Como diría Orlando Fals Borda, el propósito de casi todos mis artículos ha sido claramente político en el buen sentido de la intención, de allí que siempre oriento las palabras hacia un propósito que se pueda percibir hasta con la mirada de mis estimadas y estimados lectores. Sin quererlo, dejo de ser una voz solitaria y de manera tácita entablamos un diálogo personal, porque yo asumo lo que escribo y no cuestiono lo que pudiera decir alguien respecto a lo expresado en el contenido del artículo.
Por cierto, el diálogo que se ha iniciado en Venezuela entre el gobierno y la oposición; es decir entre las fuerzas de la derecha y el chavismo tiene una gran importancia para todos los sectores del país, porque ya es hora de salir de esa trampa donde grupos violentos, fascistas, terroristas y asesinos quieren arrastrar este país hasta llevarlo hasta los pantanos y ciénagas de la irracionalidad. Las cosas hay que decirlas y perder el miedo de alzar nuestra voz desde cualquier rincón del alma. Todos sabemos que la persistencia de ese discurso miserable dentro de la oposición ha hecho mucho daño a la política y a toda la sociedad venezolana, especialmente a sus seguidores. La persistencia de ese discurso violento -especialmente vista a la luz de la incólume intensidad de los ataques y de los objetivos que ellos quieren lograr-, no puede explicarse más que reconociendo su carácter antidemocrático en la lucha por el poder.
Precisamente, pareciera que la oposición ofrece un futuro violento para regresar al pueblo venezolano a su pasado frustrante, esos tiempos donde gobernaron los dueños y amos del puntofijismo, sistema político nefasto para la cultura política del pueblo venezolano. Y sobre esa tumba se han apoyado para violentar todas las reglas de la lucha política y dejar huellas de sangre en su obstinado empeño en derrocar a la revolución y desalojarla del poder. Mientras más se empeñan en lograr esos objetivos, con métodos violentos, la revolución se fortalece en la conciencia de millones de venezolanos. Esa es la verdad y la verdad se reafirma con palabras que describen la realidad tal como es.
Ahora bien, qué instancias de la oposición debemos interrogar para saber –al menos- el estado de sus hormonas y si de verdad quieren enrumbar la lucha política por las sendas de la constitución y las leyes o más bien quieren causar un baño de sangre y sobre el cadáver de la democracia revolucionaria alzarse con el poder. ¿Qué es lo que quieren?
Y sobre la base de esa pregunta –propongo yo- deben surgir y darse todas las propuestas, porque el gobierno está dialogando con la misma derecha guarimbera, fascista y terrorista. Esa oposición que allí está sentada es la misma de los golpes de Estado, paros petroleros, sabotaje y guerra económica, guarimbas, de las "arrecheras", de las "salidas", eventos terroristas que tienen sus saldos negativos y que han cobrado la vida de decenas de venezolanos y venezolanas.
El diálogo tiene que ir a lo profundo de esta situación y no transitar por las superficies inestables del juego del ultimátum, que es lo que vienen asomando algunas voces de garganta atrofiadas de la oposición. Inclusive, algunos se han atrevido a decir que si para tal día no hay nada en concreto, entonces se lanzarán hacia Miraflores. Pero como dicen en lenguaje de pescadores, eso son puras patadas de crustáceos y mariscos.