Que extraordinaria, maravillosa y prolífica fue la vida de nuestro Prócer de la Independencia Francisco de Miranda. Más que heroica, toda su vida es por demás increíble, tomando en cuenta las limitaciones propias de su tiempo (siglo XVIII e inicios del XIX), sin aviones, trenes o telecomunicaciones. Todas sus largas travesías y viajes los realizó con mucha voluntad en barcos y a lomo de caballo.
La vida del Precursor de la Emancipación Americana, es todo un ejemplo que enorgullece e invita al crecimiento y la formación personal, ya que no solo realizó estudios formales en Caracas y Madrid, sino que fue un entusiasta lector, un autodidacta, erudito y hasta editor (contaba con su propia imprenta). Se abocó de lleno al aprendizaje por medio de la lectura y análisis de miles y miles de libros. Su biblioteca personal estuvo conformada por más de 6000 libros, todo un Patrimonio en la década de 1800. Recordemos que en esa época el acceso al conocimiento, al debate científico, estaba reñido con los preceptos de la Santísima Inquisición, que no perdonaba a los herejes que preferían la razón y las ideas a la imposición metafísica y el oscurantismo de los medievales dogmas religiosos. A pesar de todas las amenazas y persecuciones Miranda pasó toda su vida con un libro bajo el brazo.
Fueron la Santa Inquisición y el mismísimo Reino de España los que persiguieron infructuosamente a Miranda por medio mundo. Durante su reclusión fue considerado como reo de Estado, lo que da idea de la magnitud de la aversión de las autoridades monárquicas; y con razón, ya que Miranda siempre prefiguró y difundió públicamente las ideas de libertad e independencia para las antiguas colonias españolas en América. Por eso, ya desde 1798 (12 años antes del 19 de abril de 1810), Miranda ya señalaba que "Nunca reconoceremos por gobierno legítimo de nuestra patria, sino aquel que sea elegido por la libre y espontánea voluntad del pueblo; y siendo el sistema republicano el más adaptable al gobierno de las Américas, propondremos, por cuantos medios estén a nuestro alcance, a que los pueblos se decidan por él...". La grandeza histórica de estas palabras radica en que también fueron compartidas por José de San Martín y Bernardo O'Higgins en La Gran Reunión Americana de Londres. Toda una escuela de futuros Próceres y Libertadores.
En 1801, el gran Precursor de la Independencia señaló en su Proclamación a los Pueblos del Continente Colombiano Alías Hispano-América que "ha llegado ya el momento de vuestra emancipación y libertad" y con luminosidad esgrime que "España solo se acuerda de nosotros para imponernos tributos, para enviarnos un enjambre de tiranos que nos insulten y despojen de nuestros bienes para ahogar nuestra industria, para prohibir nuestro comercio, embarazar nuestra instrucción y para perseguir todos los talentos del país". En este juramento, ideado por Miranda, se enaltece el pecho pronunciando: "No compaisanos, seremos libres, seremos hombres, seremos nación. Entre esto y la esclavitud no hay medio, el deliberar sería una infamia".
De Miranda sabemos con preciso detalle su destacada participación en los más importantes sucesos de su tiempo: la Independencia de Estados Unidos, la Revolución Francesa y la Independencia de las antiguas colonias españolas en América. Pero aún hay más, Miranda nunca dejará de sorprender por la claridad de sus ideas y lo excepcional de sus proyectos, todo meticulosamente plasmado en sus Papeles, que son 63 volúmenes de notas, decretos, cartas, mapas, partituras y otros extraordinarios documentos, recopilados durante sus viajes, vivencias e increíbles experiencias (disponibles en formato digital en la página http://www.franciscodemiranda.org). Por su excepcionalidad, los Papeles de Miranda están incluidos desde el año 2007 en el Programa Memoria del Mundo de la Unesco, el cual procura "la preservación y el acceso del patrimonio histórico documental de mayor relevancia para los pueblos del mundo". Que orgullo.
Miranda fue un extraordinario estratega militar y un extraordinario diplomático, defendiendo por décadas y con máxima pasión la causa de la Independencia. Desde George Washington hasta Napoleón Bonaparte, todas las grandes personalidades de su época (líderes militares, políticos, artistas), conocieron de su propia voz, los proyectos para la independencia de la América Hispana.
Entre los principales legados del ideario de Miranda se encuentra que fue el primero en darnos una noción de identidad, como ciudadanos libres e independientes en este específico territorio. Crea el proyecto Colombeia, un gran Estado, diseñando y proponiendo toda su organización política, con su respectivo Poder Ejecutivo, Poder Legislativo y una Alta Corte Nacional.
Luego prefiguró la idea de la necesaria e impostergable Unidad territorial, contemplando la integración de todo el continente americano, desde el río Mississippi al cabo de Hornos. Con una capital en Panamá, de la cual pensó hasta en su Canal, bien temprano en 1790.
Miranda fue el primero que habla de la República como forma de gobierno para nuestra américa, bien alejada de los perniciosos y despostas modelos monárquicos que nos azotaban y expoliaban. Tomó siempre como ejemplo los principios de igualdad y libertad inspirados en la Revolución Francesa y en la Independencia Norteamericana.
De una moral, fidelidad y un temple inquebrantable, jamás traicionó ninguna de las causas que defendió. Más bien combatió las traiciones e intrigas, como cuando rechazó al traidor del general francés Dumouriez, contestándole tajantemente "un cuarto de hora de vuestros caprichos y locuras no me hará renunciar a los principios a los que estoy unido a través de veinte años de estudios y reflexión".
Estas son las palabras contundentes de un gran hombre frente a la historia. Miranda es nuestro mejor ejemplo de lucha. Cada día debemos dedicarnos al estudio y al trabajo productivo en favor de la patria. No podemos doblegarnos ni rendirnos ante las adversidades. Para vencer, debemos ser como Miranda.