Las señales de la realidad son claras: el gobierno dilapidó la mayoría, la pasión que le dejó Chávez; en tres años, el desgaste es evidente. Más allá de los retorcijones para justificar, de las excusas, la realidad choca en la cara. Había una sola manera de conseguir tamaña disminución y este gobierno la encontró y la puso en práctica: ¡se apartó de Chávez!
No son tiempos de excusas, de mediciones inútiles, de justificaciones que son espejismos, menos de ceguera frente a la realidad; es necesario reconocer que el apoyo merma, la fuerza se diluye, que no somos lo que ayer éramos, y lo que es peor, seguimos cuesta abajo, la caída no termina.
Dos condiciones previas son necesarias para comenzar el camino de la curación: una, reconocer que se ha perdido la mayoría y que no se recupera con recompensa material; dos, advertir una feroz lucha interna en la Revolución, un enfrentamiento entre una poderosa derecha que conduce el proceso hacia su liquidación y una débil corriente revolucionaria que, hasta hoy, ha sido incapaz de defender el legado del Comandante.
El proceso chavista sólo se salva si la corriente revolucionaria entra en combate. Ahora bien, cabe una pregunta, ¿por qué hasta ahora se ha mantenido silenciosa, por qué no ha luchado?
La respuesta hay que buscarla en la costumbre, recordemos al clásico que dijo "el hombre es un animal de costumbre", de allí que el proceso de ruptura, salir de la costumbre comienza por una dolorosa fractura interna: reconocer que Chávez no está y que estos sucesores no son chavistas, que estamos heridos en el alma, es difícil de aceptar. No son tiempos de sosiego, sino de la angustia de reconstruir lo perdido, no es asunto de mojigatos, de débiles. Ésta es una primera causa.
La lealtad al Comandante se traslada a quien ocupa el lugar de la imagen paterna, la psiquis la reconoce, se engaña para evitarse el dolor de la pérdida, la imagen impostora se traspone a la imagen genuina en un proceso que tiene mucho de complicidad, de aceptar el engaño por la recompensa de amortiguar los dolores. Esta es otra causa.
La disciplina se suma a las causas, quien fue criado en la disciplina, en obedecer, le es obligatorio tener un jefe, así obedece igual a un espantajo que a un Mesías, no percibe la sustitución.
Hay otra causa, las fallas teóricas, las confusiones ideológicas, pero estas son de más fácil solución, allí está el Plan de la Patria, allí están los últimos discursos del Comandante, es cosa de ser humilde, estudiar y analizar.
La única manera de que esta Revolución Chavista se salve es si desde adentro los chavistas revolucionarios, los auténticos, se someten al doloroso proceso de romper con la costumbre y emprenden el camino del reencuentro con el pensamiento y la acción revolucionaria. Podríamos decir que toda Revolución se inicia en esta ruptura individual.
El rompimiento tiene su oportunidad, su tiempo, los líderes se gastan frente a los ojos de las masas, los envuelve el olvido. Muchos piensan que ya no hay remedio, que el Chavismo se perdió en manos de los tontos, que habrá que esperar un siglo. Nosotros pensamos que la revolución, si es verdadera, siempre tiene actualidad.