Manual para un perfecto emigrante

Si van para el norte, talvez se encuentren con los refugiados africanos que aún están varados en Costa Rica, en Nicaragua los tratarán bien, pero allí no hay mucho empleo; pasarán por El Salvador o quizás por Honduras; allí se toparán con pandilleros y criminales de todo calibre, es bueno aprender algunas picardías que sirven en estos viajes; en el Salvador, si logran contactarse con algún coyote y pagar unos 5 mil dólares, los llevaran por sitios “más seguros”, talvez logren alcanzar la meta: Estados Unidos. Continuemos el viaje.

En Guatemala se toparan con algunos paisanos, pero eso sí no vayan intentar robarse algo, o violar a alguien, porque allí los linchan. Vaya, al arribar por Hidalgo, Tapachula o Candelaria y agarran el rumbo al norte, no les queda otra que abordar autobuses o caminar mucho por la línea férrea, para no ser detectados por migración y se joden de inmediato, no hablen porque su acento fonético es diferente al de los mejicanos; sino, los bajan de los autobuses, los humillan en las cárceles locales, antes los despojan hasta de los calzoncillos, pasan su buen rato en las cárceles hasta que los deportan, no hasta su país de origen, sino, allí nomás, en la frontera de Guatemala; los con mucha suerte lograrán continuar y unirse a las mareas migratorias de centroamericanos esperando por guindarse de la Bestia.

De ese tren los, maleantes mexicanos les harán sufrir, los golpearán, les robarán todo lo que llevan y los lanzan de la Bestia en marcha, si sobreviven quedarán deambulando desnudos por algunos poblados del norte mexicano. Hay gente buena en México, ellos ayudan en estos casos. Si alguno logra atravesar el rio, y llegar, por lo menos salvo al otro lado; esa es otra historia; de cárceles, de dinero y de búsqueda de solidaridad con algún familiar que ya esté en ese país., (se las narro después).

La historia de los migrantes centroamericanos hacia Estados Unidos, es muy rica en experiencias de maltratos y violaciones de los más elementales derechos humanos.
Ito, un joven centroamericano graduado de literatura, logró pagar el vuelo que lo llevó de un país centroamericano a España-Madrid; allí vivía una prima y un amigo, lograron conseguirle un empleo en un pequeño bar, no ganaba muy bien pero sobrevivía, sufriendo cada día las humillaciones racistas, siempre que llevaba los pedidos a los clientes, éstos se rascaban los sobacos (axilas) y se reían de él.

En la calle unos inchas de no sé cuál equipo, le pegaron una tunda que lo dejó en el hospital. Trabajó un mes y medio e hizo algunos préstamos con sus amigos y familiares para comprar el boleto y se regresó. Así, estos héroes migrantes conocieron el mundo.

Para las nuevas aves migratorias deben recordar la canción de lucha Villa que dice en el estribillo, “Cuál de los dos amantes sufre más penas: el que se va o el que se queda.

Tírense a la aventura, lo demás es parte de la experiencia existencial humana y recuerden también lo que dijo una joven salvadoreña a una norteamericana de Washington: “Me vine a Estados Unidos porque ustedes arruinaron mi país. Y Venezuela, aún se puede salvar de la ruina.


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Memo Fernández


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