Si pensamos un poco en lo que nos ofrecen los dos bandos capitalistas que hoy disputan la dirección de nuestra sociedad, debemos concluir que nos consideran un estómago, un saco de consumo, unos autómatas, fragmentos solitarios, un carnet aislado, unos consumidores que sólo "viven de pan"; no unos hombres.
El hombre es otra cosa, un humano no vive sólo de pan, su alimento más importante no es el pan, es el espíritu. El hombre sin espíritu, sin conciencia de humanidad, no es humano, es una maquina, quizá un animal, un vegetal.
¿Qué nos ofrecen los mercachifles de la oposición y el gobierno? Unos llegan con sus cajas que encierran las pruebas de su incapacidad, no hay un libro, un poema, una idea, una meta, a cambio de la caja exigen comportamiento mercenario. Los otros juegan con las mejoras materiales, ofrecen volver al consumo desmedido de pocos y la miseria de muchos, a cambio de sus promesas exigen egoísmo militante. Ambos nos confinan en lo material, nos reducen a los apetitos, a medirnos por las ventas, por la capacidad de comprar, a la viveza del poco esfuerzo y la mucha recompensa, el PIB mide el triunfo. Los dos cortan las alas al humano. Su objetivo es acabar con el Chavismo, que es decir el humanismo, el Socialismo.
Chávez, con su propuesta de Socialismo, hizo posible que nos reconociéramos sociedad integrada, fraterna, con metas altruistas, dio sentido a la vida más allá de lo individual. Con Chávez la sociedad realizó tareas sociales, actuó como sociedad y no como la suma de egoísmos. La lucha contra el analfabetismo, la Misión Robinson, no fue una operación burocrática, fue un acción que enseñó a leer y a escribir y también nos fusionó como hermanos; el trabajo voluntario, el importarse por el prójimo fueron su emblema. La Misión Ribas fue ejemplo de organización social dispuesta al estudio pero también al trabajo voluntario internacionalista. Los Médicos Cubanos trajeron salud y también el remedio más poderoso de la humanidad: irradiaron amor, su ejemplo, su conducta, es cátedra de la nueva sociedad, del nuevo mundo posible.
Chávez nos dio lo material y también lo más importante, nos dio lo espiritual, sentido a la vida, razones para la lucha, reconocernos grandes, miembros de la humanidad, de la sociedad, responsable de su destino, que es el nuestro, velando por ella, y ella importándose por la suerte de cada uno. Con él se hizo posible el mandato del Apóstol Martí: "Con todos y por el bien de todos". La lucha, la vida, adquirió otra luz, dejó de ser la existencia del egoísmo para ser la realidad del amor. El Comandante convirtió en verdad el "amaos los unos a los otros" de Cristo, fuimos chavistas y fuimos cristianos, Socialistas, humanos. La vida cambió, el humano resplandeció en la solidaridad, se sentía acompañado, alrededor tenía hermanos y no enemigos.
Chávez supo, entendió, el precepto cristiano: "no sólo de pan vive el hombre", y nos dio pan y también espíritu.
Maduro nos devolvió a la tristeza del huérfano, del náufrago, nos condujo de nuevo a la vida sin sentido, al egoísmo capitalista, a la cacería del semejante. Se entregó al capitalismo, y el capitalismo impuso su ética, la guerra de todos contra todos.
El dilema hoy es regresar a la pasión chavista, al salto alto de los ángeles que fuimos, a volar como gigantes, derrotar la mediocridad de conformarnos, emprender grandes tareas, volver a ser humanos. No podemos dejarnos atrapar por constituyentes bufas, por metas mezquinas, conformarnos con triunfos anodinos, unas cuantas cuadras llenas de caras largas, unas consignas tontas que no dicen nada, una guerrita entre capitalistas, mientras el manto negro del capitalismo cubre de nuevo la vida de la sociedad pulverizada. La meta sigue siendo el Socialismo, el Chavismo auténtico.
