El agua en estado líquido es cómplice y gráfico perfectos de la ley de la gravedad, información cardinal para explicar represas y deslaves.
Aprovecharé esa vistosa propiedad para una metáfora que permite entender un hecho social, de la muy siguiente manera: las ambiciones de las clases dominantes desde por lo menos la Revolución Neolítica son un río crecido que no consiente obstáculos. Se impacienta, se encabrita, se ensoberbece, se desborda y coge su cauce sin aceptar excusas, llamados, homilías, increpaciones, imprecaciones, vagidos, por sonoros y razonables que sean. Mire que hay miles que morirán si invaden Gaza. Nada. Mire que hay niños mirando. Nada. Mire que, para que usted gane un 0,02% más, miles de familias se quedarán en la calle, la desolación y la desesperanza. Nada. Mire que con ese paro para que pongan la directiva que a ustedes les gusta en Pdvsa el país puede perder más de diez mil millones de dólares. Nada. Mire que van a perder los puestos. Me sabe, nos tienen que complacer o incendiamos el país. Freud, para otra cosa, habló de perversos polimorfos.
¿Cómo razonar con una represa desbordada? El agua solo tolera rendición incondicional y sometimiento infinito. Uno puede plantear una negociación, pero solo para que con cualquier pretexto la abandonen, como en los meses posteriores al golpe de 2002. Puede que negocien, pero solo cuando no tienen otro camino, entonces las aguas aceptan cauces más o menos restringidos, mientras preparan un golpe certero y definitivo.
Así es el capitalismo moderno que se desencadenó entre otros lugares estratégicos en la Plaza España de Santo Domingo, República Dominicana, la primera globalización. Si no es por América, el capitalismo tendría la hoy incomprensible virtud de la humildad. Tuvo humildad hasta la Toma de la Bastilla, ese golpe certero y definitivo, tal día como ayer hace 217 años, cuando la burguesía acompañó a los descamisados contra la aristocracia que la oprimía, hasta que pudo cogerse el negocio completo durante la Reacción Termidoriana.
El Socialismo del Siglo XXI será una exploración de alternativas a esta fatalidad social solo aparente y no real como en las aguas apasionadas, inventando o errando.