Los mensajes y declaraciones del señor Luis Almagro Lemes, como Secretario General de la Organización de Estados Americanos, para favorecer y defender a la oposición sucia y enfermiza de Venezuela, raya en lo miserable y el asco público. Su bocota sólo sabe humillar a Venezuela, ofender la dignidad y la identidad de nuestra patria, carcomido por el odio y la basura que le entregan en bandeja de plata los combos caprileros y tintorireros que hacen tours semanales a EE.UU, como viejas chismosas, para enfermarle la mente al mismo Donald Trump, con el cuento de que aquí hay una férrea dictadura. Ojalá la hubiera para que les echaran bastante plan de machete por el rabo al señor Capriles y su comitiva por traidores y asesinos.
Las guarimbadas oposicionistas han significado daños morales, físicos, materiales y políticos que, en primer lugar, los mal pone a ellos mismos, como salvajes, como gente enferma, como locos y terroristas. En segundo lugar, su actitud violenta, basada en odio y muerte, desdice del ser venezolano, de lo alegre que somos, de lo echados para adelante, luchadores y bregadores ante todas las circunstancias. Mis amigos opuestos al gobierno, sensatos y cautos, me dicen que ellos rechazan esas locuras de la cúpula. El pueblo mayoritariamente rechaza las acciones criminales de la MUD y de sus cogollos asesinos. Ellos saben que son rechazados y que están perdiendo el apoyo de sus propias filas. Por otra parte, el chavismo se ha reorganizado. Quienes antes dudaron y votaron por el engaño de la Asamblea Nacional, con el cuento de que un mes se acabarían las colas y sobraría comida para todos, ahora están muy claritos, y han retomado la senda patriota. Por eso, esos líderes enfermos y criminales (Capriles, Tintori, Allud, Borges, etc.) se juegan la última carta de una invasión militar estadounidense, o tal vez un bloqueo económico, utilizando para ello su principal marioneta de la OEA, el señor Luis Almagro.
Las acciones del Departamento del Tesoro ya son cuento de camino. Las acusaciones de narcotráfico un disco rayado. Los gringos, y Almagro por supuesto, no ven otras realidades latinoamericanas. Para ellos no existe violencia ni corrupción en México, Colombia o Argentina, tampoco en Brasil. Sin embargo, metieron presos a dos locos opositores que arrojaron pupú en Miami creyéndose el cuento de que la impunidad de Venezuela ante sus fechorías es la misma de USA. Allá el excremento es arma terrorista y aquí en Venezuela tenemos que añadir eso en la nueva Constitución que devenga del proceso Constituyente. Las molotov, el excremento y las pichas o metras de metal disparadas con cualquier arma deben tipificarse como armas de guerra, como armas terroristas en escenarios de luchas civiles, porque ya hay antecedentes de su empleo para fines letales desde 1988-1989. En Mérida hubo muertos con idénticas herramientas en esos años de lucha contra Carlos Andrés Pérez.
Esa misma oposición sucia y salvaje ha destruido las avenidas, ha dañado los árboles, ha propiciado accidentes de tránsito con fallecidos, ha rotos aceras, ha quemado bienes públicos y privados, ha regalado drogas a los ejecutores de sus aberraciones, ha perseguido y matado a chavistas, en fin; tienen un amplio prontuario criminal, delictivo, y se requiere de la justicia más severa para darle un parado a estos desmadres.
El Presidente de la República puede dictar las medidas pertinentes en el actual estado de excepción, y ejecutar acciones muy precisas en ese sentido. Por el momento, suspender el pasaporte a Capriles y al señor César Miguel Rondón, dos instigadores del odio y de la muerte por medios públicos, es un primer paso. Estos señores y el resto de su combo violento tienen que dar la cara por sus crímenes, del mismo modo que el otro señor que hizo llamados para arrojar objetos pesados desde los edificios para matar a otros venezolanos. Esa actitud sucia y miserable no los hace demócratas sino criminales. Y eso tiene un costo político que ya empiezan a pagar muy caro, así como un costo legal que también será de su responsabilidad inmediata. Por mucho que se aferren al bocón de Almagro, eso no les va valer de nada. La historia juzgará.