Estamos en medio de un limbo político, una especie de calma chicha. Las dirigencias de las derechas, la de los falsochavistas y la de la mud, que son las que se expresan hoy, se lían en una batalla bufa que cada vez más las aíslan de la realidad. Dan pena, por lo pobre y repetido del guión, por lo desvergonzado de los giros.
Esa conducta tiene repercusión en la masa desposeída: la embrutece, la priva de método de análisis, la educa en la reacción fanática, la convierte en algo semejante a una barra brava del fútbol, de los fanáticos del Boca, del Corinthians, o del Magallanes, del Caracas; no piensan, no analizan, siguen ciegos a sus bandos. En lo deportivo esta conducta tiene pocas consecuencias, quizá algunos heridos, algún desorden público, pero en política es preludio del fascismo.
Mientras las derechas montan su circo, mientras sorprendan con su estulticia a los árbitros extranjeros, a vaticanos y a gringos, la realidad avanza; la sociedad, expectante, ve pasar los días, las promesas, rumian su desencanto sin ningún aliciente material ni espiritual.
Es una sociedad huérfana de dirigentes, sin rumbo, que se retuerce sobre sí misma buscando el pasado que se le evaporó en un sueño frustrado, nostálgica de aquellos líderes que parecen venir cada cien años. ¿Qué irá a pasar? ¿Hasta cuándo seguiremos persiguiendo espectros creados en las ollas de brujas alquiladas? ¿Cuándo regresará el Bautista a señalar al próximo?
Tenemos todo para insurgir: un pueblo con antecedentes heroicos, la idea, el recuerdo de líderes mundiales que nacieron aquí, que conocimos, que lucharon por donde hoy caminamos como borregos, que escribieron historias en las plazas ahora llenas de encuentros inútiles y pasos sin derrotero. ¿Qué nos falta? Nada, allí en proceso de gestación está el nuevo líder, vendrá y retomaremos lo que aún está pendiente por hacer.
El mundo que se conmocionó con Chávez, que se iluminó con su esperanza, espera un nuevo chispazo mundial, nosotros estamos llamados a ser esos protagonistas. Lo que Chávez hizo fue ejemplo para la humanidad. Todavía no hemos valorado, hecho honor, a lo que él nos dejó, todavía Chávez no ha entrado en combate, todavía yace bajo la lápida de los indignos que falsificaron el sueño.
Volverá, un día en la madrugada, cuando nadie lo espere, o puede regresar con un grito que devele la tramoya, de mil maneras puede volver, lo reconoceremos, lo oleremos, sabremos que es él, como un 4 de Febrero supimos que Bolívar había regresado.
Ese día no habrá llantos, nos reencontraremos en las calles refulgentes con la alegría verdadera, la de quien se sabe participante de una causa noble. Ese día recuperaremos el sentido de la vida, volveremos a ser emoción del mundo, creceremos hasta ser gigantes, nos saldrán alas y rodearemos la tierra con la buena nueva: hay esperanzas. Gritaremos ¡regresó Chávez!, ¡regresó Bolívar!. Ese día nacerán nuevos himnos, los poetas cantarán nuevas hazañas de un pueblo que se empeñó en superar la mediocridad de su tiempo y salvarse, ser ejemplo.