El objeto de la política es el gobierno, y la distribución del poder. Hay un poder supremo del Estado, dictatorial clasista, que es un atributo exclusivo de la clase dominante, dueña de los medios de producción, y por tanto del modo de producción, que se configura como historia, base teórica, y material del Poder, que no se distribuye en partículas, sino que permanece integro en su omnipotencia, y no está sujeto a ninguna elección porque sus dueños, son un puñado de burgueses trasnacionales que ejercen la dictadura de clase, hasta que una verdadera Revolución de la clase sometida les arrebate el poder definitivamente. La condición histórica del Estado venezolano actual, es capitalista, es decir privada, suya, propia de la burguesía, nacional y trasnacional. La política no interviene en los asuntos del Estado, el Estado es en sí mismo una dictadura de la clase en el Poder, que se presume así mismo como supremo y eterno; por eso es que se llama Estado Burgués.
La política, es concebida por las constituciones, social demócratas o burguesas, la nuestra también lo es, a pesar de sus avances, como el ejercicio del poder administrativo, de los negocios de la burguesía: poder ejecutivo nacional, estadales, municipales, locales. El sistema democrático sólo elige los poderes que administran los intereses de la clase dominante, dueña del poder sobre su capital industrial, y financiero, poder supremo que nadie toca ni nadie nombra.
Toda elección del sistema democrático burgués, fortalece el intocable poder del capital nacional y trasnacional, que permanece inmaculado en su dictadura de clase, poder que sólo puede ser intervenido, y destruido por una revolución socialista verdadera, dirigida y ejecutada por la clase obrera, única interesada, en romper las cadenas de su esclavitud.
En medio de la profunda crisis política venezolana, todas las instancias de participación en el gobierno administrativo de la ciudadanía, y de la clase obrera en los espacios comunitarios, laborales, educacionales, a nivel local, regional y nacional, están desactivadas.
Los consejos comunales, comunas, sindicatos, delegados de prevención, organizaciones sociales, alcaldías, gobernaciones, y poderes públicos nacionales no funcionan, como espacios de gobierno administrativo de la ciudadanía, o de la insurgencia de la clase sometida por el capitalismo, en la competencia focalizada correspondiente, en el ejercicio del protagonismo político del poder originario, no referenciado como administrativo, pero lo es, establecido en el artículo 5 de la CRBV.
La participación ciudadana, vale decir política, y la participación de la clase obrera, es decir histórica, y también política, es prácticamente nula, y lamentablemente continuamos con el principio de la representatividad de las directivas elegidas por un tiempo determinado, que nadie controla, y a nadie le rinden cuentas de sus actuaciones.
Esta inoperancia del sistema político venezolano concebido desde las perspectivas teóricas de una social democracia, trasnochada a la luz de las proyecciones históricas de la realidad social venezolana, en sus aspiraciones de retomar el proceso de profundización de nuestra independencia económico política, hacia la liberación nacional que pueda abrir los caminos hacia la transición socialista, científica, ha creado una anarquía en el marco de la cual se establece clandestinamente una liberación de precios, acordada en un pacto silencioso, que ni la oposición, ni el poder ejecutivo reconocen, pero que tampoco hablan de él, y que ha modificado la composición orgánica del capital, al enriquecer exponencialmente al usurero vendedor, más bien ladrón, y empobrecer hasta la miseria a los compradores, es decir al pueblo; propiciando la incubación de una descomposición social de grandes magnitudes, que a su vez ha modificado las relaciones sociales de producción, que desata una corrupción incontrolable, primero porque la licencia pactada de libertad de precios desactiva todos los controles, y por tanto hace inútiles los dispositivos de la contraloría, a todos los niveles.
Todavía retumban las palabras de Mendoza, el burgués ladrón de nuestras divisas, y especulador con los elevadísimos precios de la cerveza, y de los alimentos, cuando declaró a la prensa que sus trabajadores "No estaban interesados en la política". Lo que se evidencia es que hay alguien que realmente no está interesado en la política como gobierno de la soberanía popular, y ese, es él, por su condición burguesa esclavizadora; por eso tiene centenares de sociólogos, de la sociología burguesa, antropólogos, de la antropología burguesa, psicólogos, de la psicología burguesa, dando charlas en todas sus plantas del país, y del exterior; convenciendo a sus esclavos de que ellos deben permanecer ajenos a la política porque ella no conviene, y que ese no es un asunto de obreros y trabajadores, que sólo deben trabajar para conservar su puesto de trabajo, y "ganarse el pan con el sudor de su frente".
El pueblo venezolano, la nación, la República, la carta magna, el trabajo, nos hace ciudadanos, políticos e históricos para ejercer el gobierno de la administración pública, perteneciendo o no, a las juntas administrativas electas en cualquier nivel de la superestructura.
La descomposición social, instigada y ejecutada por la agresión imperialista, y su último golpe mortal, la liberación de precios, y que ha contado para ello con la complicidad interna de una burguesía vieja, una pequeña burguesía, una nueva burguesía surgida de la corrupción, sectores de una capa media desclasada, y el Lumpen proletariado, no puede ser derrotada sino por los poderes de insurgencia histórica, es decir, los poderes del pueblo trabajador, único interesado en detener este robo gigantesco de los pocos bienes de la clase obrera, ahora sufriendo, en medio de la calle; sabiendo que las prestaciones sociales de toda una vida, no le alcanzan a una trabajadora, para comprar una nevera.