Yo con yo

Uno a veces, casi siempre, no sabe por qué odia ciertas palabras, y frecuentemente ni cuenta nos damos que detrás, dentro de esos nombres, de esas etiquetas, hay un contenido, hay una ciencia viva, como en este caso, la Historia.

Decimos uno porque uno pseudopensando como uno, no será nunca sujeto social, aunque vegete dentro de la sociedad, como un zombi que ha muerto más de una vez, trabajando siempre, produciendo para su explotador, siendo todas sus vidas un esclavo, sin saberlo.

El yo con yo, no me deja ver el día, y la vida social de la cual soy parte. Como vivo dentro de mí, vendiendo mi trabajo para sobrevivir, y no me miro dentro de la sociedad, no tengo ideas, no conozco, no pienso; solo hablo como los demás, que trabajan conmigo, que viven conmigo, siempre diciendo los mismo, repitiendo lo mismo, con las mismas palabras, hasta el fastidio…

Para decir siempre lo mismo, no se necesitan más de 20 palabras, que se entremezclan, a veces con mucha habilidad; habilidad de charlero, que se aprende en la charla que sucede a otra charla por toda la vida entera. Ya estamos brutos, y el que venga a sacarnos de la brutalidad y del miedo, tiene que hacerlo con la misma charla, que nada conoce, ni nada enseña, o sea el que viene a enseñar también se tiene que volverse charlero, y quedarse para siempre en la charla como un charlero mas, y así todos hemos salidos entretenidos, alegres; pero saboteados, embrutecidos para conocer la historia que nos oprime, sin que hayamos logrado conseguir cómo pensar para derrotarla, y cómo luchar para edificar la Historia nuestra: el socialismo científico.

La historia, para ir saliendo de la charla, es la manera como vive una sociedad en el fragor de su lucha de clases, en el ámbito local, nacional, o en la amplitud planetaria. Esa manera de vivir no sucede espontáneamente, está gobernada por el modo de producción, que en el caso nuestro, es el capitalista, y pertenece a la burguesía. La historia es la ciencia en la cual vivimos todos los segundos de nuestras vidas; de ella depende la felicidad, el hambre o la miseria; la realidad social, profundamente dividida en clases, es toda la historia, es toda la vida que no funciona sino por las relaciones sociales de producción, que surgen de la división social del trabajo, de la composición orgánica del capital, que se reflejan en la cultura de un pueblo, como máxima abstracción construida con las ideas de la clase dominante.

La Historia, es absolutamente indispensable para comer, o para pasar hambre, vivimos de acuerdo a la Historia; por eso la ideología capitalista ha inducido a las masas de trabajadores, obreros y campesinos a desconocerla, odiar o falsificar la Historia, y en casos extremos, a silenciarla o prohibirla. La cultura burguesa, es decir la cultura que tenemos, enseña una historia falsa, tapa amarilla, basada en los sucesos, que dependen de la obra de los individuos, declarados hijos del destino, de la suerte, de la metafísica de los dioses, y de cualquier otro pasmo idealista.

Para el pensamiento burgués, la historia en el esclavismo era la manera como vivían los esclavistas, y sus familias, a expensas del trabajo de sus esclavos; en el feudalismo, la Historia, era la vida de los señores feudales, sus monarquías, sus reinados, sus vasallos; en el capitalismo, la Historia es la manera como vive la burguesía en el usufructo de su capital industrial, y financiero, sin nombrar, los genocidios, las hambrunas a la que someten al proletariado esclavizado por la explotación del trabajo asalariado. Esa historia capitalista, es la que Fukuyama, llama el fin de la Historia.

El socialismo, para el pensamiento burgués, es la Historia del totalitarismo stalinista, la falta de Democracia, de Libertad. Una charla fastidiosísima preparada por el positivismo, el trotskismo, la Escuela de Fráncfort, y su teoría critica, la fenomenología, el estructuralismo el neo estructuralismo, el existencialismo, el postmodernismo, las nuevas corrientes del pensamiento crítico, y otras novísimas corriente de la filosofía idealista, dedicadas exclusivamente al contrabando ideológico para neutralizar al marxismo leninismo, y para falsear la Historia que científicamente refleja al socialismo como una transición hacia el comunismo, donde desaparece la división de clases, porque desaparece la explotación, y con ella el hambre, y la miseria. Por eso la definimos como la sociedad perfecta, donde todos somos felices. Ahora sí, el fin de la Historia.



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Eduardo Mármol


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