Una política nunca viene sola, aislada, forma parte de un complejo en cuyo núcleo está la relación económica entrelazada con la espiritualidad que la justifica, la perpetúa, y sólo después esa política se personaliza. De allí que la crítica de una política debe partir del centro hacia la periferia, hacia las personalizaciones. Veamos.
El pragmatismo y su hermano gemelo, el oportunismo, son los pilares de la política de este gobierno. Destacados representantes han hecho doctrina de estos comportamientos, han escrito documentos postulándolos. Intentemos estudiar de dónde provienen, las consecuencias políticas, sus personalizaciones.
El oportunismo está anclado en el capitalismo, en su esencia ética: "si da lucro es ético, no importa a costa de qué". Recordemos la promesa de un ministro que ofrecía no averiguar el origen de los dólares si los pillos los traían del exterior. Esta ética capitalista toma diferentes disfraces, lo frecuente es que se esconda tras otros valores morales, otros sueños; se habla en abstracto de la defensa de la libertad, se moraliza contra la pereza, quien no trabaja es proscrito; "si tú estás bien, todo está bien" es su consigna, quien no surja es por flojo. Nunca se dice quién se apropia del trabajo de las mayorías. Normalmente, la brutal manipulación espiritual funciona bien, va desde Hollywood hasta la escuela, comprendiendo a la televisión, la religión, así el sistema goza de buena salud.
Cuando la dominación espiritual se resquebraja, la sociedad entra en turbulencia, las aguas se agitan; entonces, el problema principal del capitalismo es retomar el control, restituir las cadenas invisibles. Pero en esta situación de crisis puede surgir la opción revolucionaria, en este caso hay un intento por sustituir el principio ético del capitalismo por el principio ético del Socialismo, recomponer el núcleo social: "de todos por el bien de todos". Así, la sociedad comienza un proceso de sanación, de reconstrucción; se integra, lucha contra la fragmentación.
Si el proceso falla, se retarda, si recordando a Gramsci, lo que debía nacer no termina de nacer y lo que debía de morir no termina de morir, en ese claroscuro surgen los monstruos. Uno de esos monstruos es el oportunismo, el pragmatismo como forma de gobierno preludio del fascismo, que es una acción de fuerza para restituir la dominación capitalista.
En estas circunstancias, después que se instala el oportunismo como forma de gobierno comienza un proceso de deterioro que es prólogo del fascismo. La imprecisión en el lenguaje, el olvido, la casi total pérdida de memoria son atributos del oportunismo, la alta sensibilidad a la crítica es otra de sus características.
La palabra es anclada en las necesidades del oportunismo, deja de ser reflejo de la realidad. La sociedad entra en una suerte de esquizofrenia, de psicosis, de pérdida de relación y de instrumentos para relacionarse con la realidad. Al perder la memoria, pierde la capacidad de crítica; vive al día, no hay historia, no hay pasado, no tiene rumbo, cualquier destino le da igual, inclusive el fascismo con tal de permanecer, de sobrevivir; cada día es un triunfo, el mañana no importa. La masa, desconcertada, acepta la verdad de ese día, no importa que no se cumpla, no importa lo cruel que sea. Embriagada de promesas, danza alrededor de un becerro de oro, que en realidad es la cabeza putrefacta de un cochino, de "El señor de las moscas".
El gobierno, los gobernantes se ven obligados a la política del gato, a cubrir con tierrita sus fracasos, a desdecirse a cada momento; a decir algo hoy, y mañana lo contrario; a marcar un rumbo hoy, y mañana el rumbo contrario; a ser Socialistas, chavistas hoy, y mañana capitalistas.
En este paisaje oportunista que debemos intentar explicar la actitud de Eulogio del Pino, presidente de Pdvsa, y de Elías Jaua: el primero habla de revertir la política petrolera del Comandante Chávez; el segundo le responde criticando esa postura, diciendo que eso no es Chavismo. Al final, los dos se desdicen, lo que antes escribieron, lo que antes discursearon no existe. ¿Y los que escribieron apoyando la tesis de Jaua? Se despachan diciendo que son de la cia o que les pagan para atacar a la industria.
Así se completa, por ahora, esta acuarela del oportunismo. Seguirán contradiciéndose, mintiendo hasta que ya no puedan más; entonces vendrá el fascismo, y los oportunistas cambiarán definitivamente la camisa roja por el flux de hablar en las reuniones de empresarios, y por las camisa pardas y negras de "cazar como a ratas" a los chavistas auténticos.