"El poder de infección de la corrupción,
es más letal que el de las pestes"
Augusto Roa Bastos
El proceso venezolano, está cargado de grandes contradicciones, y de muchos ejemplos para utilizarlos en la vida diaria, cuando tratamos de ayudar adecentar nuestra sociedad de un grave problema, como es la corrupción. En la historia de la guerra de independencia, encontramos el caso del General José Antonio Páez ––le fueron confiscados los bienes en vida–– quien llegó amasar una fortuna sin poder justificarla. Los pasados gobiernos de AD y COPEI, hicieron un verdadero festín con los dineros del país; el enjuiciamiento a Carlos Andrés Pérez, parecía un precedente muy valioso, pero se lo llevó el tiempo, y ahora en la llamada quinta República: la podredumbre, prácticamente viene ahogando el proceso venezolano, emprendido por el Comandante Hugo Chávez. Lo digo y lo sostengo –– sin que me quede nada por dentro–– como siempre repetía el destacado comentarista deportivo Carlitos González, cuando le tocaba dar su opinión sobre determinada jugada por muy polémica que fuese, en el apasionante béisbol.
El caso del "General" en jefe Raúl Isaías Baduel ––en la quinta República–– es para hacer una "novela" o simplemente resumirlo en un pensamiento: "De lo sublime a lo ridículo, no hay más que un paso" el cual es endosado a Napoleón Bonaparte, y a la actriz Marlene Dietrich, pero apartando la autoría de dicha frase, la podemos utilizar para demostrar el nivel de corrupción en nuestro país, y hasta donde llega la tentación. Todos conocemos la valiente acción de este hombre de nuestro ejército, quien se ganó el aprecio, el cariño, y la admiración de la gran mayoría de la población venezolana, por haber dirigido la Operación "Restitución de la Dignidad Nacional" restaurando el hilo democrático, y a la vez rescatando de su cautiverio al presidente Hugo Chávez, echando por tierra el golpe de estado del 2002.
Después de ese triste episodio de la vida política de nuestro país, emergió la figura de un hombre, que parecía servir de ejemplo a las nuevas generaciones, siendo ascendido al grado de General en Jefe y es nombrado Ministro de la Defensa del gobierno de la República Bolivariana de Venezuela (2006-2007), un reconocimiento a quién había dado muestra de lealtad al pueblo, y al comandante de las fuerzas armadas del país: Hugo Rafael Chávez Frías.
Años atrás el héroe de Mucuritas, el General José Antonio Páez, al derrotar al ejercito realista, con un número menor de soldados, pero con la habilidad y astucia de un conocer de los llanos venezolanos, se gana la exaltación de Simón Bolívar, con la siguiente proclama: ¡Soldados!: ¡Acabáis de ejecutar la proeza más extraordinaria que puede celebrar la historia militar de las naciones! ¡Soldados!: "Lo que se ha hecho no es más que un preludio de lo que podéis hacer. preparaos al combate, y contad con la victoria que lleváis en las puntas de vuestras lanzas y vuestras bayonetas". Ese mismo Páez, terminó su brillante carrera militar, acusado por graves delitos de apropiación de bienes del erario público.
Ahora se presenta el caso de Raúl Isaías Baduel, separado por el tiempo, y la gloria, quien fue a juicio con pruebas ––los números de los váucher, y declaraciones de las distintas unidades militares––acusado y sentenciado a más de siete años de prisión por su responsabilidad en los delitos de sustracción de fondos públicos (unos 3.9 millones de dólares a la tasa de bolívares 4,30 por dólar) contra el decoro militar y abuso de autoridad durante su gestión.
Este caso, parece que se lo lleva el grave momento de inmoralidad de una parte de la sociedad venezolana, ahora salen a correr la cortina, acusando al gobierno de inhumano al ser detenido nuevamente por incumplir la medida de libertad condicional, terminando de manchar una brillante carrera militar por el dinero "mal habido". Por algo el humorista norteamericano, Groucho Marx, dejó un pensamiento para reflexionar: "Mientras que el dinero no puede comprar felicidad, te permite elegir tu propia forma de desgracia".
