Hoy en el Metro de Caracas, en dirección este-oeste un particular panorama, alejado de otros actos que se realizan a propósito del Día Internacional de la Mujer, copaba la vista de quienes viajaban en uno de sus vagones:
Una joven mujer, caminaba detrás como protegiendo a tres de sus niñas, mientras llevaba en sus brazos otra personita (no sabemos si hembra o varón) a la vez que expresaba su condición de madre soltera.
Ella asumía su condición de ir tras la búsqueda del dinero que le permitiese alimentar a sus criaturas, una realidad diaria por la que quizá debe pasar pues, al declararse madre soltera nos expresaba que carecía de pareja.
No es un tema de fácil tratamiento, porque desconocemos las causas que en ocasiones motivan este desajuste social que, al final pagan las hijas e hijos y las propias mujeres y no aparece el hombre por ningún lado..
Sobre este particular asunto comenté que se trata de un problema de alto contenido educativo, no solo de la misma joven que intentaba buscar un dinero entre los pasajeros que iban en el vagón del Metro, sino de quien debía compartir las responsabilidades en la crianza de sus descendientes.
-¡Sus pequeñas y el bebé que tiene en brazos no nacieron solos o por obra y gracia del espíritu santo!, dijo una señora mayor desde su asiento. Mientras ello ocurría, una estudiante de bachillerato se desplazó desde el fondo del vagón y le dio algo de dinero.
Otra dama –muy cerca de donde estaba quien escribe esta nota- se inclinó porque el Estado, a través de sus centros asistenciales, no permitiera que una mujer tuviese más de un hijo, a menos que tuviese pareja y fuese parte de un hogar consolidado.
Al escribir me inclino por pensar en valores de grueso calibre, como la responsabilidad, la conducta ética y, por supuesto, el respeto y el amor que cada hombre debe tener por la familia, la descendencia.
Ignoro si la joven madre fue abandonada por su pareja, si acaso murió o la familia no quiso saber de ella. El caso es que este problema debemos asumirlo a través de la educación, pero no solo de esa educación formal, la de la escuela y el liceo, sino de la educación de calle, de esa que debe orientar al hombre y a la mujer que transitan por todas nuestras ciudades, que se desplazan por los más variados espacios geográficos donde palpita la vida y que sin embargo no realizamos.
Pero un asunto debe ser tratado con claridad, como es el hecho de que los mecanismos de protección a las madres y su descendencia, sean óptimos y que no dejen dudas acerca del beneficio que debe recibir la mujer y sus hijos.
Lee el siguiente blog: wwwpertinentes.blogspot.com (Premio Aníbal Nazoa/2010) Mención Opinión) Pedro Estacio estacio_conac@yahoo.com