No es necesario una encuesta proveniente de alguna empresa acomodada o no a las exigencias del gobierno, para darse cuenta de lo que le viene encima a esta revolución. En la calle es relativamente fácil darse cuenta del profundo desgaste del gobierno y de los líderes que hoy deslucen en sus vanguardias. Los inmensos tumultos humanos que por todos los lados de la patria se acumulan en busca de todo tipo de artículos básicos para la subsistencia son el mayor encaro al gobierno. Lo más preocupante es que durante el trimestre que comienza en Julio, se incrementan las colas y la escasez de productos básicos llega a límites intolerables. Conseguir papel toilette y jabón de baño constituye una proeza. Y si se consigue, el bachaquero te asalta desconsideradamente. El insumo para hacer la arepa de la comida venezolana está desapareciendo. El maíz, harina precocida o masa, ya empiezan a extinguirse hasta en los lugares donde la siembra les es ventajoso. La gente pierde peso aceleradamente porque no se está alimentando convenientemente, eso es evidente. Una inmensa masa humana de acosados por el hambre, parece asomarse por lúgubres rincones de la patria. Y el gobierno no da respuesta ante semejante descalabro. Causa perplejidad, ver a través de los medios televisivos, como los voceros gubernamentales evitan hablar de la descomunal crisis que el país lleva a cuestas. El mismísimo presidente que casi todos los días se encadena para cualquier cosa, jamás le trae una buena nueva al pueblo que lo eligió, para solidarizarse con él y dictar claras y convincentes medidas en aras de mejorar la situación. El pueblo pierde la esperanza y el gobierno pierde credibilidad. Lo más grave de todo, entonces, es que no se nota en el corto o mediano plazo alguna posibilidad de revertir la crisis. Nadie en el gobierno se atreve a pronosticar algún éxito inmediato, ni siquiera parcial. Tienen pavor a su ineficiencia. Lo que si dicen, hasta burlonamente es que "no estamos tan mal", como si la gente no sintiera en su espinazo el embate de sus hambres. Algún poeta llegó a escribir jocosamente que ya" los dientes están demás". Por todo eso es que las colas que han sembrado la revolución mal encaminada, son la más clarísima expresión del fracaso, donde todos los venezolanos habrán de concurrir para obtener algún servicio de subsistencia. Hay, desapercibida, otra cola vergonzante. Es aquella donde un montón de jóvenes recién graduados en el país, buscan allende de los mares, lo que su patria no puede brindarles. Y allí está el caldo de cultivo para arrollar la revolución. Y la revolución caerá, si la sensatez no se asoma por las ventanas de esta desgracia. Un acto de recabacion del 20% firmas, podría constituirse en una afrenta a la revolución ante un pueblo que querría distanciarse de ella. Ya la revolución mancillada, comienza a tender su velo ineluctable para que sus hijos impróvidos más aferrados al poder, entiendan que una revolución sin el consentimiento de su pueblo jamás obtendrá los frutos que alguna vez se trazó.