De Dudamel a Ñañez y de Freddy a Gustavo

Como poeta y como músico, como ser inteligente y sensible, Freddy Ñáñez le escribe su misiva pública a Gustavo Dudamel con un tono que sirve de justificativo al título de este artículo.

Dudamel escribió lo suyo como Director que es del Sistema de Orquestas Nacionales Juveniles, pero matizado con una perspectiva muy personal, de su nombre y su sentir; es decir, a lo Gustavo. Esto, obviamente, bajo los influjos de las presiones y las emociones que de seguro le embargan. Viviendo, como vive, en los Estados Unidos, no es sorpresa que desde allá lo hayan condicionado a lanzarle dardos al gobierno bolivariano nuestro, como lo ha hecho esa camada de artistas anti patria (José Luis Rodríguez, Ricardo Montaner, María Conchita Alonso, Viviana Gibeli, Jesús "Chino" Miranda Pérez, etc.), cuya cabeza más visible y miserable la encarna el fulanito Miguel Ignacio Mendoza Donatti, alias "Nacho", el mapireño-mayamero, quien no sólo ofende al Presidente Maduro por las redes y mancilla nuestra identidad cultural por cuanto medios puede, sino que se vale del poder mediático que le brinda la oposición, dentro y fuera de Venezuela, para proliferar "dictadura, dictadura" con su bocota de piarro manguero, como un pobre payaso de pacotilla.

Como ex ministro de cultura y como presidente de Fundarte, Ñáñez le hace ver a Dudamel las bondades de nuestro proceso político, a pesar de sus fallas y errores, en materia cultural, no sólo en el campo de la música, sino del libro, de la escuela, del cine, del teatro y de las artes todas. En ese sentido, han sido reiteradas las convocatorias a la participación y masiva la presencia de nuestro pueblo en los eventos realizados en todos los lugares del país. Por ejemplo, durante las exitosas ferias del libro se ha invitado a las editoriales privadas para que se inscriban y expongan sus catálogos en los stands. Sin embargo, se rehúsan a hacerlo por mero capricho y beligerancia política.

Los poetas opositores también tienen la libertad de asistir a estos eventos y concursos convocados por el Estado, y no lo hacen porque los jefes de la derecha les arman su propia tribuna, y les endosan los premios respectivos en torno a Chacaíto, y las ferias de libros "universitarias", plagadas del adequismo más rancio. Y eso se les ha respetado durante la revolución.

Nuestra revolución cultural ha sido incluyente, y despertó como nunca antes, una conciencia lectora sin precedentes en el país. La masa estudiantil universitaria alcanzó un nivel de beneficios y participación inmensurable. Freddy Ñañez lo expone con mucha puntería en su escrito. Las computadoras portátiles denominadas Canaimitas constituyen una valiosa herramienta tecnológica, dispuesta gratuitamente por el Estado venezolano, como ningún joven en edad escolar en América Latina puede hacerlo. Esto significa un gran impacto social. Así como éstas, las demás cosas del sector cultural.

Dudamel arrastró detrás de sí todo el buen nombre de la institución que representa. Por ello, debería renunciar a la misma. Aquí no valen las medias tintas. Si le ponemos la otra mejilla, no tengamos dudas que el señor Dudamel nos lanzará la otra cachetada. Nadie cuestiona su buen talante de músico, sus dotes de director de orquesta consagrado, pero de todas todas, está jalando la sardina para sus brasas, jugándose el todo por el todo, apostando que si la oposición asume el poder, lo cual no sólo es improbable por las vías democráticas dada la violencia irracional que impulsan y exhiben, ante el rechazo mayoritario de nuestros ciudadanos; él tendrá garantizado su cargo, sus privilegios y los sacos de dólares que ha recibido y recibe del gobierno nacional, para darse la gran bomba por el mundo. Dicho con llaneza, esa es la verdad.

Ñañéz lo tutea de amigo, de manera afectuosa, de tú a tú, llamándolo Gustavo en cuatro oportunidades durante su carta, aunque el encabezado de la misma se inicia formalmente con el rigor del caso: "Querido Dudamel". Diafanidad y venezolanidad en el trato de parte de Freddy ante la arrogancia, la traición y la postura socarrona del señor Gustavo. De "querido" no debe quedarle mucho al señor Dudamel. Será muy bien querido por Leopoldo López, Capriles, la Tintori, la María Corina, por Ramos Allud, por Borges, por Florido y toda esa camada de pirañas voraces que desde Gringolandia andan como lobos meneando el rabo bajo el eslogan de DICATURA DICTADURA, precisamente ante un estado de derecho que les permite destrozar empresas, matar jóvenes, matar madres, matar ancianos, cortar cabezas con guayas, quemar instituciones públicas, instigar al crimen, al odio y al racismo, saliendo del país holgadamente para traicionar a la patria; en fin, guarimbear mediante todos los modos posibles. A esos culpables es que hay que apuntarle los dardos que usted envía. Esa oposición que no trabaja ni deja trabajar. No respeta vida ni respeta leyes. Que sólo ofende y destruye. Que impulsa la locura y burla el amor.

¿Qué "dictadura" permite eso? Farsantes y locos arrasados por el odio y la ambición, por la paranoia y la irracionalidad. Lástima que en ese estado de desfachatez y soberbia también se lleven en los cachos a personas como el señor Gustavo Dudamel, con muy mala lectura del proceso político del país y de su destino socio-cultural. De hecho, los chamos del sistema de orquestas que él representa suelen viajar con dólares oficiales, y varios han desertado y se han quedado a vivir en el exterior, con la anuencia del señor director Dudamel. ¿Hipocresia de su parte? Si. Sin dudas. Por eso, hay que exigirle la renuncia de inmediato.

Como caballero, Freddy Ñañez lo conmina a rectificar y a agradecer, pero pongo en duda el espíritu de entrega del señor Dudamel a favor de la causa socio-cultural de la revolución, cuyo nivel de inclusión resulta incomparable dentro de la historia republicada de Venezuela. Dudamel, o estás con Dios o estás con el Diablo. Por lo visto, usted está mejor con el Diablo, viviendo en la casa del Diablo y los diablos le pagan para que nos abofetee, y eso es sencillamente intolerable. Como caballero usted debe renunciar ya.

El dolor por los jóvenes asesinados nos parte el alma, pero esas muertes devienen de la actitud irresponsable de convocar marchas, trancazos, parones y demás locuras por parte de esa casta oligárquica traidora y miserable que nada hace para ayudar a superar la crisis, sembrando cizañas en la OEA, en las embajadas, en las cancillerías, en los de la región, en el Pentágono, en la Casa Blanca y en la conciencia débil de los que se dan en llamar "perseguidos políticos". El colmo es que también usted se dé en etiquetarse a partir de ahora como "perseguido político". Renuncie y acuéstese a dormir allá en Los Ángeles, al lado de sus demonios. Y cómo decimos en criollo: Váyase con su música para otra parte. Y punto.



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José Pérez

Profesor Universitario. Investigador, poeta y narrador. Licenciado en Letras. Doctor en Filología Hispánica. Columnista de opinión y articulista de prensa desde 1983. Autor de los libros Cosmovisión del somari, Pájaro de mar por tiera, Como ojo de pez, En canto de Guanipa, Páginas de abordo, Fombona rugido de tigre, entre otros. Galardonado en 14 certámenes literarios.

 elpoetajotape@gmail.com

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