“El 28 de diciembre nos recuerda lo que
somos durante los otros 364 días del año”
Mark Twain.
Antes de darnos el abrazo del FELIZ AÑO, conmemoramos el día de los “Santos inocentes”: una matanza de niños, por miedo a perder el poder; lamentablemente en nuestros tiempos se presentan casos, donde los infantes, siguen pagando con su inocencia, los males de una sociedad capitalista en descomposición. El histórico relato se remonta a la época del nacimiento de Jesús de Nazaret, desde entonces no cesan los conflictos, muchos en nombre del “señor”. En nuestros tiempos, se siguen presentando hechos por demás repugnantes; injusticias, que no podemos callar, porque nos convertimos en cómplices de los culpables.
Ese episodio muy triste de la humanidad: niños asesinados, por orden del rey Herodes, tiene su día en el calendario mundial: 28 de diciembre, lamentablemente lo han venido convirtiendo en una fiesta, presentando burlas, y chanzas, muy lejos de la realidad del hecho. En varias regiones de nuestra país, siguen muy vivas, esas tradiciones: las “locainas” en agua blanca (Portuguesa); las “zaragozas” en Sanare (Lara), y en el estado Falcón, “los locos” de la vela. Los años pasan, y seguimos oyendo la narración, de una aberración, como la denunciada ––violación de niños sordos, por curas–– hace pocos días en Argentina.
Todas las celebraciones, recordatorios o conmemoraciones de fin de año, se realizan en las iglesias católicas; curiosamente este hecho ––los santos inocentes–– no tiene mucha trascendencia en el calendario católico, pero siguen agarrando por “inocente” a más de uno, por algunos encargados de las ceremonias eclesiásticas, quienes recurren a cualquiera argucia para detener el creciente desprestigio; por la otra parte, muchos de ellos se oponen a difundir la verdad, sobre los conflictos sociales –– todo lo contrario del papa Francisco ––frente a los feligreses; mesclando la prédica religiosa con la política ––el caso de nuestro país –– siguiendo los lineamientos de la CEV, desconociendo los mensajes del Pontífice.
¿Quién puede negar la crisis de la iglesia católica? El mismo Papa Francisco, lo ha reconocido en infinidades de vez, en sus mensajes de paz a los pueblos del mundo. Cada declaración de “Pancho”, es un serio cuestionamiento a los grandes males de la humanidad, casi comunes en todo el mundo; recientemente se refirió a la burocracia imperante en el Vaticano ––un verdadero círculo cerrado –– donde poco les importa la feligresía,; sus palabras sonaron, como unos latigazos: “La Corte es la lepra del papado; el principal defecto de la Curia es que ve y se ocupa de los intereses del Vaticano y olvida el mundo que le rodea”; este mensaje es un fuerte cuestionamiento a la opulencia y comodidades en nombre del “señor” .
El pasado domingo, día de pascua, dejo escuchar algunas palabras, con una profunda reflexión: ¡La Navidad ha sido tomada de “rehén” por el materialismo! Finalizando con algo, que parece un ruego, pero incomoda a más de uno: “La navidad, debía inspirar para a ayudar a los menos afortunados, incluyendo a migrantes, refugiados y aquellos que sufren por las ambiciones económicas de unos pocos y la avaricia voraz del dios dinero que lleva a la esclavitud”.
Esas palabras van dirigidas, a quienes se resisten a la comodidad, y la “dolce vita”, con la cara de “inocentones”. Sin embargo, no podemos perder la buena costumbre de fin de año, de darnos un fuerte abrazo, a pesar de las diferencias políticas, religiosas, económicas, o el inevitable color de la piel, porque de lo contrario nos convertimos en unos irracionales, sin apreciar el mensaje del popular Francisco, una luz de esperanza, antes tanta “oscuridad”. ¡FELIZ AÑO! Incluyendo a los que pretenden seguir con sus “inocentadas”. Pórtense bien, pero no, como inocentes.