, pero no imposible dejar el tabaco. El escritor norteamericano Mark Twain, con un mensaje algo jocoso, lo reafirmó: "Dejar de fumar es fácil. Yo ya lo dejé como 100 veces".

A pesar de todo esto, tenemos que ayudar a crear conciencia, aunque se corre el riesgo de pasar un mal rato, como me ocurrió, hace algunos años en un clínica. Una señora se encontraba fumándose un cigarrillo con todo el placer del mundo; me tomé el atrevimiento de hacerle la advertencia, que estaba en un centro de salud; entró en cólera, sin tomar en cuenta la explicación; salió por la insistencia del vigilante de seguridad; al pasar a mi lado, me veía de arriba abajo, pronunciando unas palabras, que no puede repetir.


 



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Narciso Torrealba


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