De diálogo y confrontaciones en revolución socialista

El diálogo es de gente civilizada, diría algún castizo castellano cuando se mira en el espejo, cotidianamente, antes de "tomar su desayuno", olvidándose de tan auto-generosa actitud una vez que pisa las aceras de la Política y de la política porque de cierto es que la gente civilizada, por naturaleza judeo-cristiana, siempre tiene la razón mientras que el Otro debe, sumisamente, aceptar su argumentación perfectamente desglosada en toda su logicidad argumental como le contestaría aquel limpiabotas andaluz a aquel inglés sobre el Creador en la creencia del Dios verdadero. Es en ese mundo "perfecto" que conocemos en sesuda reflexión las argumentaciones de los "depositarios de la Verdad" cuando de pontificar sobre la gobernabilidad se trata.

Es de conocimiento que José Vicente Rangel Vale es el promotor perseverante del llamado al diálogo, eco que capta y promueve, en estos instantes, Maduro Moros como líder fundamental y responsable de la revolución socialista venezolana. Es en la acera de enfrente donde nos encontramos con disenso en las opiniones, decisiones y argumentaciones en, aparentemente, discursos disímiles en cuanto a no solo lo conceptual referido al dialogo sino a la "idea central" significativa en el contenido de ese concepto previo a tomar la decisión de aceptar, sencillamente, sentarse a dialogar lo que no significa tener que aceptar la argumentación del Otro, es decir, la argumentación de los dialogantes representantes del proceso revolucionario.

En el caso venezolano según los avatares en acto actualmente nos consideramos que la contradicción fundamental está circunscrita al sistema socio-económico y, en consecuencia, lo cultural-ideológico que proponen ambos factores políticos dialogantes siendo, curiosamente, el sector de la economía tanto publica como privada la que se mantiene en diálogo permanente con el sector político de la Revolución Bolivariana por aquello de la denominada estructura económica en su objetiva realidad de crecimiento sostenido y perfectible de la economía nacional y los intereses de grupos sociales involucrados, directa e indirectamente, en el proceso revolucionario.

Hemos considerado que en el subconjunto revolucionario se expresan diferentes concepciones revolucionarias donde a su vez también se expresan una serie de subconjuntos diversos en sus propuestas, ideologías e inquietudes de lo temporal revolucionario. Ello es demostrable pero en considerando que está presente en el núcleo fundamental de esos subconjuntos referidos la unidad de criterio en cuanto al propio proceso revolucionario socialista aún en referencia de las propias contradicciones tanto en la permanente perfectibilidad del proceso como en lo conceptual-temporal del proceso pero así es como se expresa toda revolución fundamentalmente socialista.

En cuanto al subconjunto que se opone al proceso revolucionario socialista y nacionalista denominado popularmente como el subconjunto contra-revolucionario es de obligante objetividad y metodológica tratar de precisar y definir los diferentes factores tanto los políticos como ideológicos que están presentes en lo que se auto-denomina como la "Mesa de la Unidad", MUD, para el primer factor social mientras que los representantes del segundo factor es, en nuestro criterio, la Conferencia Episcopal Venezolana.

En este orden de ideas, ello no contradice lo expresado por José Vicente Rangel Vale en el acto-homenaje del traslado de los restos de Fabricio Ojeda al Panteón Nacional cuando exponía que era fundamental [en el propio proceso revolucionario socialista y nacionalista] conocer [y, fundamentalmente, aceptar] que la contradicción principal de la Revolución Bolivariana es "el Imperio" cuando se refiere, específicamente, a los Estados Unidos de América; es decir, nos, en este escrito, nos estamos refiriendo, particularmente, a aquellas otras contradicciones referidas por el propio Rangel Vale sobre la burguesía criolla con sus acólitos presentes en este proceso nacional-revolucionario cuales están en actos tanto en lo político en la MUD como en lo ideológico en la Conferencia Episcopal.

Nicolás Maduro Moros ha llamado y continúa llamando al diálogo a ese subconjunto político que se expresa, aparentemente, en la MUD. Su llamado al diálogo lo ha llevado a, prácticamente, aceptar todas las condiciones propuestas en clara intención de imposición que se han producido desde la acera de la oposición al proceso revolucionario socialista y nacionalista. Es decir, Maduro Moros como Presidente constitucional en el marco de sus responsabilidades de Estado como de líder fundamental del proceso revolucionario socialista venezolano ha cumplido con la responsabilidad democrática que está contenida en el concepto Democracia de buscar y mantener permanentemente un proceso de diálogo en función de los intereses de Estado de la República Bolivariana de Venezuela.

En cuanto al proceso ideológico ante el cual se confronta la Revolución Bolivariana debido a las emisiones documentales y declaraciones públicas de los responsables eclesiales de la Conferencia Episcopal es, en nuestros pareceres, la más delicada de las contradicciones porque se circunscriben, indirectamente, a la confrontación fundamental de esos contenidos argumentales sobre los cuales se sustentan los documentos y declaraciones eclesiales en referencia cuales son a su vez sostenidos por los análisis provenientes de alguna universidad católica de vieja data en su presencia nacional.

Es decir, cuando, en los actuales momentos, conocemos que la oposición venezolana al proceso revolucionario socialista se ha dividido en dos subconjuntos bien definidos en la parcialidad numérica en la Asamblea Nacional y en la realidad que se expresa en la MUD, captamos dos discursos donde en el primer subconjunto, en el Legislativo, observamos una radicalización del discurso centrado, fundamentalmente, en reiterar el llamado a la consulta nacional a través del voto con las correspondientes presiones al Poder Electoral mientras que en el segundo subconjunto percibimos ciertas interferencias a lo interno según los intereses de grupos y factores políticos más de corte pragmático que de propuestas tanto políticas como ideológicas.

Frente a esos escenarios de la oposición venezolana al proceso revolucionario socialista y nacionalista nos topamos, de frente, con las argumentaciones expuestas por la Conferencia Episcopal. Es, en este subconjunto, donde nos encontramos con la contradicción fundamental de origen en cuanto a lo referido como doctrina fundamental eclesial por aquello de "…de ahora en adelante te llamarás Pedro y sobre esta piedra construiré mi Iglesia…" lo cual llevó a la "obediencia absoluta" al Santo Padre en toda la temporalidad terrenal de la Iglesia de cerca de 2000 años.

Claro esa obediencia es teológica pero discutible cuando de orientaciones, consejos, sugerencias, opiniones emita el Santo Padre a sus purpurados dirigidos pero que, en conciencia, esas opiniones, sugerencias, etc., son guías hacia la obligante expresión del ejemplo y de las fraternales correcciones permanentes en las diferentes circunstancias frente a la cuales se encuentre la Iglesia nacional en función y responsabilidades de y hacia su feligresía nacional; es decir, suponemos que Su Santidad no emitirá una conseja que se contradiga con la Doctrina ni con los fundamentos esenciales que se rigen en lo natural sobre el ser social como ser creado y es en ello donde nos consideramos que la Conferencia Episcopal se encuentra en un importante y fundamental, por eclesial, "cul de sac" histórico por concepciones doctrinales y jurídicas que se contraponen.

Es bajo nuestro responsable criterio que nos consideramos que la Doctrina no es ideología sino guía fundamental al pastor y al feligrés dirigida al obligante crecimiento natural del "ser social" como "ser creado" en su proceso histórico en lo perfectible permanente. Buscar lo contrario tratando de irrumpir con esas obligaciones en sus contenidos doctrinales podrían tratar de justificar en lógica lineal las argumentaciones sustentadas tanto en la doctrina agustiniana como en lo teológico-tomista en considerando que el actual proceso que desarrolla la Revolución Bolivariana bajo las responsabilidades ejecutivas de Nicolás Maduro Moros según la norma constitucional, ejercen, esas argumentaciones, una contradicción fundamental en lo natural de lo creado en la persona del ser social sobre las bases fundamentales de los cambios histórico-obligantes por el necesario crecimiento personal del ser social en función de su fin último.

Ello no significa que estemos negando las actuales circunstancias y realidades objetivas por las cuales transita el venezolano como ser social, en contrario, pero ello, al tiempo, es de obligación desde los factores eclesiales responsables, el análisis calmado, realista y objetivo de los factores tanto externos como internos cuales afectan el bienestar obligante y necesario del ser social nacional como ser creado. Es decir, lo contrario, evidentemente, nos llevará, obligatoriamente, a la confrontación no solo innecesaria sino contradictoria, teológicamente, según los contenidos doctrinales y las orientaciones que surgen desde El Vaticano según los objetivos e intereses de la cristiandad en lo denominado, colonialmente, como "Nuevo Mundo".

"…lex credendi legem statuat suplicandi…" ("…la ley de la fe establece la ley de la plegaria…". Giorgio Agamben. "Opus Dei. Arqueología del oficio". Adriana Hidalgo editora. BsAs, 2012, pág. 55)

 


 



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Miguel Ángel Del Pozo


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