El gobierno traicionó al Socialismo, se amancebó con los empresarios y por más que haga fuerza por parecer leal, consecuente, con el sueño de Chávez, siempre debe plegarse a las exigencias del capitalismo.

La anterior afirmación es condición previa para poder entender los espasmos del gobierno: un día ataca al pelucón mendoza, lo acusa de ser jefe de una conspiración, casi lo lleva al cadalso y al otro día clama por su ayuda; un día reúne a los empresarios y en la tarde, sin el menor rubor, diserta sobre el Plan de la Patria y el Socialismo.

El gobierno demuestra, una vez más, una verdad cuya ignorancia ha costado muchas penas a la humanidad: "El reformismo, el pragmatismo no es vía para construir el Socialismo"; al contrario, es un fraude. Chávez, aquel 8 de diciembre del que los gobernantes ya no quieren recordar, o lo recuerdan a medias, sólo lo que le conviene, nos había advertido el peligro.

El gobierno, mal discípulo y peor hijo, desoyó la advertencia y diseñó, ayudado por los empresarios, el espejismo de controlar el capitalismo, sometiendo a medias la distribución y penando a la especulación. Reducían así el Socialismo a un asunto de vigilancia de los capitalistas malucos, de mera contabilidad y de repartición de las migajas de la renta como hicieron los gobiernos de la cuarta.

Está claro: el capitalismo no se deja encorsetar, sigue su evolución como el río de Heráclito. Y una vez más las pretensiones de los reformistas, de los pragmáticos de hacer Socialismo sin tocar al capitalismo, de estar bien con Dios y con el diablo fracasaron, una a una las iniciativas se caen: los billetes de cien, los clap como sistema de organización popular, los abastos, todo se sostiene con la desacreditada renta, no pasa de ser una manera de distribuirla. El bachaqueo alcanza niveles de epidemia, la escasez ya es tradición, la inseguridad se alimenta de los errores de los dirigentes come pólvora.

Por ese camino, que empezó con aquella reunión festiva en miraflores con cisneros y mendoza, llegaron a donde tenían que llegar, a los brazos del capitalismo, a llamarlos. Ahora sólo le queda inventar golpes, denunciar las guerras más extrañas de la galaxia, sin enemigos, sin villanos, sin pelucones.

Hicieron pacto con el capitalismo, y éste, como el diablo viene con su ética, su cultura y con ella empapa a toda la sociedad enraizando al sistema capitalista en el alma de los humildes. Así el camino al capitalismo está blindado, sus mismas víctimas lo reproducen.

Ahora al gobierno sólo le queda el vuelo errático del papagayo sin cola, bamboleante y fatalmente caer en las arenas de la explotación, de la usura, de la especulación, características esenciales del capitalismo. El consuelo de haber demostrado una vez más que el capitalismo no es fiera domesticable.

En el campo chavista ya comienzan a prenderse las alarmas, escribidores que antes atacaban la menor crítica, que se burlaban y la acusaban de ser producto de agentes, ahora hablan a favor de ella y la ubican como indispensable. Eso alienta, es el inicio de una posible recuperación del camino, de la sensatez, de entender que las fallas emanan de los coqueteos con el capitalismo, lo demás es consecuencia. Sin resolver la desviación ideológica no hay propósito para el 2017 que funcione por más buenas intenciones que se tenga.

Ojalá el PSUV, sus jefes se encarguen más de la formación ideológica, de fundar institutos de Estudios Revolucionarios, del Pensamiento de Chávez, para armar a la base con el arma principal de la lucha por el Socialismo, y no anden por allí dando pena persiguiendo golpes y simultáneamente creando las condiciones para que se produzcan. Que entiendan que la política, aunque parezca extraño, se realiza en lo fundamental en la psiquis, en el alma, es allí donde el Socialismo ha ganado sus mejores batallas y también donde ha sufrido sus más terribles derrotas.