La decisión del Tribunal Supremo de absorber las funciones de la Asamblea Nacional nos lleva a terrenos definitorios para la dominación capitalista. Veamos.
La pugna por dirigir la restauración burguesa copa la escena política: la derecha del gobierno, con su populismo inoperante, se enfrenta a la derecha externa con experiencia en pactos de punto fijo, en el circo de la democracia burguesa.
La opción del capitalismo internacional para resolver la crisis es el pacto, el llamado diálogo, de allí zapatero, shannon visitando a Mirafllores, los llamados de mercosur, la carta de la oea, la participación del vaticano, todas presiones para reconstruir la democracia burguesa, enterrar al Socialismo. No obstante, el gobierno no ha sido capaz de construir una gobernabilidad compartida, restituir el pacto. Las razones son varias, destaca la impedimenta de su visión marginal de la política, que cierra la posibilidad al gobierno de superar la lógica mezquina de la pelea grupal, que tenga noción universal, estrategia larga.
Sin pacto interburgués sólo queda el enfrentamiento. El gobierno se ve impulsado hacia un gobierno de fuerza, queda cancelada la democracia burguesa que tiene como pilar la alternabilidad de los actores del circo. En ese camino, y más allá de su voluntad, anula a la Asamblea, presos políticos, eleva la represión va instalando una dictadura burguesa. Estimula al capitalismo, busca apoyo en vollmer, cisneros, mendoza, la nestlé, la exxon. Sin embargo, le falta algo: ¡la fuerza! Es un gobierno débil, sin apoyo real en la masa, con una economía desastrosa, no garantiza gobernabilidad. Pero sobre todo la oligarquía internacional no le perdona el aroma chavista, temen a los chavistas auténticos que aún están en el interior del gobierno y del PSUV. La orden es borrar todo vestigio de Chávez, y el gobierno no puede hacerlo sin inmolarse.
La oposición, sin proyecto alternativo a la democracia burguesa, no puede hacer otra cosa que esperar que alguien le resuelva la situación, va a la oea, visita a macri, pide cacao en Europa, moviliza la gente, pero no puede ir más allá de la raya amarilla, le está vedada (por ahora) la salida de fuerza.
En este circo, ¿cuál es el papel de los chavistas, de los socialistas? Lo primero que se debe destacar es que hasta ahora es una lucha intercapitalista, los dos bandos lo comparten el objetivo central que es yugular al Socialismo, al Chavismo. Los dos son capitalistas, por los tanto los dos son antichavistas, a pesar de los golpes de pecho y las visitas al Cuartel de la Montaña.
El reto de los chavistas está claro: traer al combate al Socialismo, al sueño de Chávez, a su pensamiento. Ya la crisis llegó a niveles de profundidad que difícilmente tenga un desenlace pacifico. Considerando esta situación los chavistas deben prepararse, deben afilar su organización, lo que significa recomponer su dirección, el tejido nacional, y sobre todo precisar la ideología que guiará las batallas futuras, deslindarse del capitalismo, volver al Plan de la Patria, al Chávez original.
Es un momento estelar, se decide si Venezuela cae definitivamente en manos del capitalismo en cualquiera de sus caras, o si el Chavismo vuelve a la lucha, si el sueño de Bolívar, el Che, el de Chávez no será pospuesto nuevamente.