Suele suceder a menudo, casi siempre, olvidar que en el olvido están los conceptos de viejas categorías que nos atormentan dentro de nosotros como si fueran viejos fantasmas que se han quedado dormidos, y despiertan de repente, con ruido de sables.
Los golpes que conocemos los da el Estado a un presidente que, como administrador del coroto, se ha olvidado, o está de cabeza caliente intentando lanzar desde el gobierno una Revolución pacífica para contravenir los negocios de la burguesía que administra, su principal encargo; o pretende desde la gerencia, desmontar o liquidar a su patrón; en todo caso derrotar una historia capitalista, para construir pacíficamente el socialismo, que sería el caso nuestro en la Venezuela a comienzos del siglo XXI. Chávez intentó esa hazaña, y el Estado le dio un golpe que no podemos olvidar; pero lo que sí parece que hemos olvidado fue la manera como nos alzamos, como Pueblo bravo y heroico, y revertimos lo que ya se había consumado.
Nicolás Maduro, el sucesor de Chávez, en la administración del coroto, no ha avanzado mucho en el viejo sueño revolucionario de desmontar el Estado, su patrón; y hasta parece, que aquella ilusión, lo ha abandonado, o hasta pudiera ser, que sea él quien la haya abandonado. Difunta ya la condición revolucionaria que pudiese haber existido en la diligencia administrativa, el comején de la corrupción, en innúmera masa, ha corroído los cimientos de la esperanza de los oprimidos, que humillados y ofendidos, como diría Fiódor Dostoievski, somos la masa obrera, todavía sin identificación y desarrollo de la conciencia de clase, sometida a la esclavitud capitalista.
El presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, obrero Nicolás Maduro, está tratando de olvidar, el olvido parece ser el Néstor de Venezuela, que un día participó en una Revolución, y ahora baila salsa, anuncia y hace pactos, o hace pactos baila y anuncia, o las tres batallas a la vez; ya no importa el orden de los factores, que por supuesto no alteran los resultados de la charla: rodilla en tierra.
El Estado, no está en estos momentos para nada interesado en darle un golpe, al Presidente Maduro, su administrador, que ya no es, ni será más, un cabeza caliente, que ya se olvidó que es un obrero del volante; y está sumamente juicioso, disciplinado, muy efectivo en la protección de los negocios de la burguesía. ¿Para qué quitar a Maduro, si lo está haciendo tan bien? La MUD y los aliados de la supuesta oposición, jamás hubiesen podido realizar tan magistralmente la restauración, sueño recurrente de la dictadura capitalista, en su fase imperialista. La salsa lo ha logrado todo en favor de los dueños del capitalismo, y por tanto, el actual presidente venezolano es muy querido por Washington, y por "el camarada" Trump, independientemente de los ruidos distractores que hacen las grandes empresas de comunicación, públicas y privadas, en torno a una supuesta pelea de difuntos, en Venezuela, y en los dominios del imperialismo.
Nosotros también parece que hemos olvidado, coño otra vez el olvido, que los golpes no solamente los da un Estado a su administrador; sino que el Estado es muy ducho en dar otros tipos de golpe; golpes, aparentemente anodinos y profanos, pero que en realidad son mil veces más duros y terribles que los oficiales, y que hacen retroceder la rueda de la historia, 50, o 100 años, como este golpe de Estado dado al pueblo trabajador venezolano que ha sido defenestrado de su prosperidad, y arrojado con malos tratos a los inhóspitos campos de la pobreza, vecina de la miseria; ese golpe, ya dado, y consumado en Venezuela, si convino, conviene, y seguirá conviniendo al Estado burgués venezolano frente a la masa obrera, que aún no despierta como clase esclavizada.
Es preciso hacer un rápido inventario de lo que hemos perdido en este golpe de Estado, recibido como pueblo trabajador:
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El Estado saqueó la solidez de nuestras prestaciones sociales: frente a la liberación de precios nuestra liquidación, no compra una nevara; mientras antes del golpe de Estado al pueblo, podíamos comprar, la comodidad de nuestra vejez. No hay ninguna posibilidad de recuperación de la capacidad de compra de lo necesario para vivir dignamente, ante este robo diario del salario regulado, y ahora bonificado. El bolívar ha sido devaluado más o menos 100.000%, además de lo ya enumerado, por otros mecanismos clandestinos de la superestructura estatal burguesa, dólar Today, diferencial cambiario bolívar-peso, corrupción a todos los niveles, etcétera, etcétera.
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El Estado nos quitó, mediante técnicas especiales de ocupación del consciente y del subconsciente, el heroísmo; y en su lugar nos inoculó la sumisión, nos embruteció, y nos acobardó. Más golpe que este, no hay ninguno como dicen por ahí.
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La reprivatización de los servicios de PDVSA, la eminente privatización de la industria petrolera, que pronto ya no será nuestra, sino del capital trasnacional, tal cual como sucedió con PEMEX, la que un día fue la estatal petrolera mexicana. La privatización de todos los servicios sociales gratuitos, subvencionados por ese mismo Estado que mediante el golpe que nos ha dado, nos quitará la salud, y la educación gratuita.
Este golpe de Estado al Pueblo trabajador venezolano, nos ha metido en la calle de la amargura, donde ya no será posible el olvido, a pesar del hambre que arrecie.