Vivimos una enorme crisis, quién lo puede negar, la disputa por el gobierno se agudiza por horas, es necesario estudiar las corrientes en conflicto, sus posible acciones y tomar decidido partido. Veamos.
El gobierno y la oposición escenifican una pelea en la superficie, se lanzan mutuas injurias evitando el fondo que comparten: hoy atacan, mañana se sientan frente al mar; los dos son capitalistas. La batalla es con algodones, pura anécdota, cuidándose de no ir a la raíz.
La oposición se desentiende de la entrega de la Faja, del Arco Minero, no toca a Cisneros ni con el pétalo de una rosa; Mendoza, el pelucón, es parte del consejo de economía; no atacan la reversión de la economía de Chávez, no denuncian los males que el capitalismo, su lógica, nos causan; en eso las dos corrientes están perfectamente de acuerdo.
El gobierno y la oposición se enfrentan por el poder político, por ver quién le sirve mejor al capitalismo. El gobierno, al perder la fuerza que le confería el espíritu chavista, al falsificarlo, se convierte en una caricatura de sí mismo, ya no tiene la capacidad de mantener la gobernabilidad, de ser un proyecto realmente alternativo, que emocione. El 6 de diciembre mostró el descalabro y desde allí la situación ha empeorado, ahora vive la contradicción de tener que reprimir para mantener la gobernabilidad, y al hacerlo se debilita más.
La oposición no termina de construirse en alternativa espiritual, recordemos que el problema de la gobernabilidad es ante todo un asunto subjetivo, la fuerza es sólo un complemento. El vacío de poder que hoy vivimos es ante todo un vacío espiritual, de pérdida de la credibilidad, de la querebilidad.
La lógica del capital que encontró su contrario, su freno, en el camino al Socialismo de Chávez, al desaparecer el Comandante, al sus herederos perder el rumbo, quedó a sus anchas y hoy tenemos una sociedad con el egoísmo exacerbado, una verdadera guerra de todos contra todos. El gobierno, con su conducta contradictoria, con su discurso apoyado en la fuerza, el atropello, el desprecio de las reglas, alejado de toda argumentación ha creado las condiciones psíquicas para el fanatismo.
El capital para recomponer su hegemonía necesita un anclaje espiritual, ese es su gran problema hoy. Ni el gobierno ni la oposición se lo proporcionan, al contrario, cada momento pierden más contacto con la masa, sólo le quedan segmentos de fanatismo. Sobre ese fanatismo acostumbrado a aceptar las muertes del olp, de creer las barbaridades de oposición y gobierno, que se alimenta de mentiras de lado y lado, puede crecer el fascismo, esa es su base psíquica y constituirse en la expresión política del capitalismo ya instalado en lo económico.
En este cuadro debemos entender los forcejeos entre el ejecutivo y el legislativo, crean las condiciones para un gobierno de fuerza. Cada día se hunden más en la pequeñez de la superficie y son incapaces de presentar un proyecto alternativo que emocione a las masas. Quieren reeditar a la cuarta que ya se había agotado.
En esta pelea entre capitalistas hace falta el Socialismo, único proyecto capaz de enfrentar al fascismo que se concreta ante nuestros ojos. Hoy, como nunca, son válidas las palabras de Rosa Luxemburgo: "Socialismo o barbarie". Es el monstruo de la barbarie capitalista lo que crece en las grietas del enfrentamiento entre las fracciones socialdemócratas.
Volver a Chávez, al Plan de la Patria, al Tridente de Diciembre, al Socialismo es asunto de vida o muerte.