Si los libertadores y las muchedumbres mestizas que protagonizaron la gesta de la independencia despertaran de sus santos lugares, seguramente enarbolarían de nuevo sus banderas, para proseguir la marcha hacia la emancipación definitiva de nuestro continente Abya Yala.
La tarea que nos dejaron de proseguir la lucha contra las pretensiones hegemónicas del capital, se quedó congelada, las clases políticas y económicas de ayer y de hoy se entregaron a los intereses del gran capital y cuando el pueblo creía que la situación cambiaria con la llegada de Hugo Chávez y su revolución bolivariana, la misma se convirtió en la mayor estafa ideológica y política jamás conocida en la historia de Venezuela y el continente.
En nuestro país y en todos los pueblos de Latinoamérica, hemos vivido en constantes crisis sucesivas crónicas, eternas, insoportables que se presentan como endemias que la misma cotidianidad esconde pero que se reflejan en los rostros de los pobres del campo y la ciudad.
Indioamérica, tierra de amor y gracia y donde nuestros originarios vivieran en armonía con la naturaleza, desde el proceso colonizador hasta nuestros días la han convertido en un desierto por la destrucción ambiental del extractivismo en todos los órdenes, donde las mayores víctimas son los campesinos e indígenas desalojados de sus territorios ancestrales, para darle cabida a las empresas multinacionales de estados Unidos, China, Rusia, Inglaterra, Francia- entre otras- y de esta manera entregar en contratos leoninos las riquezas y la soberanía de los pueblos y lo que es peor, en nombre de una revolución que lo único que ha hecho es robar y pisotear la dignidad de nuestras gentes.
Hoy, los hechos son más poderosos que la ilusión y la esperanza de ver transformada a Venezuela, pues la Constituyente sólo sirvió para relegitimar el viejo poder constituido, lo cual resulto dramático y terrible, pues sirvió para darle cabida al capitalismo de estado, rentista y populista que le abrió las puertas al neoliberalismo globalizado.
La política económica del llamado socialismo del siglo XXI, profundizo los planes de Carlos Andrés Pérez, continuados por Caldera. Pero más allá de una simple continuidad, se trató de una decisión firme para instalar la estructura económica venezolana en el mundo globalizado, disfrazando el neoliberalismo como revolucionario para imponer las empresas mixtas manejadas por los grandes conglomerados, colocándose de rodillas frente al gran capital a cambio del poder formal.
En nombre de la revolución se entregó a los grandes conglomerados el petróleo, carbón, gas, coltan, hierro, acero, aluminio y la última entrega el Arco Minero del Orinoco, utilizando para ello las energías, el ánimo, la generosidad y la ingenuidad e inocencia del movimiento popular, manejado por una oleada publicitaria que les permitió manipular y engañar a todo un pueblo, con el silencio cómplice de una oposición que al igual que el gobierno se encuentra arrodillada frente al imperio del gran capital.
El llamado chavismo, lejos de fortalecer la organización y el poder real del pueblo, repite la vieja política betancourista al tratar de fortalecer el PSUV como partido único, además de imitar los viejos partidos de AD y Copei, desmonta las iniciativas populares por no estar controladas por la estructura burocrática y parasitaria de la llamada dirigencia revolucionaria, dirigencia que se volvió vieja en el poder y se corrompió hasta más no poder y donde muchos no se conformaron con saquear y robar el erario público, sino que valiéndose de sus posiciones de poder se unieron a la cadena criminal del narcotráfico y donde un sector militarista se les acopló para hacer de las suyas.
Mientras hubo dólares se mantuvo el populismo, se compraron colectivos, liderazgos internacionales, "intelectuales" que escribieran a favor de la revolución, gobiernos que también se llamaron socialistas y revolucionarios y se pudo mantener una militancia clientelar que siempre jugo a valor de cambio (si tú me das estoy contigo).
Al bajar los precios del petróleo, la fiesta se acabó y comienza a verse los resultados de tanto engaño y perversidad, es por eso que la llamada revolución bolivariana no termino de cuajar ni convencer, de allí que entra en una grave crisis al quedar descubierta ante las masas y que da como resultado una gran frustración, tristeza, rabias, porque la misma realmente se divorció de la realidad del pueblo, pueblo que le brindo toda su confianza y que fue traicionado al igual como lo hizo la dirigencia del punto fijismo, gobierno que se iniciara el 23 de enero de 1958 con el derrocamiento del General Marcos Pérez Jiménez.