I
El juego de la muerte
¡Que bonche! ¡Qué vacilón!¡Qué fin de semana! Un grupo de zagaletones, disque estudiantes, disque de la resistencia, se gozan día a día la convocatoria de la maltrecha y venida a menos dirigencia de la derecha venezolana. Es como irse para la playa, un fin de semana, o irse de picnic al campo. Unos grupos son infiltrados por otros grupos de sicarios y tarifados. Y así hacen un perfecto equipo que siembra el terror donde actúan. Se soltaron los "muchachitos". Alerta, alerta, alerta, que camina, por las calles de Venezuela un monstruo llamado "resistencia". En ese nombre se amparan para desafiar al Estado. Encapuchados, bien encapuchados. O sea, enmascarados, pues. Son jóvenes, programados para matar. O para morir. Practican el juego de la muerte. Para ellos destruir edificaciones, sean escuelas o liceos. Sean comercios o módulos de servicios médicos. Sean farmacias, licorerías, tiendas o lo que sea. Es sólo un juego. Son grupos que secuestran gandolas inflamables, y piden rescate, sin negociación, sin firmas, sin quitarse las caretas. Sólo hablan, a través de cualquier medio, y demuestran que tienen poder. ¡Peligroso! Muy peligroso venezolanos y venezolanas. Estos "niños" pueden ser la candelita que desencadene una guerra civil entre nosotros. ¿Y quiénes los incitan a esa barbarie? Los mismos de siempre. Todo el país los conoce. Ellos gozando una bola, y parte de la otra, marchan juntos con los encapuchados. Se toman fotos. Los felicitan por la heroicidad que ejecutan, y caen, como mangos maduros, ante el humo de una bomba lacrimógena. Mientras tanto todo sigue igual. Me refiero a las autoridades, a la fiscalía y sus tribunales. Una minoría enceguecida incendia al país, mientras muchos responsables, voltean la cara, como si este país no les importara. Les importa un pito que la mayoría que habitamos este país, nos veamos arrastrados a una guerra civil, por culpa de una minoría desquiciada. Son los esténtores del desespero. Están perdidos, tirando sus últimas patadas de ahogados… Y los tribunales, bien gracias.
II
La Fiscal arrugó
Mi paisana guariqueña, blanca, como una rana platanera. De tamaño regular, delgada, con cara de intelectual. Usando lentes de carey, con apellido de un comunista de la vieja guardia, con cara lampiña y huesuda, ojos claros, de hablar pausado y movimientos lentos. Con cabello de seda, corto y de color amarillento. Con una aureola por delante, gracias al Comandante Supremo de la Revolución, Hugo Chávez Frías, y a su apellido, esa dama de cuerpo elegante y vestir sencillo, llamada Luis Ortega Díaz, es la flamante Fiscal General de la República Bolivariana de Venezuela. Desde que asumió el alto cargo, se mostró como una mujer preparada para el cargo, bien plantada, profesionalmente, y a nivel mental, como para luchar contra la impunidad. Para acabar con ese flagelo que, como rémora flotante, viene de antaño, consumiendo a un país inerte, sólo y sin doliente, desde ese punto de vista. Es un salvaje "negocio sucio" que explota en la cara de los fiscales, y sumerge al país en un "sálvese quien pueda". En efecto, la doctora Luisa Ortega Díaz, se metió en la mente de quienes creen en la justicia en este país, plena de esperanza, desde que Chávez la nombró para el cargo. Por eso fue aplaudida por Maduro, y, luego, llegó a presidir a la Comisión por la Justicia y la Verdad. El 24 de marzo de este año la vimos entregando el informe final, ante un público expectante, donde habían familiares, amigos y descendientes de las víctimas de aquellos años sangrientos, donde se violaron los derechos humanos a diestras y siniestras. El lapso que investigó la Comisión fue entre 1958 y 1998. Y allí, estaba, parada firme, detrás del atril, la Fiscal Luisa Ortega Díaz. Era la Fiscal de la mayoría de los venezolanos y venezolanas veían con buenos ojos, los que siempre han amado la paz en Venezuela.
Pero… (Siempre hay un pero atravesado), esa Fiscal, como por arte de magia desapareció hace pocas semanas. Un buen día cuestionó una sentencia del TSJ, y llegó a precisar que se había quebrado el hilo constitucional. Bastó y sobró ese señalamiento de la Fiscal, para que se incendiara la pradera dentro y fuera del país. Era el argumento que necesitaban los enemigos de Venezuela para atacar a fondo, tanto al presidente Nicolás Maduro, como al chavismo. Y de allí en adelante no ha parado las acciones violentas de los lacayos en toda Venezuela, con virulencia y odio en las zonas que domina la derecha. La última vez que vimos a la Fiscal junto al presidente, fue un día después de los lamentables señalamientos que ella hizo público. Acudió a Miraflores, tal vez llamada por el presidente. Al despedirse, sonrió un tanto apurada. Había nacido la otra Fiscal. La desconocida. Más tarde, el día 3 de mayo, se conoció de una entrevista que había concedido al periódico estadounidense "Wall Street Jornal", donde dijo, entre otras cosas:
"No podemos exigir comportamiento pacífico y legal de los ciudadanos si el Estado toma decisiones que no están de acuerdo con la ley". Yo, en mi humilde condición de periodista, interpreto que si el Estado comete un error, a través de uno de sus órganos que lo integran, eso basta para que unos grupos se alcen y traten de destruir e incendiar al país. El Estado se ve maniatado para tomar acciones contra los terroristas, porque uno de los órganos que lo conforman cometió un error. Por lo que debe callar y entregarse. ¿Entonces, Fiscal? ¿A quién llamamos? Al Chapulín Colorado o a Mandrake… Más adelante dijo: "Es la hora de llegar a un acuerdo con nosotros mismos. Es la hora de mantener conversaciones y negociar. Significa que uno tiene que ceder en las decisiones por el país". ¿Negociar qué? ¿Ceder en qué? No entiendo que quiso decir la Fiscal con esas palabras. Y la última cita es esta: "Esta Constitución es inmejorable. Esta es la Constitución de Chávez". Doctora Luisa Ortega Díaz, todo, absolutamente todo en la vida, se puede mejorar. Nuestros actos, nuestras actitudes ante la vida, las podemos mejorar… ¿O no? La felicito, doctora, usted está siendo aplaudida y alabada por parte de la dirigencia de la MUD… Por algo se empieza.
Agregado:
Doctora, Luisa Ortega Díaz, le pido perdón si me he extralimitado en mi escrito. En todo caso, las declaraciones suyas están a la vista de todos, y algunos medios ya la han multiplicado. Y la oposición las usa para atacar al presidente Maduro, a su gobierno y al chavismo.