Del "Por ahora" al "Dónde está el socialismo": ¿La historia del auge y la caída de una revolución?

El 4 de Febrero, aquella madrugada fue una epifanía, brilló una luz pocas veces vista, un resplandor como de un rayo detenido; ocurre cuando las acciones humanas conmocionan la historia, la jalonean, la despiertan del letargo. Esa claridad envolvió a Santiago de Cuba cuando Fidel asombró al mundo con el asalto al Cuartel Moncada, aún brilla en el Gólgota, y seguro algunas noches alumbra la Quebrada del Yuro. No todos las pueden ver, es necesario una dosis de sentido de sociedad, de pertenencia a la especie, para poder percibirla. Está negada a la mezquindad, a la soberbia, al oportunismo, a esos sólo les está permitido la sombra del metal.

Cuando el Comandante Chávez asumió la responsabilidad de aquella historia, cuando además no arrió las banderas sino que las enarboló con valentía, aún prisionero de los verdugos firmó el compromiso de seguir luchando: ¡Por Ahora! es un grito de guerra grabado en el corazón de los humildes.

Desde ese grito han pasado años de caminar hacia la tierra prometida, Chávez nos guió, fuimos más allá de la historia, llegamos a terrenos inéditos, desenterramos el sentimiento de los mejores hombres de la humanidad, el amor, la fraternidad fue la divisa. Después, el objetivo, la meta estuvo clara, más allá de la colina de la infamia estaba la Tierra Prometida, y ésta era el Socialismo, allí Cristo se fundió con Marx, el pensamiento profundo de Bolívar fue comprendido: era preciso liberar a los esclavos para poder liberar a la América, tal como hoy es preciso instaurar la propiedad social de los medios de producción para poder liberar a la humanidad esclava del capitalismo.

Con esas ideas avanzó el Comandante, veía más allá del horizonte, leía en la oscuridad. Quizá uno de sus errores fue avanzar mucho y dejar atrás a sus colaboradores, no entendieron su pensamiento, no comprendieron su esencia, no vieron la luz que emanaba.

Chávez los examinaba, los increpaba, les preguntaba dónde está el Socialismo, siempre les reafirmaba la meta: El Socialismo para tener Patria, el Socialismo para salvar a la humanidad, El Socialismo o Barbarie.

Cuando los colaboradores se vieron solos, sin el control del Comandante, actuaron como adolescentes liberados, no tenían a quién entregar cuentas, sus palabras adquirieron fuerza, sus deseos se transformaron en edictos, la pleitesía se transformó en alfombra. No era necesario pensar, la realidad se confinó a una burbuja que los envuelve: todo está bien, la culpa es de otros, el retruécano sustituyó a los argumentos, el verbo y la cara amarrada a los combates.

Ya nadie preguntaba ¿dónde está el Socialismo?, el capitalismo avanzaba como nunca, las marchas mermaron, se fueron de las avenidas, de los grandes escenarios a las callejuelas, a los trucos de cámaras. No importa, ya nadie pregunta ¿Dónde está el Socialismo?

Y así la Revolución va languideciendo, transformándose en un sarcasmo, la Tierra Prometida se aleja, se nubla tras la polvareda de las riñas, las rasguños de las fracciones del capitalismo. Se consuma el regreso del pasado, nadie escucha al Comandante. ¿Será que este es el final, todo terminó, el Comandante, al igual que Cristo, que Bolívar, fue derrotado por los que creía suyos? ¿La obra seguirá inconclusa? O un día, quizá una madrugada se oirá de nuevo el "Por ahora", "Dónde está el Socialismo" y Chávez volverá a nacer.



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Toby Valderrama y Antonio Aponte

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