Pan caliente, hambre mete
Refrán español
En una de las tantas visitas a Bruzual, pueblo apureño a la orilla del río, que le da nombre al estado, llegué muy temprano en la mañana a la casa de un primo hermano, nacido, y criado, entre siembras de topocho, yuca, ñame, ocumo y algunos otros cultivos, que sirven para el alimento diario de estos pobladores; ya en la tarde, cuando nos estábamos despidiendo, se me acercó una de las hijas para decirme con cierta preocupación: "Familia, la próxima vez, que venga me trae pan de trigo, a mi papá, le hace mucha falta".
En el viaje de regreso, recorrí largo trecho, pensando en lo que me había dicho la mucha; la razón muy sencilla: el progenitor, pasa de los 70 años, prácticamente ha perdido las piezas dentales en esos llanos, y si a él, le hace falta el pan de trigo, qué podemos pensar de las nuevas generaciones, acostumbradas a comer trigo de distintos maneras (pan, tortas, dulces, perros calientes, pizzas, y los nombrados pepitos) hasta los guarimberos, y terroristas, no les falta en su talego, aparte de las herramientas para matar y acabar con lo que consiguen a su paso, cargan sus provisiones para mitigar el hambre, aunque sea un pedazo de amasijo, el que venden ahora en cualquiera panadería, acariciado, y saboreado por los consumidores, casi crudo, pero, calientico, alborotando el hambre, como al bebedor, después de estar embriagado.
Por eso, todo los días al mediodía, y en las tardes, conseguimos en las tahonas (panaderías) cuyos propietarios conocen la "mafia" de la distribución de la materia prima, traída con los dólares preferenciales, largas e interminables colas para comprar pan, cuando en cualquier parte, encontramos vendedores de verduras, pero la transculturización, y las costumbres alimenticias de nuestro país, aprendidas en medio de la explotación petrolera, han contribuido a la escases de productos muy buscados por los consumidores agravando la grave crisis económica, algo que no sucede en algunos países hermanos, incluyendo el aguerrido pueblo mexicano, el cual mantiene sus hábitos de consumo originarios, a pesar de estar al lado del coloso del norte.
Es heroica, y complicada la tarea del gobierno por abastecer el mercado del pan de cada día, por muchas razones, algunas no entendibles por el común del pueblo. Los más interesados en ocultar la realidad, es la oposición en su desesperada carrera de acabar con el gobierno de Nicolás Maduro; calla antes la gravedad del problema, así, como algunos medios, dan la información del linchamiento, y muerte de un ex guardia nacional en Lara, pero no dicen: ¿Quiénes participaron? como si fuese un caso fortuito. Es la guerra de la información, y cualquier motivo sirve para atacar al gobierno.
Es tan grande la dependencia de nuestros habitantes, con el consumo de trigo en sus diferentes formas, que cada momento, leemos o escuchamos por los distintos medios, la llegada de miles de toneladas de la materia prima, sin poder paliar la falla del producto procesado. En días pasados, muy de mañana, pude presenciar un caso para reflexionar: un señor, a quien, solamente le faltaba la corbata para dar la impresión de ir para una oficina, invitó a un vigilante para que lo acompañara a la panadería hacer la cola, este se negó, por la responsabilidad en el trabajo, y también por los pocos ingresos; al rato, cuando el amigo regreso con los dos pancitos, refunfuñando, porque los habían aumentado de precio, escuché al cuidador con la voz pausada, muy consciente de lo que estaba diciendo: "No puedo comprar panes caros, y chiquitos, si en el camino para mí casa, consigo los camioneros, vendiendo tres kilos de yuca por 2000 Bs" . Tiene toda la razón, aunque nadie se escapa del deseo de comer pan, pero todo el mundo, tiene que tomar consciencia del problema. ¡Aprendemos o seguimos haciendo colas!