Permítasenos dedicar este escrito a Oswaldo Barreto Miliani, venezolano-trujillano, político intenso y polémico, un muy serio y profundo intelectual, profesor de la Escuela de Bibliotecología de la UCV, sociólogo de profesión, inquieto, reflexivo y, en ocasiones, incómodo en las diatribas y discusiones, de cortas pero precisas frases y orientaciones, vehemente en público y analítico en privado con quien compartimos respetuosos momentos en el norte de Europa de charla y condumio bajo las bendiciones de un exquisito vino tinto y privadas conversas sobre "lo humano y lo divino". Jamás dejó de ser Oswaldo Barreto (aka: Otto).
En esta misma línea de pensamiento, al tiempo, nos viene a la memoria aquella privada conversación cual sostuviéramos con don Régulo Burelli Rivas en los espacios de nuestra Embajada en la ciudad de Beijing (Pekíng, Peiping), referida a las transformaciones intelectuales de personajes de la izquierda venezolana cuando en la dialéctica del pensamiento y las realidades políticas, el político de izquierda asume sus cambios de pareceres y campos políticos con valentía, según Burelli Rivas, para poder asumir realidades temporales cuales, con el transcurso de objetividades históricas, regresan a sus orígenes porque la ideología sustentada en paradigmas cerrados comportan praxis que conllevan repeticiones positivistas según esos momentos de álgidos estadios socio-políticos como los actuales. Es decir, como lo estaríamos observando desde tiempos pretéritos cuando se expresaron comportamientos radicales y radicalizados en ciudadanos durante las décadas de los años 70, 80 e incluso durante esos interesantes años de los 90 cuando hemos conocido además de percibirlos previamente, "saltos de talaquera" en función de seguridades e inseguridades personales y otras perlas como lo diría JVR. No fue el caso del polémico Oswaldo Barreto Miliani.
Ello, lo antes expresado, según las actuales realidades en curso nacional, no solo se circunscriben a los momentos previos al triunfo electoral de Chávez Frías como durante los momentos históricos de sus responsabilidades como Presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela incluidos aquellos cortos espacios durante la duración del "Golpe de Abril del 2002" como lo estamos conviviendo en las actuales realidades que en forma y manera repetitiva se exponen en ambos lados de la acera del proceso revolucionario. Es decir, el proceso revolucionario actual es el proceso revolucionario que se gestó desde aquellos tiempos del General Juan Vicente Gómez cuales se han venido desarrollando en perfectibilidad inobjetable e inconclusa como proceso histórico de "cambios profundos y modernistas" del Estado histórico venezolano como nación americana.
Es decir, las derechas siempre serán derechas y las izquierdas siempre serán y se comportarán como revolucionarias porque, en última instancia, es la perentoria transformación del Estado en curso hacia el Estado social como lo expresa y expone la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Sí ello no se comprende, no se entiende y mucho menos no se acepta, evidentemente, saltarán a los espacios cotidianos los demonios del capitalismo como paradigma temporal-histórico venezolano. Eso lo comprendió Barreto Miliani durante nuestras cortas pero intensas conversas a dos.
Es evidente que, en el discurso actual de las derechas propias y extrañas, en el marco referencial de los escenarios no solo venezolanos como en su expresivo y exponente "dominó continental americano", en el marco referente de la Historia americana, el objetivo fundamental de esas derechas es "parar el tiempo histórico" en su más retrógrada expresión histórica en función del ejercicio del Poder con mayúscula y del poder como ejercicio de participación en el aquelarre represivo que representa en sus propias entrañas el sistema capitalista por lo cual es de perentoria necesidad separar con vehemencia y praxis revolucionaria los diferentes actores que se representan en ese conjunto de derechas con las finalidades de poder contrastar y confrontar al enemigo del progreso real y objetivo históricamente expresado en natura de Creación.
Analicemos con alcance a la objetividad necesaria. Tomemos el actual momento histórico que se desarrolla sin ambages, vergüenza ni moral ni ética básicas fundamentales en los escenarios de la Organización de Estados Americanos, OEA. Los comportamientos del actual secretario general, el uruguayo Almagro, son indignos, cierto es, pero quien es, simplemente, el vocero oficial de una política convertida en "urgencia político-ideológica" que está y se encuentra en perfecta comunión con los paradigmas referidos a la "nueva política Obama", tal como la definió José Vicente Rangel Vale, JVR. Es decir, el denominado como "golpe de estado en la OEA" representa, objetivamente, "el punto final" de "la política imperialista pero necesaria" de Washington para "su patio trasero" en el marco de la dialéctica referida a la reingeniería de la "Doctrina Monroe", la "nueva política Obama" y la presencia real pero diferente a tiempos pretéritos en el Caribe, fundamentalmente, de Rusia y China, principalmente, en Venezuela como "entrada y salida" del sur del continente americano hacia el sur de la península de la Florida.
El acto a "lo Hernán Cortés", es decir, "quemar las naves", por parte de Washington, según los actuales desarrollos en los escenarios supremos de la OEA, representa, sencillamente, el mejor y más claro avance de Washington y su política imperial en el marco paradigmático de las realidades geopolíticas globales y mundializadas actuales y en curso en función de las necesidades estratégicas que son importantes y profundamente necesarias como bases fundamentales para el sostenimiento de la próxima guerra mundial tal como lo estudiara en París, según sus propias palabras, Oswaldo Barreto Miliani. Es decir, el claro mensaje es: "hay que tumbar a Maduro y cambiar el sistema actual" como toda esa derecha lo expresa y expone, públicamente, en todos los medios de información, acá y allende nuestras fronteras, porque sino no se pudiera explicar las actitudes y comportamientos de los gobiernos de Colombia, Panamá, México, Perú, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, Jamaica, Costa Rica, Canadá, los EEUU de América, entre otros sin necesidad de mención de los europeos y otros.
Es decir, el futuro del sistema capitalista se encuentra, en los actuales escenarios internacionales, en las costas venezolanas.
¿Le importan a las derechas, propias y extrañas, que se desarrolle un escenario de "guerra civil" en Venezuela?
Nuestra modesta opinión es, sencillamente, una respuesta con un solo vocablo: NO!!!.
¿Por qué de esa actitud de esas derechas propias, nacionales?
Sencillamente porque tienen y practican su ideología capitalista con ahínco, seguridad, claridad y vehemencia hasta llegar a impulsar la violencia a través de pagos de diferentes especies sin importar las consecuencias sociales en el seno de las realidades sociales de "tirios y troyanos".
Quedaría de su parte asumir sus propias responsabilidades actuales y revolucionarias.