Si llevamos más de 400 años, celebrando el nacimiento de un carajito, del cual nos dijeron que nació un 25 de diciembre, pero no sabemos el año, a lo mejor los estudiosos de la religión, teólogos y demás eruditos en la materia, se acercan a esa fecha desconocida, así como, lo es la fecha de su muerte, pero si tomamos como referencia, el antes de y después de, pero la tal fecha exacta, solo tenemos el día de su nacimiento, un 25 de diciembre, eso porque en las reuniones de unos sabiondos, para contralar el aguacero de incógnitas para calmar las ansias del saber, la fijaron como tal.
Este es uno de los nacimientos que ha traído las señales de la dimensión desconocida, como todos los acontecimientos históricas, pero que los pendejos de seguidores de los embustes de la tradición, celebramos y seguimos celebrando por el hecho de dejarnos, puro cuentos y leyendas. Miren, esto no lo estoy inventando yo, hasta no hace mucho, le tumbaron unas de las figuras emblemáticas que lleva uno de los iconos principales, en honor a este hecho, para celebra el dichoso nacimiento y a los fanáticos de montar la tal obra de arte expuesta para que vengan los amigos, vecinos, contactos por internet, si sacamos la foto de la tarea, y nos digan la belleza que hicimos, y si nos visitan, porque no hay quien venga a visitarnos, esperando una atención para celebrar esa fecha inmemorable, con una birra o bebida espirituosa, o con una suculenta hallaca, para halagarnos con aquel drama, ¡qué lindo tu nacimiento!. Esto, solo para darle una idea de vainas que celebramos y hasta no sabemos porque lo hacemos y nos las van metiendo poco a poco, desplazando así, nuestra cultura ancestral.
Desde el mismo momento que se inventa la celebración de dicha ocurrencia, se empieza a asomar un vicio maligno, el consumismo masivo, la regaladera de objetos y bienes materiales para agasajar a los protagonistas del evento, pero no entraré en detalles acerca de ese festejo que nos dejaron, que nos dijeron, que nos contaron y que hoy todavía nos preocupa empezando el año, la celebración de las navidades.
Lo que quiero decir con esto, es que seguimos celebrando un nacimiento de un elemento, que no sabemos, ni cuando, ni donde nació, solo aparece suposiciones sin una partida de nacimiento, pero que muchos si afirman y tienen fe de que si pasó, solo la Sra. Fe, es testigo. Si no existe una base que sostenga todo lo escrito y dicho, en unas tales escrituras que no sabemos quién las escribió, ni cómo ni cuándo, se desplomarán por su propio peso, no será hoy ni mañana, fíjense que han pasado 2 mil años desde la aparición de la iglesia, donde un señor nombrado Pedro, levantó sus cimientos y viene otro sucesor en este siglo y le tumba uno de los embustes como, ese de que no existe, cielo, ni paraíso, y menos el imparcial, el limbo. Por eso digo como la canción aquella, que canta Luis Miguel, sabor a mí, donde pasaron más de mil años y muchos más y sigo celebrando el cuento.
Con esta introducción solo quiero decirles a los majunches, los que se ríen, se burlan, hacen bufas cuando celebramos el nacimiento de nuestro héroe del siglo XX y XXI que pasaran los años y seguirán los siglos y seguiremos celebrando su nacimiento. A los que no lo saben, Chávez llegó para quedarse y se quedó en un pueblo que lo lleva en su corazón, en su alma por la huella que deja en el amor por su pueblo.
Chávez no es una leyenda, ni un mito, es una historia que vamos dejando todos los que vivimos en su época, en su historia, nació un 28 de julio de 1954 para su gente y 4 de febrero de 1992 para un pueblo, nato para un mundo que sueña, que cree que un mundo mejor es posible, es lo que buscamos junto a él y con él su legado. Por eso celebramos su nacimiento hoy, mañana y siempre. Con tortas, grandes o pequeñas, de un metro o de un centímetro, de cien kilos o de un kilo, lo celebramos como nos dé la gana, cantando, bailando y llorando, pero es nuestra celebración. Cuando recordemos su despedida, no su muerte, la muerte no existe para los que amamos, el que ama no olvida a sus seres queridos, también le cantaremos y lo lloraremos, como lo mandan nuestros sentimientos.
Con Maduro vamos con Chávez, en su camino por conseguir un mundo mejor y posible con su legado.