El Gobierno, en su rumbo errático, arremete de nuevo contra el "bachaqueo", y otra vez lo hace de manera equivocada. Es que no termina de entender el fondo ideológico de este fenómeno; todos los paliativos han fracasado, lo hizo la acusación de colombianos, el terminal de la cédula, y lo harán los CLAP. Veamos.
El "bachaqueo" es una expresión de la ambigüedad del gobierno, que se bate en la contradicción entre la prédica "socialista" (cada vez menos) y la práctica capitalista-populista (cada vez más), de esta manera renuncia a la esencia de una Revolución: la conciencia, la cultura, la espiritualidad social. Así cava su propia sepultura, convierte a los humildes en sus sepultureros. Sin entender la contradicción que lo atenaza, no habrá solución.
Cuando el gobierno escogió la ruta del estímulo al capitalismo, de la alianza con los empresarios, no se trataba meramente de un asunto económico sino de un poderoso empuje a la ética capitalista; su máxima se hizo hegemónica, rige el comportamiento de toda la sociedad: "si yo estoy bien todo está bien", "si me da lucro es ético". Así el Socialismo sufrió un inmenso descalabro, la sociedad no responde ahora a objetivos sociales.
El "bachaqueo" es una especie de capitalismo en escala menor, tiene la misma psicología, la misma ética que, por ejemplo, los miembros del motor empresarial, o del capítulo empresarial del Congreso de la Patria, pero también de mendoza y de cisneros, y por supuesto de pérez abad, de marcos torres: comprar barato, vender caro, sólo importarse por su bien individual, la búsqueda de la ganancia por sobre cualquier otra consideración. Todos, a diferentes escalas, son capitalistas.
El "bachaqueo" busca su participación en la renta donde puede, no hay para él otra ética que la ganancia, y prospera allí donde la contradicción populismo-capitalismo se expresa. Los productos subsidiados de forma populista son revendidos de forma capitalista.
El gobierno desesperado enfila contra los "bachaqueros", gente humilde, sin duda, que entran bien en la difusa definición de pueblo, lo que demuestra la contradicción de la teoría del gobierno: el "bachaqueo" es la tumba del populismo y de su definición ambigua de pueblo. Ahora inventaron los CLAP, no entremos en los disparates con los que se han definido, las idas y venidas en su aplicación, estudiemos hoy su funcionamiento.
Los CLAP consisten básicamente en la venta barata quincenal de una bolsa de comida a las personas inscritas en un censo controlado por un organismo del gobierno. Con ese mecanismo se pretende derrotar a los "bachaqueros".
Se parte del error de que el bachaqueo es un fenómeno de compra de alimentos, cuando en realidad es comprar mercancía para revender; es decir, un fenómeno comercial y no estomacal. Quien compra para comer no es "bachaquero", es meramente consumidor, entonces se ataca el fenómeno en campo equivocado. Pero además puede ocurrir, nada lo impide, que el acreedor a una bolsa también ejerza su oficio de comerciante ("bachaquero"). La conclusión es clara, lamentablemente, no se ha dado con la solución al problema, o mejor se ha esquivado, que es acabar con la ambigüedad del gobierno, que no se decide a ser Socialista y no termina de entregarse a los capitalistas.
Al gobierno le queda un error por cometer: la fracción desesperada policial no tarda en "ponerse bruta" y plantear represión en cualquier forma, sin derechos humanos, como el olp. No caen en cuenta que esos "bachaqueros" son pueblo humilde que de no "bachaquear", como están acostumbrados, repetirán un 27 de febrero, como hicieron cuando los apretó aquella versión de socialdemocracia.